¿El Papa invisible?: Los silenciosos primeros seis meses de León XIV
Con un estilo metódico, una forma de gobierno muy sobrio y moviéndose con cautela para aplacar las aguas turbulentas que dejó su antecesor, así describen varios vaticanistas los primeros meses de Robert Prevost a la cabeza de la Iglesia Católica. El primer pontífice estadounidense de la historia no ha generado controversias ni impulsado cambios rápidos y resueltos, sin embargo, aseguran tiene claro su objetivo, es un hábil estratega y está haciendo su juego.
Cuando el 8 de mayo pasado, poco después de las 19.00 horas Robert Prevost salió al balcón de la Basílica de San Pedro convertido en León XIV, tenía claro lo que iba a decir. Lo había escrito poco antes. Al contrario de sus antecesores, el hasta hace poco prefecto del Dicasterio de los Obispos no improvisó ante la multitud reunida en la Plaza San Pedro. Y bajo ese principio parece haberse guiado desde que los cardenales reunidos en la Capilla Sixtina lo eligieron. Un estilo que contrasta con el de su antecesor, muchas veces disruptivo y polémico. Avanza con mesura, coinciden desde Roma varios vaticanistas, decidido a dejar atrás las divisiones en la Iglesia Católica y cuidar los equilibrios.
Como recuerda Matthew Bunson, vicepresidente del canal católico EWTN en una columna en el periódico conservador National Catholic Register, en el pasado reciente transcurridos seis meses de un nuevo papado “había una noción clara de lo que podía deparar el futuro”. Juan Pablo II, por ejemplo, publicó su primera encíclica, Redemptor Hominis y el Papa Francisco pronunció esa famosa frase “¿quién soy yo para juzgar?”, al referirse a los homosexuales, durante su regreso de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro donde llamó a los jóvenes a “hacer lío”. Sin embargo, apunta Bunson, en el caso de León XIV “no hay controversias ni momentos dramáticos”.
El único nombramiento a la cabeza de los ministerios vaticanos fue el de su reemplazante en el dicasterio para los obispos. Una designación obligada para cubrir el puesto que él había dejado vacante. Allí designó a Filippo Ioannone, carmelita napolitano, un hombre que, según el exdirector de L’Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, “es muy reservado, muy equilibrado, muy en el estilo del propio Papa”. Paralelamente, restableció ciertas tradiciones que habían quedado de lado durante el papado anterior, como el uso de la muceta, la rehabilitación de Palacio Apostólico y la reapertura de Castel Gandolfo, la residencia estiva de los papas.
“Con León XIV, se volvió a la tradición de un Papa que conoce los entresijos del Vaticano y que se preocupa desde el principio por no crear un cisma”, dijo recientemente François Euvé, teólogo y redactor jefe de la revista católica Études, al periódico francés Ouest-France. Un punto que recoge el vaticanista italiano Sandro Magister, férreo crítico de Francisco: “La novedad más inesperada y original del Papa León, es la llegada inmediata a la Iglesia de una paz y una serenidad que antes de él se había perdido”. Y esto, agrega, “es gracias a su estilo de gobierno muy sobrio y esencial, pero la incógnita es si este milagro es transitorio o está destinado a consolidarse”.
Según Magister, “el Papa León busca proceder gradualmente, sin quiebres (…), desilusionando quizá a quienes esperaban movimientos rápidos y más resueltos”. Una opinión que comparten muchos en Roma. Nada de improvisaciones. La señal, dicen, la dio aquel día en que fue elegido, cuando apareció ante los fieles con un texto escrito. Un hecho que, según Vian, no sólo revela que “su elección estuvo clara en la mañana de ese día, porque tuvo tiempo de escribirlo, sino que Prevost es alguien que medita antes de hablar”. Un rasgo, dice el exdirector de L’Osservatore Romano, que ha mantenido en estos meses. “Él se atiene a los textos, no hay sorpresas”, señala.
“El Papa León busca proceder gradualmente, sin quiebres (…), desilusionando quizá a quienes esperaban movimientos rápidos y más resueltos”.
“Tranquilidad”, eso define según la periodista argentina y biógrafa de Francisco, Elisabetta Piqué, los primeros meses de León XIV. “Fue electo tras 12 años y 39 días de un papado disruptivo, él es consciente de ello y está moviéndose con mucha cautela, aplacando las aguas”, asegura Piqué, autora junto a Gerard O’Connell de El último cónclave, una crónica personal sobre la elección de Robert Prevost, donde aseguran que éste ya lideraba las preferencias desde la segunda votación. Eso no significa, dice, que sea un “Papa invisible”. “Es verdad”, agrega, “que no quiere ser él el gran protagonista, pero esto no quiere decir que no sea un hábil estratega que, lentamente, está haciendo su juego”.
“Un Papa normal”
En estos seis meses León XIV publicó su primera exhortación apostólica Dilexi te (Te he amado), un documento que comenzó a escribir su antecesor y que él terminó, donde se retoma un tema central para Bergoglio, el de la pobreza y las inequidades del sistema económico. Un texto que, según Vian, “él retocó mucho”, pero que conecta con su antecesor. Una continuidad que destaca Elisabetta Piqué. “El estilo de León XIV es seguramente distinto”, dice, “porque cada Papa tiene su estilo, personalidad y carisma, pero, más allá de las formas y de que ha decidido ponerse la muceta, en la sustancia está en línea con el Papa Francisco”, señala Piqué. “Hay continuidad en el fondo, no en la forma”, como apunta François Euvé.
Pese a ello, según Magister, “sí se están produciendo algunos cambios”. Uno de ellos, asegura, “es la restitución del crédito y la autoridad a la Secretaría de Estado, con la que León trabaja conjuntamente, al contrario que su predecesor”. También, agrega, “se pueden citar los gestos de reconciliación con los tradicionalistas que se habían visto perturbados por la prohibición de la misa en el rito antiguo”. A fines de octubre, por ejemplo, permitió al cardenal Raymond Burke realizar una misa tridentina en uno de los altares de la Basílica de San Pedro, en un hecho impensado durante el papado de Jorge Mario Bergoglio.
“Fue un gesto de distensión”, apunta Vian, para quien León XIV, si bien “se preocupa de hablar de su predecesor, quien lo trajo a Roma y lo hizo cardenal”, su papado se enlaza más con el de otro de sus antecesores, el Papa Pablo VI. “Esto se nota”, dice, “en su afán por buscar consensos, un estilo que se parece mucho al de la actuación del Papa Montini durante el Concilio”, dice el exdirector de L’Osservatore Romano.
“Hablar de Papa invisible es una buena definición, aunque yo diría mejor que es un Papa normal”.
Según Vian, León XIV no es alguien que busca protagonismo como “él mismo lo dijo poco después de asumir ante los cardenales, al sostener que quien tenga autoridad en la Iglesia debe desaparecer para dejar que hable Cristo”. “Por eso”, agrega, “hablar de Papa invisible es una buena definición, aunque”, precisa, “yo diría mejor que es un Papa normal”.
El futuro del papado
Los ritmos del actual pontificado no son los mismos del de Jorge Mario Bergoglio. Un mes después de asumir, Francisco creó el Consejo de Cardenales para elaborar la reforma a la curia y tres meses después viajó a Lampedusa, donde dejó claro que la inmigración sería un tema central de su papado. León XIV avanza a un ritmo más pausado y “con un estilo seguramente distinto”, según Elisabetta Piqué. Sin embargo, “el Papa tiene evidentemente un programa muy suyo”, apunta por su parte Vian. “Él quiere sanar las divisiones de la Iglesia, que ya se encontraba dividida cuando llegó el Papa Francisco, pero que en sus 12 años de pontificado se polarizó aún más”. Además, “busca normalizar el papado y reformarlo de veras” y algunas claves, dice Vian, las dio en la entrevista que le concedió a la periodista estadounidense Elise Ann Allen, donde sostuvo que “la sinodalidad es un poco fría y que lo que él quiere es colegialidad (con los cardenales)”. Algo, agrega, “que viene de los agustinos, cuya principal característica es la de vivir y valorar la comunidad”.
“Fue electo tras 12 años y 39 días de un papado disruptivo, él es consciente de ello y está moviéndose con mucha cautela, aplacando las aguas”.
El 27 de noviembre el León XIV iniciará su primer viaje al exterior. Visitará Turquía para la conmemoración de los 1.700 años de Concilio de Nicea, el primer encuentro ecuménico de la Iglesia Católica y luego se desplazará a Líbano. Paralelamente estaría trabajando en su primera encíclica que, según dijo el prior general de los agustinos, el español Alejandro Moral, al diario romano Il Messaggero abordaría temas como la Inteligencia Artificial y la doctrina social y estaría evaluando convocar a su primer consistorio para enero. Pasos decisivos que irán dando mayor claridad sobre el rumbo del papado de León XIV. “Aún es muy pronto para darle una definición a su pontificado”, dice Elisabetta Piqué, “seis meses no son nada para la Iglesia Católica…”.
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