¿Por qué fortalecer los partidos políticos?


Por Claudio Pérez Lillo, director Ejecutivo Centro de Estudios del Desarrollo

Los partidos políticos son fundamentales para la democracia. Su ejercicio supone la existencia de instituciones que unifiquen, agreguen, medien y representen los intereses de los ciudadanos ante el Estado. Los partidos recogen y articulan las necesidades de la sociedad y trabajan para agregarlas y transformarlas en propuestas que someten al escrutinio público, forman a la ciudadanía sobre las ventajas y desventajas de las políticas públicas, construyen mayorías que permitan entregar gobernabilidad y reclutan y forman a personas para ser parte del gobierno.

Otra función importante de los partidos es la construcción de oposiciones. Un sistema de partidos fuertes supone la capacidad de estos de construir oposiciones democráticas que permitan fiscalizar adecuadamente el ejercicio del poder por parte del Ejecutivo y contribuir, de ser necesario, en las distintas agendas gubernamentales.

La última encuesta CEP abril-mayo 2022 señala que solo el 4% de los encuestados tiene mucha o bastante confianza en los partidos políticos, siendo la institución con más baja confianza. Lo anterior ha producido que otro actor colectivo como son los movimientos sociales cobre una mayor relevancia.

Los movimientos sociales, que han sido importantes en el logro de cambios y reformas sociales, nacen generalmente de la desconfianza o rechazo de las vías institucionales y las formas tradicionales de acción política. Sin perjuicio de lo anterior, lo cierto es que debe existir una adecuada relación entre partidos y movimientos sociales que permita canalizar institucionalmente las demandas sociales. Los partidos políticos pueden transformar la protesta social particular en propuesta de interés nacional y en políticas públicas.

Adicionalmente, han surgido diversos “movimientos políticos”, que a diferencia de los partidos políticos muestran un alto grado de desinstitucionalización y no se rigen por el marco normativo al que están sometidos los partidos. Lo anterior no es menos relevante, pues se desconocen sus mecanismos de financiamiento y democracia interna.

No existe democracia sin partidos. Los movimientos sociales y “movimientos políticos” no reemplazan a los partidos políticos en sus funciones y estos últimos, sin perjuicio, de su necesaria reforma y modernización, permiten construir gobiernos y oposiciones estables.

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