Jirafas, ópera y calle. Como test de admisión preescolar, reprueba por agrupar mal los elementos. Pero lo que parece una mezcla imposible es un manual de lógica para Compagnie Off, la tropa encargada de inaugurar, el sábado 5 de enero, la parte callejera del Festival Stgo. a Mil con una obra paradigmática dentro de sus 26 años de trayectoria.

Las jirafas es un carnaval extravagante, un pasacalle musical que pondrá en el asfalto capitalino a una manada digna de las alucinaciones de Dumbo. Desde Francia, país invitado de honor, vendrán nueve jirafas gigantes, tanto que ni la más alta de la especie puede competir con los ocho metros que alcanza cada una de ellas.  Tampoco pueden competir con su color. Rojos y temperamentales, estos animales de fantasía se relacionarán durante una hora y media con el público que los mire desde el piso e incluso desde las alturas de balcones. Y también interactuarán con los otros personajes de la obra,  porque no vienen solos.

Esta es una historia de amor. Una de un director de circo encantado con una cantante de ópera. Aunque no lo suficientemente encantado como para resistirse a la aparición de una antigua amante, justo al momento de casarse. "Las jirafas son como los niños de la pareja. A veces están con el papá, a veces con la mamá, a veces se pierden y se van con el público", cuenta el director Philippe Freslon. A veces, incluso, recuperan su instinto africano y bailan desenfrenadamente.

Pero no sólo con amores sueña el director del circo, además tiene fantasías laborales con sus jirafas. Sueña con que ellas puedan atravesar círculos de fuego cual tigres  bien domados. Y su sueño desborda la imaginación y salpica de llamas la calle mientras cae confeti y suena música. Porque en esta obra siempre hay música. De hecho, la ópera juega un papel importante no sólo en esta historia, sino que en la de la compañía.

En la obra, la ópera es el trabajo de la diva protagonista y el medio a través del que se va contando la historia, con una mezcla de canciones clásicas y otras originales compuestas por Benoît Louette y François Joinville. Para el grupo, la ópera es esencial, porque esta tropa fundada en 1986 por Freslon  ha insistido en crear montajes que cruzan los excesos del circo con el refinamiento de la ópera y llevarlos, en un gesto político, juntos a la calle. "Son los dos extremos que se juntan, que se frotan y hacen algo bello", dice el director.

Los cruces marcan el trabajo de esta compañía. El circo y la ópera son los ingredientes esenciales para desdibujar el límite entre lo real y lo irreal. De ahí la extravagancia que la caracteriza. Y en esa línea, uno de los grandes referentes de su imaginario es el chileno Alejandro Jodorowsky.

En Santiago, 28 franceses y 25 chilenos trabajarán juntos en el debut local de la compañía y el estreno latinoamericano de esta obra que ya lleva 13 años de presentaciones.

"Nos gusta trabajar en equipos mixtos. El circo es la familia más grande que existe en el mundo y la más tolerante. Hay de todo y todos viven juntos en armonía", dice  Freslon. Pero 18 de estos trabajadores no se verán por las calles. Tras cada jirafa, o más bien dentro de ella, habrá dos zanquistas  escondidos que la manipularán secretamente por las cuatro estaciones que tiene este pasacalle.

"Jamás es el mismo espectáculo", advierte el director y adelanta que en Santiago, además del elenco chileno, habrá ciertos guiños locales. Lo claro es que pretende ser un gran carnaval familiar, que deje a todos mirando hacia arriba, más allá de los cables. Una presentación que grafica cómo es  Compagnie Off , antes que muestren Las ruedas de colores, la otra obra que traen a Chile y que definen como "una excepción" en su carrera.