Opinión

La garra delictual

La garra delictual Felipe Zanca/Photosport FELIPE ZANCA/PHOTOSPORT

Esta semana volvimos a ver en acción a la llamada “garra blanca”, la barra brava de Colo-Colo. Lo cierto es que parecieran ser poco “colocolinos”, ya que le han hecho más daño al club de lo que lo han beneficiado. Desde ya, no puede ser que se hable más de ellos que del Club. Tras los desastrosos acontecimientos de abril que terminaron con muertes y los “garristas” en la cancha, esta semana aparecieron robando y causando desmanes en Fortaleza, Brasil. Tras esto, el cuadro albo cayó por 4 -0 contra los brasileros.

La gran pregunta es si la garra blanca representa realmente a los hinchas de Colo-Colo. La verdad es que no. Colo-Colo es un emblema país que es seguido por muchos chilenos. La garra blanca no es una asociación de hinchas, sino una “asociación delictual”. Se trata de una especie de “matones”, que vistiéndose de barristas, y por tanto de “pueblo”, aprovechan esa investidura para cometer crímenes. Robar, destruir, provocar desórdenes públicos, riñas y muertes es lo que hacen. Los vecinos del área del Estadio Monumental viven constantes infiernos. Tenían un buen barrio, hasta que el club se instaló ahí. Blanco y Negro no los frena, por el contrario, los financian. Esto no es un juego, es una “trampa mortal” que Chile no puede seguir permitiendo. No se nos puede olvidar que las barras bravas fueron la base de la llamada “primera línea”, esa que estaba dispuesta a destruir la propiedad pública y privada para exigir que se cumplieran sus deseos. Formas matonescas que validan la violencia. La “Garra Blanca” tiene prontuario, sus acciones desde los 90 los condenan. Constantes enfrentamientos con “los de abajo” y con Carabineros. De hecho, en octubre de 1990, miembros de la “Garra Blanca” golpearon a Danilo Rodríguez, simpatizante de la Unión Española de solo 17 años, quien agonizó por seis días antes de fallecer. En 1994 destruyeron parte de la cabecera norte del Estadio Nacional, lo que llevó a promulgar la “Ley de violencia en los estadios”. En diciembre de 2000 “el Barti” apuñaló a “el Huinca” frente a las cámaras de televisión, hecho que bajo la nueva ley, implicó condenas para ambos, uno por cinco años por homicidio frustrado. En abril de 2015, “los garristas” lanzaron bombas de humo a la cancha y destruyeron el sector Arica del Estadio Monumental y en diciembre de ese mismo año atacaron a un hincha de Santiago Wanders dejándolo gravemente herido. En junio de 2012, “la garra” desde su turba apuñaló con resultado de muerte a Francisco Figueroa Muñoz, el “Mero Mero”, miembro del piño Spectros, quienes pertenecían a la facción de Los Ilegales. Pura cultura narco vestida de blanco.

La Garra Blanca es una asociación que se transforma en un ente de “pertenencia” cuasi “religioso”, ya que da sentido y propósito a los “marginados” de la sociedad. Es decir, a todo quien se siente desplazado y tiene “rabia”. Por lo mismo, se convierte en presa fácil del crimen organizado y el narcotráfico. Es precisamente lo que ningún país quiere fomentar. Usan acciones de “matonaje” para exigir prebendas, pagos y entradas a los clubes y más allá. Son criminales que usan la extorción y otras acciones para obtener lo que buscan. Para ellos no hay “Dios ni ley”. Tenían prohibido viajar por ley y miles viajaron. Su cultura es “lo flaite” en toda su expresión y hacen un daño mortal a lo que dicen defender y amar, a Colo-Colo. Blanco y Negro no ha sabido pararlos, ya que les teme. Chile no ha sabido pararlos, porque sabe que sus conexiones están arraigadas con el crimen organizado. La pregunta es si realmente la política y el país quieren terminar con el narcotráfico y la criminalidad. Si fuese así, la Garra Blanca y las otras barras bravas no podrían existir y menos ser. Lo cierto es que a cierta parte de la política les fueron serviles. No nos olvidemos que en el ex Congreso Nacional la primera línea fue recibida con vítores de héroes. La “escoria” no puede nunca ser elevada al heroísmo, ya que son la antítesis de eso. El propio Presidente decía en X en el contexto de octubre de 2019, “perdimos mucho tiempo peleando entre nosotros…”, se sentía parte de las barras bravas y validaba su acción. Siendo diputado las había defendido y votado en contra de aumentar las penas contra ellos. Ellos son el “octubrismo”, lo que ya no es popular, ni validado socialmente, sino que algo indeseable.

Hoy, tras la derrota de Colo-Colo, la Garra Blanca hace un duro comunicado exigiendo lo que no tienen derecho a exigir. Se lanzaron contra Esteban Pavez y Brayan Cortés. Debido a que estos jugadores criticaron a “los garristas”, ellos quieren sus salidas. Exigen al club sacarlos, pero no tienen potestad para hacerlo. Se autoarrogan ser “los representantes del pueblo albo” y no lo son. Lo cierto es que esta situación es intolerable y si el club lo aguanta, quiere decir que Colo-Colo ha perdido su alma y que no merece “ser Chile”. No deben dejarse amedrentar, ya que es más que aconsejable hacer lo que se debe, al menos a veces. Para empezar a hacerlo hay que partir por entender y reconocer que “ la garra es delictual” y, por tanto, no se les puede obedecer, porque entonces serían cómplices de los delitos.

Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista

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