Buscando la pareja adecuada
En múltiples actividades buscamos la pareja más adecuada. En el amor, ni que hablar, pero también en deportes (tenis), y podríamos dar más ejemplos. Pero quiero centrarme en la búsqueda que ocurre en el mercado laboral, en que una empresa busca a la persona “ideal” para un puesto de trabajo y la persona busca un puesto de trabajo que le permita alcanzar sus objetivos (salario, libertad, gusto por lo que se hace, etc.). El proceso de búsqueda de pareja en todos estos ámbitos es un proceso de prueba y error, en que solo después de un número de interacciones (¿cuántas? es imposible de saberlo ex ante) sabré si la pareja es la adecuada. Si se interfiere en este proceso el resultado puede ser que no obtendremos la pareja ideal. Esto puede suceder porque se impone que después de cierto punto (después de un número bajo de interacciones), si quiero continuar con dicha pareja, me debo comprometer a que la relación sea larga. Por ejemplo, si juego tenis con una pareja por seis meses, para seguir jugando con ella me debo comprometer a jugar solo con esa pareja por los próximos tres años. Esto suena “tirado de las mechas” y lo es. Sin embargo, eso es lo que hace muchas veces la regulación laboral.
Un mercado de trabajo que funcione muy bien es aquel en que cada parte logra su pareja “ideal”: cada trabajador ocupa el puesto de trabajo en que su productividad es máxima y en el que gana el más alto sueldo posible. De esta manera se maximiza el producto total y todos estamos lo mejor posible.
Se ha constatado que los mercados de trabajo de los países ricos tienen características bien diferentes a las de los países pobres. Esto es porque estos últimos países imponen “fricciones” al proceso de prueba y error mencionado más arriba que hacen la tarea de encontrar la pareja ideal más costosa y difícil.
Las “fricciones” toman múltiples formas. Mencionamos dos: la protección exagerada de los empleos (que perjudica a los trabajadores) y la falta de confianza de las empresas en las credenciales que presentan los trabajadores, lo que los lleva a contratar a varios para llenar un puesto y despedir rápidamente a la mayoría. Las personas que quedan atrapadas en este ciclo tienden a darse cuenta de que les conviene desarrollar un perfil de “maestro chasquilla” (alguien que hace muchas cosas OK, pero nada muy bien), con lo cual se coarta toda posibilidad de que alcancen una alta productividad (o un alto salario). Como consecuencia, sus salarios serán bajos y el PIB del país no será el que podría ser. Es como si estuvieran condenados a un mundo de puras primeras citas…
Chile tiene un mercado de trabajo con características de país pobre. Solo retirando las varias fricciones introducidas por la regulación, y por la forma en que ella es aplicada, podrá dicho mercado contribuir a que trabajadores y empresarios consigan la pareja adecuada.
Por Claudio Sapelli, Faro UDD
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