El virus de la desconfianza



Por Carlos Correa, ingeniero civil industrial, MBA

En el reporte diario que entregan las autoridades de Salud hay una serie de indicadores que han hecho la delicia de los nuevos epidemiólogos surgidos en las redes sociales. El reporte incluye ahora disponibilidad de ventiladores, situación de comunas afectadas, junto con otros varios que dan la sensación de un gobierno que tiene información precisa de cómo ocurre la pandemia en Chile.

Si se compara con realidades similares, el gobierno parece en control de la situación. No hay una estampida en la cantidad de fallecidos y el sistema hospitalario no ha colapsado. La fallida compra de ventiladores mecánicos no ha resultado en una tragedia, hasta ahora. Además de ello, y contradiciendo la doctrina de años, se está trabajando en producción nacional de implementos de salud, apalancada con recursos fiscales. Lo que años atrás habría sido una herejía, que provocaba desviación de comercio y, por tanto, ineficiencia, es hoy una buena política económica. Más allá de su manía de pelear siempre con alguien, Mañalich ha demostrado que tiene sangre fría y capacidad técnica para este momento.

También la popularidad del Presidente ha aumentado, en especial entre sus propios votantes, como muestra la encuesta Cadem de esta semana. En el oficialismo criticaron con dureza al Mandatario por su selfie en la “zona cero” del estallido social, pero ahora este podrá retrucarles que esa foto fue parte de una estrategia para recuperar el voto duro. Nada es más dulce para el Mandatario que retomar el control de sus propias filas.

El problema del gobierno sigue siendo la desconfianza instalada en Chile, que hace también difícil mantener la disciplina necesaria en el tiempo para enfrentar el Covid-19. El temor de los ciudadanos ante la enfermedad sigue siendo el título de la canción. Esto acrecienta las políticas de autocuidado, pero también reacciones nerviosas como la ocurrida en un supermercado o las que sucederán esta semana que empiezan a trabajar muchos funcionarios públicos.

La responsabilidad está también en los actos comunicacionales de figuras del gobierno. El propio ministro de Salud ha cambiado tres veces de versión sobre la provisión de ventiladores mecánicos. Su afirmación sobre una reunión con el embajador chino, donde habría acordado la donación de 500 de estos elementos, fue desmentida ayer por el diplomático en una entrevista publicada en este diario. La filtración de una minuta a diarios argentinos genera la idea de que a algunos le importan más las comparaciones que el manejo ponderado de la crisis.

La decisión de enviar a trabajar a los funcionarios públicos se filtró antes de que se publicaran los instructivos. La vocera de gobierno calificó a los trabajadores del Estado de “primera línea”, siguiendo con su práctica de metáforas poco felices. Si el 73% de los encuestados por Cadem tiene temor de contagiarse, la exhortación hecha para ir al frente del combate generará la sensación de que los están enviando al sacrificio.

Los casos de Estados Unidos y España muestran el valor de la confianza como herramienta para controlar la pandemia. En ambas situaciones, gobiernos oscilantes que prefirieron sus propias apuestas en vez de acuerdos con la oposición terminaron en más muertos e infectados. Por ello, junto con los ventiladores, las medidas de aislamiento, las mascarillas en lugares públicos, el Ejecutivo chileno necesita controlar el virus de la falta de credibilidad.

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