
Candidatos en serie: más de lo mismo

En Chile, la carrera presidencial parece un desfile de figuras intercambiables. Cambian los rostros, los slogans, los énfasis. Pero el fondo, la lógica, el marco mental desde el que piensan y actúan, es el mismo. Sus agendas no nacen de la reflexión profunda ni de la conexión con los desafíos estructurales del país, sino de las encuestas de opinión. La política ha sido colonizada por la lógica del trending topic y los matinales.
Un buen ejemplo es la llamada “crisis de natalidad”. Una preocupación instalada desde sectores conservadores y rápidamente adoptada por todo el espectro político. No hay candidato que no tenga su receta para aumentar la tasa de natalidad, pero no hay ninguno que explique por qué esto es hoy una prioridad nacional.
Lo que no se dice es que el objetivo oculto de esta agenda es asegurar mano de obra barata y poco educada para sostener un modelo económico injusto, desigual y abusivo. Tampoco se menciona que la población migrante tiene tasas de natalidad más altas. Es decir, lo que se busca no es más nacimientos, sino que las chilenas vuelvan a ser el “recurso” reproductivo nacional para mantener la “pureza de la raza chilena”.
Otro ejemplo es la vivienda. Se compite por ver quién ofrece más unidades habitacionales, pero no se plantea cómo hacerlas posibles. Nadie se atreve a decir que una solución real pasa por densificar los centros urbanos con edificios en altura, permitiendo una mayor rentabilidad social de la inversión pública. En lugar de discutir seriamente esta alternativa, se la descalifica con prejuicio y superficialidad, llamándolos “guetos verticales”. Sabrán que ciudades como París, Barcelona o Tokio tienen alta densidad habitacional en sus centros sin que eso signifique degradación urbana.
La migración, otro tema manoseado. Mientras se multiplican las promesas de expulsión y control, nadie se atreve a destacar lo obvio: el aporte que ha significado el millón y medio de migrante para Chile. En la agricultura, en la construcción, en los servicios y también en el sistema público de salud, donde decenas de médicos extranjeros atienden en hospitales y consultorios que antes no tenían profesionales. Pero de eso no se habla. Los migrantes no tienen la culpa de los delincuentes que han llegado Chile. Son las autoridades chilenas las responsables por la desconexión que tienen con lo que se vive en las calles y campos de nuestro territorio.
En salud, reina el silencio frente a los gremios que bloquean mejoras estructurales. Especialmente el médico, que mantiene bajo control la oferta de especialistas a través de las sociedades científicas, limitando el acceso a programas de formación. El resultado es una oferta restringida, largas listas de espera en la salud pública y un mercado que beneficia al sector privado. En dermatología, solo 1 de cada 5 especialistas trabaja en el sistema público; en oftalmología, apenas 1 de cada 4. ¿Por qué ningún candidato se atreve a decir esto?
Y qué decir de los privilegios tributarios. Nadie toca a los intocables. El impuesto al diésel que no pagan los camioneros. El secreto bancario que esconde evasión tributaria de miles de millones de pesos. Ninguno de quienes aspiran a llegar a La Moneda tiene propuestas para desmontar estos beneficios que solo profundizan la desigualdad.
La política chilena se ha convertido en una competencia de marketing donde el coraje intelectual escasea. Nadie quiere incomodar, todos quieren caer bien. Pero Chile necesita menos cálculo y más convicción. Menos encuestas y más principios.
Porque sin propuestas que cuestionen lo establecido, lo único que cambia en el poder… son los mismos “apitutados” de siempre.
Por Marcelo Trivelli, ingeniero civil industrial, ex intendente de la Región Metropolitana.
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