División de regiones



SEÑOR DIRECTOR

Se acaba de inaugurar la nueva región del Ñuble, con bombos y platillos, mientras distintos sectores impulsan la creación de la región del Aconcagua. Los datos y cifras reflejan que las nuevas regiones creadas en 2007 no muestran un avance por sobre sus pares ni en términos de crecimiento económico ni desde el punto de vista de la gestión estatal.

Políticamente, hoy es rentable justificar la medida aduciendo mayor exposición de los problemas regionales. Lamentablemente, aunque hoy la región es noticia, el día de mañana pasará desapercibida dentro de un grupo de regiones cada vez mayor.

Nos enfrentamos a una política más bien de carácter popular, que viene a encantar a sus habitantes por un tiempo limitado. Con el correr de los años nos daremos cuenta de que el peso de sus nuevas autoridades no podrá competir con las de la Región Metropolitana, que al concentrar casi el 40% del electorado nacional y encontrarse en el centro del país, convoca de manera mucho más atractiva, tanto a los medios de comunicación como a quienes pretenden ascender en una carrera política.

Las regiones, cada vez más pequeñas, pasarán a un segundo o tercer plano en el foco de los políticos con aspiraciones presidenciales. Para descentralizar el poder es necesario que los cargos regionales sean políticamente atractivos en relación con los capitalinos. Dividir más las regiones tiene el efecto contrario.

Gonzalo Valdés Edwards

Florencia Serra Mora

Centro de Políticas Públicas Universidad Andrés Bello

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