Reconciliación de las segundas generaciones



SEÑOR DIRECTOR

La historia la escribimos todos, con interpretaciones diversas. Sin embargo, los hechos no son interpretables; como que durante la dictadura se cometieron delitos graves, que quebraron profundamente nuestra sociedad. O que mediante ella y las políticas económicas posteriores, Chile es la economía más estable de Sudamérica.

Como ningún país del mundo salimos de esa época por un esfuerzo común, que solo puede ser leído como victoria de toda esa generación.

Frente a los delitos, Chile ha reaccionado y hay condenados, juicios pendientes y una extensa política de reparación.

Los dolores son, en primer lugar, de las víctimas, y quizás de algunos victimarios. Y, obvio, para su descendencia.

En democracia, las segundas generaciones tenemos la obligación de intentar reconciliarnos. Lo ocurrido en cada atropello no es nuestra historia. Le pertenece a sus actores. A nosotros nos pertenece y obliga la democracia, el respeto a las instituciones, al derecho, a la convivencia pacífica, al diálogo, al sufragio como forma de manifestación política y a los partidos como vehículos de ideas. Estos son los garantes para no volver a una situación como la que antecede al 11 de septiembre y los siguientes 17 años.

Como segunda generación no podemos hacer apología de la violencia. El amor a nuestras familias y al país nos obliga a separar planos donde sea necesario. Y actos como los del hijo de Krasnoff no son admisibles.

María Angélica Benavides Casals

Profesora Derecho Internacional Público Sara Moreno FernándezProfesora Derecho Comercial Universidad Finis Terrae

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