Columna de Magdalena Simonetti: Camino a la autonomía

PROTECCIÓN A LA INFANCIA


Cada año, en Chile, hay alrededor de 400 jóvenes para quienes cumplir 18 años significa algo muy distinto de lo que supone para los demás. Este es el número de chicos y chicas que al llegar a la mayoría de edad egresan de las residencias del sistema de protección a la niñez y adolescencia.

Para muchos jóvenes, los 18 años implican cambios emocionantes como la mudanza de una ciudad a otra para continuar su formación, ingresar a la universidad, pasar de los estudios al trabajo, o acceder a una licencia de conducir; pero para la mayoría de los jóvenes que egresan de una residencia de protección, este cumpleaños supone una vivencia angustiosa que los lleva de súbito a enfrentarse a una realidad donde deberán valerse por sí mismos, sin contar con redes de apoyo o las herramientas necesarias para enfrentarla. Son jóvenes que han vivido en residencias de protección para la niñez durante varios años y que, después de una infancia marcada por diversas vulneraciones, en la mayoría de los casos alejados de sus familias, se enfrentan solos al mundo.

Muchos de ellos, además, se encuentran en situaciones complejas de desprotección: un 68% presenta consumo problemático de sustancias, el 45,7% tiene dificultades de aprendizaje y el 39% tiene un diagnóstico de Salud Mental sin tratamiento asociado. Estas complejas situaciones siguen añadiendo capas de dificultad a la soledad y falta de apoyo para enfrentar “la vida adulta”.

Si bien el Estado mandata poder trabajar en programas de apoyo a la vida independiente mientras los niños y niñas están en residencias de protección, estos programas están aún en pañales, no cuentan con lineamientos claros, ni se hacen cargo del apoyo integral que requieren los jóvenes que ya han egresado años anteriores; ni de aquellos que están egresando hoy del sistema residencial. En ese contexto, un grupo de personas que han atravesado esta experiencia, solidarios y valientes, crearon Red Egresa, una fundación dedicada a apoyar a otros egresados de residencias de protección para contribuir al mejoramiento de su calidad de vida, mediante la construcción de redes y el potenciamiento de sus capacidades. También se han vinculado con organizaciones espejo de Latinoamérica para fortalecer su red de apoyo y compartir buenas prácticas en materia de apoyo al egreso residencial y la incidencia en materia de políticas públicas.

Escribo esta columna porque es urgente el poder contar con una política pública que permita brindar un apoyo integral a aquellos niños y niñas que estuvieron bajo el cuidado del Estado y que hoy, son los jóvenes que están egresando solos, sin redes y con mucha incertidumbre y angustia con respecto al futuro. Porque todos somos corresponsables del desarrollo vital de estos jóvenes, nos invito a seguir el ejemplo de los de Red Egresa, quienes han sido capaces de ponerse por delante y tirar del carro (del propio y del de los compañeros).

Recientemente, junto a la Red latinoamericana de egresados de protección, realizaron en Santiago el V Congreso Internacional “Camino a la autonomía”, donde la voz activa de chicas y chicos egresados de 11 países de Latinoamérica fue protagonista. Además de convocar a autoridades nacionales, expertos internacionales y al colectivo de jóvenes egresados del cuidado alternativo residencial; el Congreso se convirtió en un espacio de participación efectiva donde, a través de un petitorio a las autoridades, abogaron para que los Estados Latinoamericanos sean guardianes activos de sus derechos, que ejerzan un monitoreo y control continuo, que garantice su debido cuidado. Asimismo, de este Congreso ha surgido el urgente llamado a que los Estados también actúen preparando a los jóvenes para que cuenten con las herramientas necesarias para iniciar su vida independiente y, en el caso de Chile, brindar acompañamiento integral a los egresados hasta los 24 años, independiente de su continuidad en los estudios.

El trabajo solidario y responsable que están realizando merece ser visto, escuchado y acogido no solo desde el Estado, sino desde la sociedad en su conjunto. Sus demandas no son más que apoyo básico para poder sobreponerse al duro comienzo que han tenido sus vidas y lograr iniciar una vida adulta con más y mejores oportunidades.

Por Magdalena Simonetti, directora ejecutiva Juntos por la Infancia

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