Equivocada lectura del triunfo del Apruebo



La oposición parece estar viviendo por estos días un nuevo aire. Pese a sus múltiples fracturas y la incapacidad para tener un relato común, parece haber encontrado un punto de unidad en las embestidas en contra del gobierno, especialmente en lo que toca a las acusaciones constitucionales. A pesar del abuso que se ha hecho con esta herramienta, por estos días fue nuevamente utilizada para forzar la destitución de un ministro de Estado, esta vez de la cartera de Interior. Desde el punto de vista del cálculo mezquino, tal maniobra ha sido útil para efectos de infligir daño al oficialismo, pues en lo que va de esta administración es el tercer titular de Interior que debe dejar el cargo. Todavía más, algunos sectores ya anuncian una nueva acusación, esta vez en contra del ministro de Hacienda, por la polémica que ha generado la solicitud que hizo dicho ministerio a la Superintendencia de Pensiones a fin de que le reportara el RUT de quienes retiraron el 10% de las AFP.

También se han visto renovados bríos con el nuevo retiro de fondos desde las AFP, siempre bajo el justificativo de que el gobierno ha llegado tarde con las ayudas a la población, pero desentendiéndose por completo del irreparable daño que ello generaría en las futuras pensiones de los chilenos. A esta reforma también se han sumado amplios sectores del oficialismo, haciéndose eco de que “no se puede dar la espalda a la ciudadanía”.

Una parte importante de estos nuevos bríos de la oposición parece provenir del abrumador resultado que obtuvo la opción Apruebo en el reciente plebiscito constitucional. Puesto que fue la opción que promovió la centroizquierda, entonces este resultado pretende ser leído al interior de dicho sector político como una validación de la ciudadanía a su quehacer, alimentando la idea de que es un triunfo le pertenece y que por tanto puede capitalizar para sí. Por ello no debe extrañar que en los recientes debates legislativos se haya escuchado a numerosos parlamentarios -especialmente de oposición- señalar que el retiro del 10% así como otras reformas sociales en estudio se justifican mucho más porque ese anhelo es lo que estaría detrás del “80%”.

Pero todo ello constituye en realidad una errada comprensión de lo que ocurrió en las urnas aquel 25 de octubre. El masivo triunfo del Apruebo es la expresión de la necesidad de un cambio de Constitución, y el deseo de que el nuevo texto sea redactado por los propios ciudadanos, antes que por los representantes de los partidos políticos. El inmenso caudal de votos obtenidos desborda los márgenes de izquierda y derecha, y por tanto es una pretensión absurda confundir esos resultados con un endoso o una aprobación a un determinado sector político, como así también pretender erigirse como los portavoces del Apruebo.

Quienes reclaman para sí este triunfo y buscan capitalizarlo para sus propios intereses están haciendo un uso mañoso de estos resultados, y desde luego desnaturalizando por completo el sentido del reciente plebiscito. Por ello el “80%” no puede ser utilizado como pretexto para impulsar cualquier tipo de agenda, ni pretender que es una vía libre para desentenderse de los costos o efectos indeseados de una legislación, derribar ministros de Estado o un justificativo para pasar por alto la necesaria deliberación que debe tener lugar en el Congreso, cuyo papel seguirá siendo esencial para el devenir del país. Es necesario reiterar que el único rol de la Convención Constitucional será elaborar la nueva Carta Magna, pero la elaboración de las leyes que el país requiere seguirá siendo potestad indelegable de la sede parlamentaria, la que deberán responder ante el país por los aciertos o desaciertos que cometa.

El momento de discutir sobre la Constitución llegará a partir de abril, cuando corresponda elegir a los constituyentes, así como alcaldes, concejales y gobernadores regionales. Allí los partidos políticos medirán sus fuerzas y entonces será posible darse una idea de cuál es el peso de las distintas corrientes ideológicas. El mapa que resulte de ello muy probablemente diferirá de lo que se vio en las opciones binarias del plebiscito. Es tal la magnitud de los desafíos que vienen por delante -por de pronto sacar al país del estancamiento económico-, que no hay margen para las actuaciones irresponsables o populistas.

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