SEÑOR DIRECTOR

Ya es recurrente ver la deficiencia del trabajo legislativo. Ya son varias las leyes inconstitucionales -iniciadas por moción parlamentaria- que se dictan para la galería sin medir las graves consecuencias. La irresponsabilidad campea en nuestro Congreso ante la pasividad del poder colegislativo.

Solo dos ejemplos. El primero es la Ley de la Jibia, que simplemente liquidó a pescadores industriales y artesanales, bajo el pretexto de defender a estos últimos. A los pocos meses, cuando nadie pudo pescar y se cerraron las plantas, los parlamentarios que la apoyaron buscaron atrasar, sin éxito, su entrada en vigencia.

El segundo, más reciente, es el caso de la Ley de Protección del Empleo, que va a terminar perjudicando a empresas y trabajadores, bajo la justificación de defender a estos últimos. Ante la imposibilidad de empresas por acogerse a esta ley, por el gravamen que impone de distribuir dividendos, entonces se optará por despedir a trabajadores más que utilizar la ley. Como de costumbre, los vacíos y confusiones de la ley obligarán a corregirla en corto plazo ante la evidencia de sus efectos negativos en las empresas y trabajadores.

Reagan decía “me he preguntado muchas veces cómo serían los Diez Mandamientos si Moisés hubiera tenido que pasarlos por el Congreso de los Estados Unidos”. Afortunadamente, Reagan no está vivo para ver el nuestro.

Francisco Orrego B.