Opinión

Debemos detener la catástrofe

Personas viajan por la carretera de al-Rashid, la única ruta que une el norte y el sur del territorio palestino, el 2 de abril de 2025. Foto: AFP BASHAR TALEB

Hoy se conmemoran 77 años de la Nakba, término árabe que significa “catástrofe” y que, aunque toma como fecha la creación del Estado de Israel en el suelo histórico palestino, no se refiere a un hito del calendario sino a la inauguración de una política de vulneración sistemática y flagrante del derecho internacional que se mantiene en ejecución hasta nuestros días.

En efecto, desde 1948 el pueblo palestino sufre un continuo de despojo, desplazamiento, ocupación y apartheid que ha ido, literalmente, borrando a Palestina del mapa. Para conseguirlo, Israel ha vulnerado sistemáticamente, desde su creación, las normas más elementales del derecho internacional humanitario; la totalidad de las resoluciones de la institucionalidad mundial al respecto y los derechos humanos más básicos del pueblo palestino. Todos los días.

Así las cosas, la Nakba es también la catástrofe de las reglas que el mundo civilizado ha construido para no repetir las atrocidades vividas durante la primera mitad del sangriento siglo XX. Reglas que no pretenden derogar por decreto los conflictos sino regularlos en un marco de respeto a derechos básicos y elementales, que regulan situaciones de paz y también de guerra. Y nada de eso está siendo respetado.

Israel utiliza hoy el 62% del territorio de Cisjordania bajo diferentes resquicios (imposición de áreas militares, asentamientos ilegales e incluso declaración de reservas naturales). En estas áreas se han instalado, a la fuerza, más de 750.000 colonos israelíes, desplazando forzosamente a las comunidades palestinas que ahí residían. Mientras tanto, los ciudadanos palestinos tienen prohibición de circular libremente y existen carreteras de uso exclusivo para colonos israelíes.

En los últimos años la situación de Palestina se ha agravado notablemente. Además del recrudecimiento del asedio armado, la ocupación y el desplazamiento, la invasión a Gaza cobra una tasa de víctimas que supera el centenar diariamente. Hasta ahora, toda la atrocidad de la ofensiva israelí ha estado amparada en la retaliación frente a los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre de 2023 y ha tenido como principal demanda la liberación de los rehenes israelíes.

Pero Netanyahu no solo ha sobrepasado los límites del derecho internacional (incluso en lo que toca a la guerra: bombardeando hospitales, población civil, usando el agua, los alimentos y las medicinas como armas, entre otros), sino que está borrando sus propios límites al declarar que “no habrá ningún escenario en el que detengamos la guerra (…) incluso si Hamas libera a los rehenes”.

Así las cosas, este continuo histórico, la Nakba es en realidad la catástrofe del mundo. Su perpetradores parecen estar lejos, pero las consecuencias de permitirla sin sanción tangible no solo borrarán completamente del mapa a Palestina sino las reglas, convenciones e instituciones de las que dependemos todos los países que no somos potencias militares.

En un contexto donde la posición geopolítica de Chile ha vuelto a ser materia de atención para el mundo, que mira con renovado interés nuestra posición antártica; el Cabo de Hornos; el cobre; el litio y el rico mar de nuestras costas, la pregunta sobre qué hacer frente a la violación del derecho internacional por parte de Israel debería ser materia obligatoria para quienes aspiran a gobernar Chile en el próximo período. Nos afecta más de lo que creemos.

Por Camilo Feres, director de Asuntos Políticos y Sociales de Azerta

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