Columna de Carlos Correa: La Zelensky de la izquierda

Con la salida de Carolina Tohá del Ministerio del Interior, y la puesta en escena del gobierno, que ni siquiera esperó tener un nombre definitivo para la Segpres, partió en serio la campaña presidencial más ruda que veremos en años.
La ex ministra del Interior recuerda a veces a Zelensky, el mediático presidente de Ucrania. No tiene como derrotar a Rusia, pero todos lo encuentran muy inteligente, se mueve con habilidad con los medios, y tenía hasta ahora suficiente dinero y armas para lograr parar a Putin un tiempo. También se parecen en que logra generar una especie de corriente de simpatía, por sus actos valientes y puestas en escenas combativas.
El diseño de salida, inspirado sin duda en el ucraniano, tiene varios ripios. El primero es que el Presidente le dio el abrazo del oso en el salón Montt Varas, al pedirle que le diera continuidad al oficialismo, y ojalá ampliarlo. Eso puede convertir su candidatura en un plebiscito sobre el gobierno, un asunto peligroso. La centroizquierda ganó la segunda vuelta de gobernadores en Santiago y el plebiscito de diciembre de 2023 porque justamente evitó ese clivaje.
Su discurso en las afueras de La Moneda antes de tomar el metro y ser reprendida por no permitir que Bachelet sea candidata, era muy distinto. Apelar a Chile, su historia, y también a tener una nueva senda de crecimiento y un gobierno distinto, es completamente inconsistente con lo que había ocurrido minutos antes. Para más mala suerte, La Segunda publica su círculo cercano de decisiones, que parece más la tripulación del tanque del papá de Homero Simpson que un equipo profesional de campaña para estos tiempos. Esos asuntos deben ser corregidos antes que se reúna el comité central del PS y se pronuncie sobre su candidatura.
Pero hay un elemento interesante que es su disposición a primarias competitivas. Esto le pone una presión adicional a Chile Vamos que tenía decidido proclamar a Evelyn Matthei sin pasar por ese proceso. Hay que recordar que los últimos tres presidentes de la República pasaron por primarias. Si la izquierda mantiene ese impulso se tomará la agenda y la televisión en esos días, relegando a Matthei a su pelea eterna con Kaiser y Kast, perdiendo un tiempo valioso. La derecha tiene una ventaja clara pues su oferta es más cercana a las demandas de seguridad y crecimiento económico que están instaladas en las personas, pero los enredos y la falta de primarias pueden terminar debilitándoles, y dando la sensación de que no son capaces de gobernar, pues ni siquiera tienen unidad en sus filas. El temor al caos es suficiente emoción para dar vuelta una contienda electoral.
La primaria de la centroizquierda es una oportunidad para disminuir la brecha de las encuestas. Pero debe ser competitiva de verdad e implica abrirla a todos los interesados que tengan potencial, incluyendo a Marco Enríquez–Ominami y Harold Mayne Nicholls si manifiestan interés por estar allí. No sería la primera vez que se incorporan independientes o personas con una distancia mayor, como ocurrió con Velasco en la primaria de Bachelet, que terminó legitimándola. Ya lo ha planteado el Frente Amplio, que se descolgó rápidamente de la candidatura de Tohá y prontamente el PC. Aceptar una primaria así sería un punto de oro para la abanderada del PPD, y en especial si demuestra que está dispuesta a perder, asunto que, a diferencia de aquella de Bachelet, es altamente probable.
Por Carlos Correa Bau, Ingeniero Civil Industrial, MBA.
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