Columna de Gabriela Clivio: un cuento para antes de dormir

Foto: Andrés Pérez


Por Gabriela Clivio, economista, founding member CFA Society Chile, miembro Comisión Tributaria de la CPC.

Voy a contar un cuento, que como todo cuento empieza con la frase: “Había una vez”. Había una vez, una propuesta económica que buscaba recaudar 8% del PIB (algo logrado solo dos veces en la historia en un periodo de 4 años) lo que implicaba un aumento de la recaudación de 40% con respecto a la recaudación actual, para financiar una lista de demandas sociales que parecía algo así como la lista del Viejo Pascuero. Entre los ítems de esta lista encontrábamos desde la vivienda para todos los inmigrantes hasta una tienda de mejoramiento para el hogar de propiedad estatal y otras varias iniciativas que fueron quedando por el camino.

En el segundo capítulo del cuento, llegó el momento de hablar de un aumento de la recaudación de 5% del PIB, básicamente porque existía una brecha en cuanto la recaudación medida como impuestos sobre el PIB entre Chile y los países de la OCDE, grupo al cual nos sentimos extremadamente orgullosos de pertenecer a pesar de que la propuesta de la Nueva Constitución no se inspira en ninguna Constitución de estos países sino en Venezuela y Bolivia. Costó mucho trabajo sincerar las cifras de recaudación. Aún recuerdo varios conversatorios en los cuales pacientemente explicaba de manera casi repetitiva, pero iluminadora, que las cifras de recaudación de los países de la OCDE y de Chile no eran directamente comparables dado que en el primer caso parte de la recaudación era posteriormente transferida a los contribuyentes como pagos de pensiones o seguridad social, lo que en Chile no sucedía. Finalmente escribí una columna donde al hacer la comparación de peras con peras en lugar de peras con manzanas y remontarnos al momento en el cual los países de la OCDE tenían el mismo nivel de PIB per cápita de Chile esa diferencia en recaudación alcanzaba al 3% del PIB. O sea, si la idea de una reforma tributaria era cerrar esa brecha no se justifica perseguir un alza de 5% en la recaudación. De todas maneras en este capítulo nada se hablaba de eliminar los programas de gasto mal evaluados.

Después tocó el turno del recurrente ejemplo de Uruguay, caso que conozco de memoria y donde a pesar de lo que se diga en debates políticos la realidad dura es que la mejora o los avances en materia de desigualdad no fueron consecuencia de la reforma tributaria última sino resultado del crecimiento económico que experimentó el país. Es más, por lo general las reformas tributarias que buscan aumentar la recaudación tienen un impacto negativo en la inversión privada. Lo cierto es que en Uruguay, fue el crecimiento económico el que permitió la mejora en la distribución del ingreso y no la reforma tributaria.

Y ahora viene el cuarto capítulo donde la idea central es la hipótesis de que la desigualdad en Chile no ha disminuido a lo largo de las últimas décadas porque el indicador Gini que mide la concentración del ingreso así lo deja en evidencia. Nadie se ha preocupado de averiguar si el Gini es un indicador adecuado dada la estructura de la población en Chile y la realidad es que no lo es. El Gini representa un promedio poblacional y, por lo tanto, la mejora experimentada por las generaciones más jóvenes que pesan menos en la población se desvanecen al utilizar este promedio. En resumidas cuentas, el indicador Gini muestra un estancamiento en lugar de la mejora que ha sucedido y podría verse en un estudio de cohortes . Parece ser que estamos usando un termómetro para tomarle la presión a alguien. Abrazamos el índice Gini como si fuera el salvavidas del Titanic y la realidad es que el Gini, tan usado y nombrado no deja ver las mejoras a través de las generaciones.

Es necesario tener muy claras las cifras en las cuales nos basamos para redactar políticas públicas, porque si los datos que usamos para hacer los diagnósticos no son adecuados entonces las políticas públicas tampoco lo serán. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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