La paz armada
La tregua con la que Israel puso un alto al genocidio del pueblo palestino en Gaza tuvo una interrupción que costó más de 11 vidas. La forma en la que Israel decidió castigar a Hamas por no poder entregar los cuerpos de todos los rehenes de su horrible atentado de octubre de 2023 fue la de seguir atacando de forma indiscriminada a una población que ya no tiene qué comer, mucho menos cómo defenderse. Y, con ello, Israel dio un corolario de la verdadera paz armada que orquestó Trump.
Hay que reconocer que el Presidente norteamericano ocupó todo el músculo diplomático (y militar) de su país para forzar una tregua y la liberación de rehenes. Su discurso en el Knesset no pudo ser más claro: le dijo a Israel que sólo les queda EE.UU. de su lado y que no tenían espacio para continuar la masacre. Sin embargo, la situación no es tan simple con su otra obsesión internacional: terminar con la guerra entre Rusia y Ucrania. A pesar de sus intentos, las relaciones entre Rusia y China están en el mejor pie posible, lo que hace difícil ejercer la fuerza.
Pero mientras Trump se trata de posicionar como candidato al Nobel de la Paz en la escena internacional, lleva adelante un ataque a su propia gente de manera interna. Lo que en otros momentos podría parecer una hipérbole, hoy parece ser una opinión creciente entre distintos expertos. El gobierno federal ha llevado a una militarización de una serie de ciudades que no comulgan con sus deseos totalitarios. Las calles de Washington D.C., Chicago o Portland están plagadas de la Guardia Nacional, la fuerza militarizada que está llamada a contener emergencias.
La justificación para estas acciones es una supuesta escalada en crimen en estas ciudades, la que haría necesaria intervención militar desde el gobierno federal. Pero las estadísticas muestran que hay un número alto de otras ciudades con indicadores criminales mucho más altos, pero que no han sido tocadas por Trump. ¿Qué es lo que tienen en común? Que las ciudades con crimen alto que no han sido intervenidas están gobernadas por el Partido Republicano, el mismo del Presidente. Con ello, queda claro dónde están los verdaderos intereses de esta escalada y el verdadero compromiso democrático del actual gobierno.
Esta, también, es una estrategia clásica de líderes autoritarios que buscan crear la idea de que son hombres fuertes. El guion parte con la creación de una crisis o emergencia que, aunque sea aparente, sirve para movilizar a los adherentes. El siguiente paso es posicionarse como el único capaz de resolver esa crisis y, a los mecanismos democráticos, como obstáculos para conseguirlo.
Mientras Trump busca forzar su paz a nivel internacional, aplica la fuerza contra sus propios ciudadanos. Que esto sirva de advertencia sobre quienes buscan parecerse a él, creando emergencias como excusas para justificar lo injustificable.
Por Javier Sajuria, profesor de Ciencia Política en Queen Mary University of London y director de Espacio Público
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