Columna de César Barros: No pierdan el ímpetu
Cuando se empieza por primera vez a trabajar un esfuerzo serio por mejorar nuestro sistema político, es bueno hacer algo de historia. En primer lugar, recordar que las dos democracias más exitosas (Inglaterra y los EE.UU.) tienen sistemas, básicamente binominales, que les han dado siglos de estabilidad política. El milagro alemán (o sea Alemania Occidental) se construyó sobre la base de dos grandes conglomerados: la alianza CDU/CSU o democracia cristiana de centroderecha, y el SPD o partido socialista. El auge francés, sobre la base del Gaullismo (de centroderecha) y la izquierda socialista. El milagro italiano, misma cosa: una DC de centro y una izquierda socialista/euro comunista. Después de Franco, España se pegó un salto enorme de desarrollo: de nuevo, un PP de centroderecha, y un PSOE de centroizquierda. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania de Weimar con sus múltiples partidos, llevó al nazismo. En Italia, al fascismo, y en España, a una guerra civil sangrienta.
Hoy los países europeos, antes ejemplos de desarrollo, y crecimiento con equidad, se han vuelto inmanejables políticamente. En un momento en que la OTAN está en duda, y que tienen desafíos geopolíticos no menores, en Alemania surge con fuerza una extrema derecha (la AfD, Alternativa para Alemania) con creciente éxito, y partidos “bisagra” como verdes, liberales, y populistas (el movimiento de Sahra Wagenknecht). En Francia se divide el Gaullismo en varios bloques, surge con fuerza Le Pen, y su multipartidismo le complica gobernar a su Presidente. En Italia, la misma cosa: con cambios de gobierno tan seguidos como los del Perú. En España, surge a la extrema izquierda Podemos, y a la derecha Vox, más una multitud de partidos regionalistas “bisagra”, que hacen dificilísimo gobernar un país, donde además cada español lleva en su bolsillo una constitución propia, que dice: “a mí no me manda nadie”.
En Chile, desde que un grupúsculo de derecha derribó el binomial, han florecido decenas de partidos, han decrecido algunos históricos (radicales y DC) y sobreviven colgados de las uñas Humanistas (ex miembros de Silo), los Verdes de Navarro, y para qué seguir contando.
El acuerdo de los partidos de centroderecha y centroizquierda para darle fuerza al sistema de partidos es loable. Un mínimo de votantes del 5% no es alto. Castigar a los “filibusteros” notable. Achicar los distritos, más que deseable. Y dejar afuera a los parlamentarios que no logren en forma personal un piso mínimo de votación también. El binomial tuvo injusticias, pero permitió avanzar en temas tremendamente importantes, que en la actualidad se encuentran empantanados en el Congreso (sobre todo en diputados) y que son un freno para nuestro desarrollo, porque ponerlos de acuerdo es como arrear un “rebaño de gatos”. Sin duda, muchos no van a querer soltar su parcelita. Pero debieran mirar el paisaje con más generosidad, y seguro que los partidos más grandes les darán la bienvenida, y serán -como en Inglaterra y en los EE.UU.- sectores, tendencias, o eventualmente mayorías dentro de un partido grande.
Esto que estamos viendo es un acuerdo que no divisábamos desde hace demasiado tiempo: no perdamos el ímpetu.
Por César Barros, economista