El 1 de abril de este año, Natalia Romero recibía el aplauso de cientos de personas mientras levantaba los brazos al frente del Palacio de La Moneda. La atleta terminaba en primer lugar el Maratón de Santiago y de paso clasificaba a los Juegos Olímpicos de Londres, un camino que había comenzado varios años atrás, antes de dedicarse por completo a la actividad.

Trabajando en la fábrica de zapatos Bata, Natalia debía trabajar desde las 23.00 hasta las 07.00 del día siguiente, para recién ponerse sus zapatillas, hacer el recorrido de Peñaflor a Vitacura y poder entrenar. Hoy es profesional, y en Inglaterra lo quiere demostrar.

"Ha sido una carrera dura, de mucho sacrificio. Hay que ser realista, yo no voy ahora a buscar una medalla o pelear contra las mejores. Ya estar es bueno y es un paso para quizás más adelante conseguir algo más. Es un sueño llegar a Brasil 2016 y ganar una medalla allá", explica.