Columna de Francisca Crispi: Voluntad política para transitar a un nuevo modelo



Por mucho tiempo se ha estirado el elástico y hoy está a punto de cortarse. El delgado hilo que ha sostenido nuestro sistema de salud nos enfrenta hoy a la necesidad ineludible de hacernos cargo de un cambio de modelo. Durante años se han presentado diversas soluciones, desde estructurales hasta arreglos hechizos a un sistema que a todas luces no responde a las necesidades de la población; múltiples proyectos, de distintos gobiernos e ideologías, y ensayos de reformas que -aciertos más, aciertos menos- nos enfrentan hoy a uno de los desafíos más grandes de la salud en Chile de las últimas décadas. Sin embargo, este momento puede ser también la oportunidad para ponernos de acuerdo de una vez por todas, y aunar las voluntades políticas que se necesitan.

Primero, se requiere de una aplicación equilibrada del fallo de la Corte Suprema, que asegure el pago de las devoluciones, pero en condiciones que den la sostenibilidad necesaria para que en la crisis de las Isapre no sean los usuarios los perjudicados. Nuestro foco debe estar en proteger especialmente a los pacientes más débiles del sistema: adultos mayores con múltiples patologías, enfermos crónicos y con necesidades especiales, para quienes el Estado, a través de diversos mecanismos, debe asegurar sus coberturas con las cotizaciones pactadas, y sin que aumente su gasto de bolsillo. También, asegurar la continuidad de operación y los pagos a los prestadores privados institucionales e individuales, porque la red no puede darse el lujo de perder capacidad de respuesta en las condiciones sanitarias actuales.

La solución de corto plazo debe ir acompañada de un plan de mejora estructural, con una etapa de transición. En ambos escenarios, el inmediato y el de mediano plazo, el fortalecimiento de Fonasa es fundamental, tanto en sus facultades, personal y recursos, como en gobernanza. Por un lado, es urgente el fortalecimiento de la red pública de salud. Por otro lado, recordar que en su rol asegurador, Fonasa no se limita a su relación con los prestadores públicos. Así, la posibilidad de licitar seguros complementarios -como se ha adelantado desde el Minsal-, que les permita a los afiliados mantener sus coberturas y prestadores sin aumentar su gasto de bolsillo, puede ser el elemento central de un modelo de transición, que dependerá de cuánto logremos fortalecer a la institución.

Desde el Colmed hemos planteado la necesidad de definir mínimos comunes, bastante consensuados entre los distintos actores del sistema, para avanzar con la urgencia que se requiere, partiendo por un Plan Universal de beneficios, con plazos para el seguro público; mecanismos de contención de costos; universalización de la APS para una lógica de la prevención por sobre la exclusivamente curativa; mecanismos de pago a prestadores por GRD y no por prestación; compensación de riesgo entre usuarios y eliminación de selección de ingreso.

Como país tenemos las capacidades, el capital humano y una red de salud que nos permite creer que podemos transitar a un mejor modelo. El desempeño durante la pandemia, con un sistema que respondió a las necesidades de las personas por sobre su capacidad de pago, con criterios de oportunidad e integración público-privada de prestadores, lo demuestra. La salud dividida entre un sistema público colapsado y otro privado desfinanciado, con las Isapres como parte de la seguridad social, con lógica de mercado y selección por riesgo, ya no da para más… y los pacientes no pueden seguir esperando.

Por Francisca Crispi, presidenta Colegio Médico de Santiago

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