Opinión

El Banco Central para lo macro, el gobierno para lo micro

Andres Perez

La incertidumbre global y la volatilidad de los mercados siguen presentes, a veces con manifestaciones evidentes, otras de forma más latente. Aún es pronto para anticipar las consecuencias finales de las políticas comerciales norteamericanas y las respuestas del resto del mundo, pero es claro que Chile es muy vulnerable a los vaivenes globales, y la única pregunta que surge recurrentemente es ¿qué podemos hacer ante un shock de esta naturaleza?

Hace casi un mes, el Ministerio de Hacienda se reunió con exministros y expresidentes del Banco Central, todos ellos economistas de gran renombre independiente de su domicilio político. Pero más allá de las soluciones que pudieran surgir de ese encuentro, el ejercicio de planificación es valioso en sí. “Los planes son nada, pero la planificación es todo” habría dicho Eisenhower. Y, a veces, las soluciones están tan a la mano como un libro de texto.

Un buen punto de partida para planificar es la evaluación de la situación actual. En esta línea, Chile exhibe tres elementos clave: somos una economía pequeña y abierta con tipo de cambio flexible; la inflación se encuentra levemente sobre el 3 %, pero las expectativas están ancladas a la meta; la brecha de actividad está casi cerrada (es decir, sin holguras de capacidad ni grandes desequilibrios). En este contexto, hoy la tasa de política se encuentra levemente contractiva (aunque cautelosamente convergiendo a la neutralidad).

¿Por qué destacar la política monetaria? Porque en economías pequeñas y abiertas con tipo de cambio flexible, esta es más efectiva que la fiscal para suavizar los shocks externos. En otras palabras, la política monetaria tiene mucho que hacer para poder aliviar los potenciales efectos macroeconómicos de lo que nos venga del exterior.

Sin embargo, esto no es una comida gratis, ya que una política monetaria más expansiva (es decir, con tasas de política más bajas) conllevaría presiones depreciativas generando más competitividad para el sector exportador, pero también a una menor capacidad adquisitiva de las familias.

¿Y el gobierno, particularmente en un contexto de estrechez fiscal (con casi dos décadas de constante aumento de la deuda producto de los persistentes déficits)? Además, para este año se esperan algunos ajustes para poder encauzar la senda fiscal hacia una más sostenible en el mediano plazo.

En este contexto, si el escenario internacional no se complica, el ajuste fiscal podría continuar. Si se comienzan a ver señales de deterioro acotadas de la actividad local, habría espacio para políticas focalizadas en los grupos más vulnerables y afectados (empresas y personas), que pueden ser financiadas con reasignaciones de gasto, sin alterar de manera significativa los compromisos fiscales. Pero, si la situación empeora de manera significativa, el gobierno podría postergar los compromisos fiscales al siguiente gobierno. Actuar sin sobre reaccionar.

Así, en caso de ser necesario, Banco Central tiene más espacio para actuar a nivel macroeconómico, tanto por la estructura de nuestra económica como por la coyuntura local. Por su parte, el gobierno puede ser más cauto en sus medidas, pero no debemos desestimar las medidas microeconómicas que puedan surgir para proteger a los sectores de la sociedad más vulnerables.

*El autor de la columna es economista jefe de LarrainVial Estudios.

Más sobre:OpiniónPulso ColumnasBanco CentralEconomía

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Contenido y experiencias todo el año🎁

Promo Día de la MadreDigital + LT Beneficios $3.990/mes por 6 meses SUSCRÍBETE