Columna de María José Naudon: Goles y autogoles

Goles y autogoles
Goles y autogoles


El 25 de julio de este año y teniendo a la vista el alza en la aprobación del Presidente Boric, el senador Juan Luis Castro llamó a evitar los autogoles. El subtexto, claro, sugería marcar, también, en la portería contraria.

Al poco tiempo, el deseo se fue por la borda con el caso Amor. En el ojo del huracán la protagonista declaró: “Yo era de las personas que lloraba de felicidad en la Alameda porque ganó Boric, porque como mujer lesbiana, mi miedo de que ganara Kast era enorme. Y ahora resulta que este es el trato que me dan”. Reaccionaba al escándalo detrás de su destitución.

No habían pasado dos semanas cuando Juan Pablo Hermosilla en medio de un juicio extraordinariamente mediático manifestó: “Yo soy una persona de izquierda, yo voté por el Presidente Boric, fui un partidario de este gobierno y me parece inaceptable lo que está pasando (...) Soy gobiernista, pero me duele mucho lo que ocurrió”. Reaccionaba a la celebración del Presidente en relación al juicio en cuestión.

En la otra vereda, el ex capitán de la roja agradecía públicamente el gesto del primer mandatario. “Muchas gracias Presidente por sus palabras en un momento muy especial de mi vida”. ¿Qué había ocurrido? Reaccionaba a las sentidas palabras que Boric le había dedicado a través de redes sociales, expresando gratitud por su trayectoria y resaltando la dignidad y humildad con la que representó al país durante tantos años.

¿Qué hay detrás de estas jugadas?

En la primera; ideología e incoherencia. La destitución de Isabel Amor, por una supuesta relativización de las violaciones a los derechos humanos, evidencia -además de varias otras cosas- un problema de consistencia en la aplicación de los principios. Los derechos humanos son universales y, bajo esa premisa, no debería importar si hablamos de Chile o de Venezuela. Entonces, si ese es el estándar, el PC debería correr la misma suerte.

En la segunda; imprudencia, falta de estrategia o, quizás, una impulsividad que no mide las consecuencias. Una reacción más orientada a generar titulares que a resolver los problemas. Este estilo “auténtico”, que alguna vez fue la varita mágica del candidato Boric, es contraproducente en el ejercicio del gobierno. La falta de consideración respecto de los efectos, expone al gobierno y politiza, en su contra, asuntos que debieron manejarse con mayor cuidado y evitando una innecesaria exposición de cara a la ciudadanía.

En la tercera; oportunismo (la verdad es que en la segunda también). Aunque a primera vista el gesto del Presidente hacia Claudio Bravo pueda parecer entrañable (y el de Hermosilla como una muestra de justicia ejemplar), detrás de sus palabras se percibe una clara apuesta por capitalizar aquello que percibe como una victoria. Esta estrategia (que podría parecer lógica), sumada a la reacción espontánea, resulta fatal y abre enormes riesgos. El juego político, al igual que el fútbol, no siempre premia la improvisación.

Vale la pena preguntarse cuánto nublan los colores de la camiseta, en este juego, la visión general del partido. Porque cuando se pierde de vista la cancha completa y se toman malas decisiones, no son solo los goles en propia puerta los que se vuelven inevitables.

Por María José Naudon, abogada