Nosotras la Convención



Por Paula Walker, profesora Escuela de Periodismo Usach

La mesa elegida democráticamente del poder constituyente chileno, encabezada por Elisa Loncón y Jaime Bassa, ha manejado estas primeras horas con versatilidad, aplomo, paciencia y sabiduría. El gobierno, encabezado por el Presidente Sebastián Piñera, cometió un error inexcusable que han decidido llamar “error de conexión”, que tuvo como consecuencia quitar el apoyo operativo a la mesa recién elegida y dejar a la deriva a 155 constituyentes durante los primeros dos días. A pesar de contar con un presupuesto de 1.300 millones de pesos, según información de Chile Transparente, las y los convencionales no tenían lápices, basureros, papel higiénico, computadores ni Internet, ni salones habilitados para reunirse, ni papel o impresoras. No había protocolo sanitario en el medio de una pandemia. Incluso los funcionarios políticos del gobierno aventuraron que la culpa de este primer momento era de la mesa, empujando la idea de que las personas elegidas no son capaces de dirigir esta conversación constitucional.

El vicepresidente, abogado Jaime Bassa, declaró en la sesión inaugural que fueron abandonadas a su suerte: “Sentimos que venía una caída libre de la Convención”, dijo. Destacó que gracias a una “red de contención” solidaria y gratuita, integrada por trabajadores y trabajadoras del Estado, de universidades estatales, gremios y organizaciones populares, se les dio sustento y posibilitó que el miércoles la Convención Constituyente tuviera su primera sesión. Reconoció el liderazgo y manejo de su presidenta, Elisa Loncón.

Esto me recordó las historias de los primeros funcionarios del gobierno del Presidente Aylwin, que al entrar en La Moneda, recuperada la democracia, se encontraron con la pérdida de cuadros históricos, cortinas, estufas y daños en infraestructura. El desalojo de la dictadura, a través del plebiscito, fue con matonaje y daño. Han pasado 30 años y el gobierno de derecha tuvo la oportunidad de apoyar lealmente al poder constituyente, democrático y popular, pero prefirieron hacer trampitas frente a todo Chile y al mundo.

En estos dos días de trabajo frenético, la mesa constituyente se armó de poder, de mucho más poder que el día que comenzaron. A pesar de que les pusieron obstáculos técnicos y políticos, la mesa supo sortearlos protegidos por las redes de un país interesado en que tengamos éxito en el camino de escribir una nueva Constitución.

El clima de opinión pública que rodea a la Convención Constitucional tiene dos caras: una de esperanza, solidaridad y colaborativa para que opere bien; la otra es de burla, mofa, que busca torpedearla, que le llaman “circo”, como escribió un columnista en este mismo diario. Esas personas son minorías, esos grupos son minorías, la gran mayoría miramos con esperanza y colaboraremos para que el poder constituyente pueda trabajar. El éxito de Elisa, Jaime, Alejandra, Patricio, Natividad, Luis, Aurora, Helmuth, Constanza… es el éxito de Chile.

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