La tercera narrativa restaura el equilibrio sobre Palestina
Durante décadas, dos narrativas contrapuestas han moldeado el discurso mundial sobre Palestina: la de una nación palestina ocupada que lucha por su liberación, y la de la potencia ocupante israelí, basada en el control, la justificación y la manipulación. Esta última —la narrativa de la ocupación sionista— ha dominado la escena internacional, distorsionando la realidad y silenciando la verdad mediante la influencia política y la desinformación sistemática.
Los dos últimos dos años han marcado una ruptura profunda en este desequilibrio. Por primera vez, el mundo entero ha sido testigo de un genocidio transmitido en vivo, presenciando en tiempo real atrocidades que abrieron un nuevo capítulo de tragedia, dolor e injusticia en la historia del pueblo palestino y, al mismo tiempo, uno de los capítulos más oscuros en la historia moral de la humanidad. Gaza ha sido devastada hasta sus cimientos, sumida en un genocidio atroz y en una hambruna de nivel 5 provocada por el hombre, resultado directo de un asedio intencional y de la obstrucción sistemática de la ayuda humanitaria. Las escenas provenientes de Gaza siguen siendo insoportables: barrios enteros borrados del mapa, familias sepultadas bajo los escombros, hospitales bombardeados y ayuda humanitaria vital restringida deliberadamente. No se trata de una crisis política o un “daño colateral”: es la catástrofe humanitaria más mortal de nuestra historia contemporánea pues ha sido manufacturada de forma calculada, poniendo en especial riesgo a los más vulnerables, los niños.
Los niños merecen seguridad, dignidad y paz. Toda guerra es una guerra contra los niños. Durante dos años, más de 20.000 niños palestinos han sido asesinados en Gaza; 25.000 quedaron huérfanos y 5.000 fueron amputados. La tragedia continúa desarrollándose, mientras que en Cisjordania el horror persiste bajo distintas estrategias: violencia de colonos, detenciones arbitrarias masivas, confiscaciones sistemáticas de tierras y la constante anexión de territorio palestino, lo que en esencia significa la colonización del futuro de las generaciones venideras.
Al mismo tiempo, un cambio extraordinario e histórico ha comenzado a tomar forma en el escenario mundial. La reciente ola de reconocimientos del Estado de Palestina, tanto en 2024 como en 2025, ha elevado el número total de países que reconocen a Palestina a 160 de los 193 Estados Miembros de la ONU. Este consenso creciente refleja el surgimiento de lo que podría denominarse la Tercera Narrativa: la narrativa de la justicia global y de la conciencia colectiva.
Esta narrativa emergente no es el producto de la política, sino el resurgimiento de la conciencia moral y jurídica de la humanidad. La narrativa palestina, antes silenciada, distorsionada o confinada a los márgenes del debate internacional, hoy está siendo afirmada y defendida por naciones y pueblos en todo el mundo. Lo que durante tanto tiempo fue negado, hoy se sostiene sobre los mismos principios consagrados en el derecho internacional: el derecho de los pueblos a la autodeterminación, la libertad y la dignidad.
Las justificaciones de la ocupación —antes protegidas por la propaganda y el poder— han colapsado bajo el peso de la verdad y la rendición de cuentas. Ninguna retórica puede seguir ocultando lo que el Derecho Internacional ha definido claramente: que la colonización, la anexión y el castigo colectivo constituyen violaciones graves de los derechos humanos y crímenes de guerra bajo jurisdicción internacional.
Es imposible pasar por alto el inmenso costo humano que ha soportado nuestro pueblo a lo largo de los últimos setenta y siete años desde la Nakba —la catástrofe palestina— y los cincuenta y ocho años de ocupación ilegal prolongada, tal como lo documentan numerosos informes de las Naciones Unidas y lo ha confirmado la Corte Internacional de Justicia. La era de las excusas ha terminado. Debe comenzar la era de la verdad, la justicia y la rendición de cuentas —y con ella, el amanecer de una paz justa y duradera para Palestina y para toda la humanidad.
El impulso construido a lo largo de siete décadas de dolor debe ahora culminar en justicia. La tercera narrativa —la narrativa de la humanidad global, el derecho internacional y la responsabilidad moral— llama a la Comunidad Internacional a actuar con decisión. Exige que los palestinos sean reconocidos no solo como víctimas de la opresión, sino como actores legítimos en la construcción de un orden mundial justo y equitativo.
La voz de la tercera narrativa, fortalecida por su resonancia humana global y sustentada en el poder del Derecho Internacional, hace un llamado a la humanidad para garantizar que el pueblo palestino nunca más sea olvidado, silenciado o abandonado. La ocupación israelí debe llegar a su fin, y Palestina debe ser reconocida como Estado miembro pleno de las Naciones Unidas, un paso largamente postergado y esencial hacia la justicia, la dignidad humana y una paz duradera, fundada en la legalidad internacional y en la conciencia colectiva de la humanidad.
Por Vera Baboun, embajadora del Estado de Palestina en Chile.
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