Mónica Pérez: "No tenemos plata en TVN, entonces no podemos hacer cosas diferentes"

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Renunció al canal. Al cargo y al sueldo. Tras 20 años en TVN y cinco como mujer ancla del noticiario central, la periodista decidió abandonar su espacio de confort para partir por un año a Inglaterra junto a su marido y su hija. "Irme a Londres es increíble, pero tiene un costo súper grande", confiesa a Revista Paula.




Pide un cortado grande, bien cargado, con poca leche descremada. Y un pan de chocolate. "¿Cómo no vamos a comer algo rico? Si al final, qué tanto. ¡Todo engorda!". Es viernes, se avecina un temporal de lluvia y viento, y Mónica Pérez (50), sentada en un café, trae una estampa de relajo como quien sabe que en unos días parte de vacaciones. Pero lo suyo fue, más bien, un "chao jefe". A fines de febrero concretó el plan que venía masticando hacía 3 años con su marido, el periodista deportivo Francisco Sagredo: renunciar a todas las certezas para instalarse por un año –uno sabático– en Londres. Parten el 19 de julio. Pérez se va como periodista freelance: el plan es hacer corresponsalías desde Europa. Y, aunque tiene un acuerdo para volver en un año más a TVN, hasta ahora no tiene ni un papel firmado. Su último día en el canal va a ser el jueves o viernes antes de subirse al avión. "Yo quería irme antes, pero me conviene quedarme por el sueldo porque voy a estar harto rato sin ganar plata", dice.

-Se van a Londres, una ciudad muy cara.

-Sí. Pero era un sueño de años con Pancho. Y, además, queremos que la Laura (su hija de 9 años) aprenda bien inglés. Si nos íbamos a Estados Unidos, Pancho quedaba sin pega, porque no hay fútbol. Y claro, es una ciudad cara, pero para eso hemos ahorrado 3 años. Nos vamos a gastar todos nuestros ahorros y a la vuelta no vamos a tener ni uno, pero va a ser plata bien gastada. No solo queremos vivir en Londres. Queremos otro tipo de vida.

-¿Por qué?

-Cuando yo volví a Chile después de 11 años viviendo afuera, llegué en categoría de conductora de noticias. Yo no sabía lo que era eso. Mi primer shock vino cuando decidí comprarme un auto. Quería uno enano porque venía de Madrid donde no tenías dónde estacionarte. Cuando le dije a mi papá, fue "¡No! Tú eres conductora, tienes que comprarte por lo menos un Audi". "¿Un Audi?", le dije. No había ni soñado comprarme un auto tan caro. Pero me dijo: "En Chile es súper importante andar en un buen auto para demostrar que te va bien". Y me compré un Audi.

-¿Caíste en la lógica de la apariencia?

-Sí. Empiezas a hacer las cosas que supuestamente tienes que hacer para encajar. Cuando me casé con Pancho, nos compramos una casa. Después otra. Después una casa en la playa. Después Pancho se compró un departamento y yo del Audi pasé al Volvo porque necesitábamos el auto familiar. Hasta que dijimos "¿qué onda esto?". Nos empezamos a ahogar. Trabajábamos y trabajábamos y nunca era suficiente la plata. Estábamos sobreexigidos a mil, pasándolo pésimo por pagar deudas de cosas que no queríamos tener.

-¿Cuánto influyó caer en esa vorágine que los dos fueran rostros de televisión?

Influye porque ganas plata. Pero tampoco es que fuéramos súper consumistas. Yo con una casa estoy feliz. Nos metimos en ese ruedo por esa sensación de seguridad que supuestamente te da tener propiedades, para que cuando te deje la tele o tú la dejes a ella, no te mueras de hambre. Queríamos asegurarnos para tener una vejez buena. Pero esa lógica tampoco es buena. Porque a lo mejor la vejez no llega. A lo mejor nos morimos mañana.

-¿Qué los empujó a bajarse del tren?

-Un día empezamos a hablar y dijimos "¿realmente quieres tener la casa en la playa?". "A mí me da lo mismo". "¿A ti?". Pancho es comentarista deportivo, trabaja todo el fin de semana, era ridículo tener una casa en la playa. Así que dijimos chao. Tenemos solo una hija. No se justificaba tratar de sostener una estructura gigante e innecesaria.

-¿Cómo proyectas tu vida en Londres?

Quiero ser floja un año. Podría haberme conseguido trabajar para una radio. Pero no quise, porque mi primer objetivo es concentrarme. Esto es una experiencia familiar. La idea es que ni yo ni Pancho nos volvamos locos trabajando ni ofreciendo temas. Este viaje en gran parte es porque queremos estar con nuestra hija.

-¿Te da susto ser una NN?

Allá no. Pero pasar a ser una NN acá, a la vuelta, sí.

Tras tomar la decisión, los Sagredo Pérez se pusieron a ordenar sus platas: vendieron su casa en Cachagua, pagaron deudas, se pusieron a ahorrar. Ahora están vendiendo los autos. "Cuando volvamos, chao con comprarnos un auto grande", dice Mónica.

-¿Cuánto pesó la crisis de TVN en tu decisión? ¿Era irte antes de que te sacaran?

-No. No me sentía amenazada. No tenía ningún temor de que no me fueran a renovar el contrato. Estoy bien evaluada y me siento súper querida en TVN. Pero obvio que la crisis de TVN influye. Soy una TVN camiseteada. Trabajo ahí desde hace 20 años y sufro mucho con lo que está pasando. Estoy todo el día pensando qué tenemos que hacer para volver a subir el rating, preguntándome qué estamos haciendo mal. Además, he visto cómo han echado a tantos amigos. Y veo cómo mis compañeros de prensa luchan y luchan y no pasa nada con el rating. Eso me tiene cansada, adolorida, estresada. Y es un círculo vicioso: no tenemos plata, entonces no podemos hacer cosas diferentes.

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