Señor director:

Todos los años se levantan voces especulando que la función de la Teletón debería ser asumida por el Estado, porque le daría más "seguridad" en vez de hacerla depender de la buena voluntad de otras personas. Ese tipo de razonamiento, por supuesto, podría extenderse a todas las asociaciones civiles que proveen bienes públicos.

La idea detrás de esta visión es que la forma de la provisión no modifica el bien producido. Y eso es falso: siempre será distinto que un bien sea generado por la sociedad civil, combinando el voluntariado, la organización profesional y la movilización de donantes, que su mera y anónima provisión por el aparato burocrático y sus funcionarios, cuyo compromiso no va más allá de completar tal o cual procedimiento.

La captura estatal de una función antes provista por la sociedad civil empobrece el tejido social, fomenta el egoísmo (reduce el compromiso con el otro al pago de impuestos) y daña la calidad del servicio (esto está bien documentado en casos como el de los bomberos). Además, no vuelve la provisión más "segura" porque su presupuesto pasa a depender de una ponderación que involucra otras necesidades e intereses, en vez de hacerlo de un llamado al compromiso directo del pueblo chileno con una causa.

En suma, es más sociedad civil, filantropía y compromiso lo que necesitamos. No un Estado que opere como una alfombra debajo de la cual escondemos los problemas con la falsa ilusión de que otro se hará cargo.

Pablo Ortúzar Madrid