Nadie sabe para quien trabaja

FOTO CAMILO ALFARO /AGENCIA UNO

Aun si la leve reconciliación de la ciudadanía con las AFPs termina siendo un fenómeno transitorio, no deja de ser paradójico que algunos parlamentarios sigan creyendo que han dado un primer paso en la eliminación del principal actor del sistema previsional chileno.



Más de US$ 3.100 millones han sido retirados de los fondos previsionales administrados por las AFPs. Muchos de los parlamentarios que votaron a favor de la iniciativa siguen pensando que esto va en directa ayuda de las familias que se han visto afectadas por la crisis sanitaria (y social) que vive nuestro país. Otros, por su parte, siguen creyendo que han clavado un puñal en el corazón del sistema de capitalización individual chileno. Y no fueron pocos los parlamentarios que buscaban este doble fin: ayudar a quienes se encontraban en situación de necesidad debido los coletazos económicos de la pandemia, y atestar un primer golpe al sistema de capitalización individual. En la práctica, los efectos reales de esta iniciativa pueden horadar no solo los fines que se buscaban con ella, sino que cualquier reforma que busque introducir mayores niveles de solidaridad al sistema previsional chileno.

En los últimos días hemos sido testigos de dos efectos no deseados, y aparentemente no previstos, por quienes votaron a favor del retiro del 10% (solo el tiempo dirá qué otras consecuencias tendrá esta medida). El primero de ellos es la reaparición de una cierta fiebre de consumo que tan cínicamente se ha criticado en las últimas décadas. El segundo es el inesperado espaldarazo que esto ha dado a las AFPs en términos de confianza ciudadana.

Para ilustrar el primer punto, basta ver en qué están gastando sus recursos quienes han retirado el 10%. Sin duda, muchos han pagado deudas, sobre todo en el sistema financiero informal: prestamistas callejeros o casas de empeño, cuyas tasas de interés suelen ser exorbitantes. Pero un porcentaje no menor de la población se volcó a dos tipos de bienes que ya son símbolo de la fiebre de consumo que acecha a Chile desde los 90: tecnología y automóviles.

El fin de semana recién pasado las ventas de televisores y línea blanca se dispararon a niveles previos al 18 de octubre. Circulan en diversos medios imágenes de vitrinas vacías por falta de inventarios. Muchas casas comerciales anticipaban un aumento del consumo producto del retiro del 10%, pero algunos no alcanzaron a diseñar sus campañas de descuento. A juzgar por las vitrinas vacías, ello no importó demasiado. Por su parte, las cotizaciones de compra de autos con fines particulares han aumentado en más de un 50%. Puede ser que un porcentaje de dichas intenciones de compra obedezca a personas que buscan transformar dichos autos en una herramienta de trabajo (no debemos olvidar que el negocio del delivery está en pleno auge). Lo anterior no quita que, en muchos casos, el gasto en tecnología y automóviles puede obedecer simplemente a algo que ha sido bien documentado en la literatura especializada: la fiebre de consumo que acompaña a un periodo largo de encierro.

¿Qué hay del segundo fin que buscaban los partidarios la iniciativa que permite retirar el 10% de los ahorros previsionales? Como se ha dicho, lo que se buscaba era propinarle un “golpe” a las AFPs, pero al parecer muchos parlamentarios no contaban con la astucia comunicacional de las administradoras de fondos, así como con la eficiencia con la que han manejado hasta ahora el proceso de retiro. Según la última encuesta Cadem, los niveles de confianza en las AFPs llegaron a niveles previos a la crisis de octubre, pasando de un 9% a un 23%. Aún son unas de las instituciones peor evaluadas en términos de la confianza que generan en la ciudadanía, pero un aumento de 14 puntos porcentuales en materia de confianza ciudadana está lejos de indicar una puñalada al corazón. ¿Cuánto durará esta modesta revaloración de las AFPs? No lo sabemos. Como fuere, la idea de haberle propinado un golpe a las administradoras de fondos previsionales parece una ilusión.

¿Qué lecciones podemos aprender a pocos días del comienzo del retiro de fondos? Primero, que la lógica del “ahorro forzoso”, y la noción de propiedad implícita en ella, hará muy difícil que la ciudadanía comprenda que quienes votaron a favor del retiro bajo la premisa de que los fondos son propiedad exclusiva de los ahorrantes, más tarde intenten promover un sistema de pensiones que requiera de una cierta socialización de los ahorros. Segundo, que aun si la leve reconciliación de la ciudadanía con las AFPs termina siendo un fenómeno transitorio, no deja de ser paradójico que algunos parlamentarios sigan creyendo que han dado un primer paso en la eliminación del principal actor del sistema previsional chileno. ¿Será que estamos ante la vieja estrategia marxista de acelerar las contradicciones internas de un sistema para que surja una alternativa más justa? Esperemos que no sea esa la estrategia de quienes votaron a favor del 10%. Sabemos cómo termina esa historia.

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