Pensamiento interrumpido
<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">El próximo fin de semana el PS realiza su XXX Congreso. Hacer un balance crítico del proceso de renovación socialista resulta insoslayable.</span></font>
EL PRÓXIMO 13 de febrero se cumplen siete años de la muerte del sociólogo e intelectual socialista Antonio Cortés Terzi (1952-2009). La mayor fama le vino, en la última etapa de su vida, como columnista político y agudo polemista. En materia de explicitar lo reprimido y de ponerle nombre a lo que nadie se atrevía a nombrar, para no incomodar al poder, fue insuperable. Un “trapecista sin red” a la hora de correr riesgos con la escritura.
Esta faceta de columnista, desafortunadamente, ha dejado en la sombra un aspecto de mayor calado en su trayectoria intelectual y política: su intento de fundamentar y encauzar el proceso de “renovación socialista” del PS, surgido a fines de los 70, en clave gramsciana.
El proceso de renovación socialista, mirado retrospectivamente, tuvo dos grandes caminos interrumpidos. Por un lado, la recuperación del pensamiento del socialismo histórico -González, Ampuero, Allende y otros-, reivindicado a inicios del proceso renovador por Jorge Arrate en su texto “El socialismo chileno: rescate y renovación”. En este camino, la dimensión de “rescate” fue quedando relegada. En el proceso de renovación, González y Ampuero fueron olvidados y Allende fue reivindicado en su dimensión más heroica que política.
El otro camino vino de Cortés Terzi y su esfuerzo por darle un fundamento gramsciano a la renovación socialista. En textos como “El Allendismo posible”, Cortés Terzi buscó articular teóricamente el pensamiento socialista histórico con Gramsci, dotando de un marco teórico coherente a la “vía chilena (o institucional) al socialismo”, del cual había carecido en su momento.
Estos dos caminos alternativos quedaron interrumpidos y la hegemonía sobre la “renovación socialista” fue la de una socialdemocratización acrítica, sin mayores matices y siguiendo los vaivenes ideológicos de la socialdemocracia europea, interrumpiéndose, así, la creativa y crítica tradición intelectual del socialismo chileno.
A mediados de los 90, una breve polémica entre Cortés Terzi y J.J.Brunner dio cuenta de estas tensiones. Frente a un artículo de Cortés Terzi donde éste reinvindicaba el concepto de hegemonía, Brunner sostuvo que dicho concepto gramsciano no era democrático. Cortés Terzi argumentó en la línea de que la aceptación del libre juego democrático liberal no hacía desaparecer la conflictividad social ni de clase y que el tema del poder requería de un concepto de hegemonía so pena de diluir las disputas políticas en meros asuntos de “ingeniería electoral” sin un horizonte estratégico. El debate no fue más allá en esos posideológicos y solitarios años 90.
El próximo fin de semana el PS realizará su XXX Congreso. Es difícil que haya cabida para reflexiones de esta naturaleza. Sin embargo, un balance crítico del proceso de “renovación socialista” resulta cada vez más insoslayable. Hacer el inventario de lo que se ganó y se perdió en ese camino. A la hora de pensar en lo que se extravió, y en aquello que pudo ser y no fue, la relectura de Cortés Terzi resulta imprescindible.
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