Opinión

Beneficios del comercio internacional: un ejemplo para considerar

Por José Luis López B., abogado

El proceso de ratificación del tratado de comercio internacional conocido como TPP11, que amplía sustancialmente la integración económica, y también diplomática, de Chile con 11 países de la Región de Asia Pacífico, nos permite analizar y reconocer la importancia del comercio internacional.

El comercio exterior reduce la pobreza y aumenta el bienestar de las personas, al tiempo que es un mecanismo que promueve la paz entre los países y la estabilidad en las relaciones internacionales.

Un ejemplo de estos beneficios, lo constituye un tratado, prácticamente desconocido en Chile, que se denominó “Acuerdos de Abraham” que, en el mes de septiembre pasado, cumplió su segundo aniversario.

Estos acuerdos se suscribieron, en septiembre de 2020, entre, por una parte, los Emiratos Árabes Unidos y Bahrein y por la otra, Israel, en la ciudad de Washington, Estados Unidos, conviniendo el establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales entre ellos, lo que marcó un giro importantísimo en la situación geopolítica de estos países de Medio Oriente. Posteriormente, estos acuerdos fueron firmados por Sudán y Marruecos.

Tradicionalmente, los países árabes han considerado a Israel como un enemigo, habiendo, incluso, existido algunos enfrentamientos militares. Por lo mismo, acordar estos convenios es un signo de un cambio sustancial en la óptica que esos países se miran entre sí, a partir de esa fecha, y constituyen una gran esperanza de bienestar futuro para los ciudadanos de esa zona.

El nombre del tratado, se refiere al patriarca Abraham, que es reconocido, en tal calidad, y como un gran signo de unión por las religiones cristiana, judía y musulmana. Los países signatarios acordaron la apertura de embajadas y el inicio de una amplia gama de colaboración, en diversas áreas, como salud, educación, comercio y turismo.

En un período tan corto, como dos años, se puede advertir los beneficios producidos. El intercambio comercial ha crecido en cifras muy importantes; se han acordado distintos instrumentos en el área científica entre las universidades de estos países, referidos a medicina, inteligencia artificial y otros; la participación de estudiantes, de un país y de otro, para cursos de pre y posgrado alcanza cifras no previstas; el transporte terrestre y aéreo se ha multiplicado entre los países miembros del acuerdo; ello ha permitido vislumbrar exportaciones de petróleo y de gas para Europa, contribuyendo a solucionar la crisis energética originada por el ataque de Rusia a Ucrania; por primera vez se ha abierto una Sinagoga en una país árabe; Israel ha iniciado la apertura de oficinas comerciales en Dubai, con miras a un futuro intercambio en las regiones cercanas.

Volviendo al caso chileno, el comercio global con el mundo alcanzó, en el año 2015 a US$124 mil millones, creciendo en el año 2021, a US$186 mil millones.

Se estima que, como consecuencia del TPP11, el país no sólo supere sustancialmente estas cifras, sino que, además, aumenten los intercambios en muchas áreas, como las mencionadas recién, de gran beneficio para todos los ciudadanos, especialmente la juventud.

Este tratado se inscribe en la esencia misma de la historia republicana de Chile. En el mensaje de nuestro Código de Comercio, de octubre de 1865, se hace referencia a las leyes de febrero de 1811, que permitieron el comercio con las naciones amigas o neutrales y que en 1813 promulgaron el Reglamento de Comercio y Navegación, estableciendo nuestras relaciones comerciales sobre la base de la libertad y de la reciprocidad.

El TPP11 se origina en una propuesta en el año 2005, de Chile, Brunei, Nueva Zelandia y Singapur. Entre otros objetivos, se rebajan las barreras comerciales, reglamenta la propiedad intelectual, establece normas generales de medioambiente y de derecho al trabajo, y se crea un sistema arbitral de solución de controversias.

Algunos sectores, en una perspectiva más bien ideológica, han expresado sus reparos a este Tratado, señalando que tiene un sustento de orden “neoliberal” que esos sectores rechazan, objetando, además, el sistema de solución de controversias.

A pesar de esas críticas, el tratado se aprobó por el Senado y se espera que su aplicación práctica empiece a producir los frutos previstos.

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