El Puente y el salario vital
La CUT ha propuesto reemplazar el actual salario mínimo por un salario vital y la candidata Jeannette Jara ha endosado tal propuesta. El salario vital se fijaría inicialmente en $750.000, para luego ir aumentándose hasta alcanzar el nivel objetivo.
En un interesante trabajo sobre la materia, se estima que el salario vital debiera alcanzar el 70 por ciento del ingreso medio disponible chileno, que es un nivel muy elevado en relación al salario mínimo vigente (Trabajo en Debate, 2024).
Chile ya tuvo, unos 80 años atrás, un sueldo vital, es decir, una remuneración mínima necesaria para satisfacer las necesidades indispensables para la vida del empleado, alimentación, vestuario y habitación; y también las que requiera su integral subsistencia (Ley 7.295 de 1942). Esa disposición, por impráctica, fue muy pronto reemplazada por un sueldo mínimo, esquema que perdura hasta el presente.
El principal problema de la propuesta CUT/Jara es que -por la elevada alza implícita de las remuneraciones- generaría inicialmente un altísimo nivel de desempleo, que a lo largo del tiempo se traduciría en una reducción de la fuerza de trabajo, en un aumento de la informalidad, y en una caída de los ingresos de los trabajadores en este último mercado. Tal proceso repercutiría en una reducción de la ya alicaída tasa de crecimiento del país. Es decir, todo malo.
Tanto así que, después de proponer la transición al salario vital, la propia Jeannette Jara declaró que ningún alza del salario hacia el vital se va a hacer sin subsidiar a las pymes. Pues bien, ¿con qué criterio se distribuirían esos subsidios para lograr que en la práctica se optimice el empleo y no se termine en una repartija de plata en favor de los más vivos? Pareciera una tarea imposible.
En cambio, El Puente, una propuesta de un grupo transversal de economistas que invito a leer, propone flexibilizar el mercado laboral para optimizar el empleo y simultáneamente implementar un impuesto negativo al ingreso, para suplementar las rentas de las personas de menores entradas. Este impuesto negativo es, en realidad, un subsidio de carácter progresivo a las personas que tienen ingresos menores a los socialmente considerados como mínimos necesarios para vivir dignamente.
En definitiva, hay un objetivo prácticamente consensuado en suplementar los ingresos de las personas de menores ingresos, que les permitan vivir dignamente. Sin embargo, la manera de lograrlo difiere notoriamente entre aquella propuesta por la CUT y la candidata Jeannette Jara, y aquella del Puente. La primera manera, la de la CUT y la de la candidata, distorsiona la asignación de recursos y por ende afecta el nivel del PIB por persona, en cambio la segunda, la del Puente, propende a la optimización del empleo y a la aceleración del ingreso per cápita.
Por Rolf Lüders, economista
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