Columna de César Barros: 100% expertos, 100% elegidos



Mucho se discute de “bordes mínimos”, lo cual está bien, en la medida que dichos “bordes” representen un sentido común general, que impida a facciones activistas transformar la “casa de todos” en una vulgar cité o burdel, sin orden ni sentido, y que al final vuelva a ser rechazado en forma tan brutal, como lo fue la anterior el 4/9 de la fama.

También está en tabla si los expertos -o equipos de ellos- deben ser parte (o una proporción) integral de la nueva comisión con derecho a voz y voto, o solo como meros observadores.

En este punto, lo que resultaría devastador sería que los partidos (como lamentablemente ha sido usual en Chile) lleven como candidatos a la elección de nuevos constituyentes solo a sus figuras adictas y desgastadas, o a sus activistas y dirigentes fracasados en anteriores procesos y/o cargos; y se los premie en esta segunda (y última) oportunidad, entregándoles un “trampolín” que los devuelva a la vieja política.

Muchísimo mejor matar dos pájaros de un tiro, y que todos, absolutamente todos los candidatos a la nueva comisión sean de verdad expertos validados -en lo posible- por moros y cristianos. No entiendo porqué alguien tan prestigiado como, por ejemplo, Vittorio Corbo, deba solo “asesorar” (de nuevo como ejemplo) a un Mario Desbordes o a una Karla Rubilar (nada en contra de ellos), en vez de ser el propio Vittorio Corbo el constituyente. Tenemos tremendos profesionales, de todos los colores políticos, que en vez de trabajar como meros asesores podrían ser ellos mismos los constituyentes, conversando con objetividad técnica la futura casa de todos y no asesorando en segunda línea y en silencio a personajes como los que nos tocó ver y escuchar hacer el ridículo en el anterior fallido proceso.

Chile cuenta con abogados constitucionalistas notables y grandes expertos en DD.HH. Tenemos emprendedores increíbles, empresarios que partieron de cero (grandes y chicos), abogados penalistas famosos y científicos de fama. Es decir, podríamos hacer no una, sino dos o tres nuevas comisiones de grandes expertos en materia constitucional, justicia, tecnología, urbanismo, bases impositivas, salud y administración del Estado. Y la discusión entre ellos sería seria, con datos reales (de Chile y del extranjero) y sin retórica ni populismo. Sin actitudes extremas ni ridículas que desprestigien el nuevo proceso.

Que para elegirlos no anden proclamando promesas incumplibles, insensateces o derechamente estupideces, sino más bien muestren sus títulos, sus currículum, sus experiencias y su expertise en lo que ellos saben. Donde sea más importante haber dirigido un gran hospital en forma exitosa, haber reducido la inflación desde el Banco Central o haber llevado un liceo a una posición top, que -como en el fracasado proceso anterior- haber participado en matinales frívolos, en redes sociales de dudosa calidad o intención o, peor aún, haber sido parte de actividades violentas.

Es una increíble posibilidad de traer, alguna vez que sea, a los mejores profesionales, expertos y técnicos del país, para construir, esta vez sí, la casa de todos, sin retórica inútil, sin promesas irreales, solo con ciencia, experiencia real y efectividad.

Por César Barros, economista

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