Columna de Gabriel Zaliasnik: El tamaño de mi esperanza



Jorge Luis Borges, al prologar en 1926 su libro homónimo de esta columna, afirmaba con vehemencia que “mi argumento de hoy es la patria: lo que hay en ella de presente, de pasado y de venidero”, y se preguntaba en medio de sus desvelos, “¿qué hemos hecho los argentinos?”. Similar pregunta podríamos hacer cien años después en Chile, de cara al ciclo electoral venidero: ¿Qué hemos hecho los chilenos?, agregando, ¿qué queremos hacer para superar el estancamiento al que nos arrastraron las anquilosadas ideas de extrema izquierda?

Resulta por ello preocupante que ahora que se aproximan elecciones municipales, la fuerza política de la oposición se diluya en la misma medida en que rehúye enfrentar electoralmente al oficialismo con sus mejores candidatos y candidatas en aquellas comunas y zonas donde es más fuerte. En las disputas por Lo Barnechea, Las Condes o Providencia no se construye ni juega la épica propia de quien quiere proponer un proyecto de país exitoso y mirando con optimismo el futuro. Ello se construye y juega en Recoleta, Maipú, Puente Alto, Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, entre otros. Se trata de avanzar culturalmente en comunas que la extrema izquierda colonizó, permeando con su clientelismo a votantes desilusionados o desconocedores del proyecto totalitario que subyace en ese sector político.

De allí que las primarias fueran un patético evento electoral. Parece evidente que la oferta de candidatos para este nuevo ciclo político es de una pobreza infinita. Aquello que se vislumbró este domingo es un anticipo de lo que se avecina en las elecciones parlamentarias y presidenciales próximas si nadie atina prontamente.

La arrogancia de creer que se trata de una carrera corrida por el solo hecho de que el gobierno ha sido extraordinariamente incompetente, puede tener un elevado costo a mediano plazo. Es en Maipú y La Florida y no en Las Condes o Lo Barnechea donde se incuba el futuro de Chile. Por lo mismo, es hora de dejar de lado diferencias mezquinas y anteponer a Chile por sobre cargos y acomodos. Hay que recuperar la esencia del rechazo del 4 de septiembre de 2022, recuperar el enorme caudal de chilenos que vieron en dicha opción la posibilidad de salvar a Chile del irracional proceso refundacional. De poco habrá servido ese triunfo, si ahora, cuando es necesario reconducir al país desde el borde de aquel precipicio, los llamados a hacerlo se pelean irresponsablemente la conducción. Mientras, la izquierda sin nuevas ideas, aferrándose aún a sus viejas banderas, se limita a observar en forma silenciosa cómo la centroderecha y en general la oposición se tropieza una y otra vez, siendo hasta aquí incapaz de recuperar el relato y narrativa que asegure la necesaria prosperidad para el futuro del país y sus ciudadanos. En palabras de Borges, “nuestra realidá vital es grandiosa y nuestra realidá pensada es mendiga”.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho, U. de Chile

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