Rumbo a noviembre
Con el resultado de la primaria de la coalición gobernante, se van perfilando las candidaturas para las elecciones de noviembre. Por primera vez, desde la ley que reguló las primarias hace más de diez años, la derecha no se presentó a elecciones para elegir su carta presidencial: sus figuras ya están definidas, aunque siempre podrían surgir sorpresas hasta la inscripción formal. Con candidaturas de la derecha convencional y la ultraderecha solo restaba definir a la abanderada del otro sector. Así, las elecciones de ayer confirmaron la candidatura única del progresismo en la figura de Jeannette Jara.
En términos generales, las primarias cumplen una función informativa: permiten a los votantes enviar señales de preferencia a las candidaturas, que suelen mantenerse estratégicamente ambiguas para conservar flexibilidad. La evidencia científica, basada principalmente en la experiencia de Estados Unidos, muestra que las primarias influyen tanto en la fortaleza de las candidaturas como en su posicionamiento ideológico. En América Latina, existe evidencia de que las candidaturas elegidas mediante primarias suelen obtener mejores resultados en la elección general que quienes son designadas por otros métodos.
Una expectativa teórica habitual es que las primarias pueden beneficiar a aspirantes más extremos, dado que su electorado es más homogéneo en lo ideológico. Además, la combinación entre voto voluntario en la primaria y obligatorio en la general sugiere que quienes votaron ayer tienen preferencias más intensas que el electorado de noviembre. Esto puede ayudar a entender la elección de la candidata del Partido Comunista.
Así, la lógica competitiva de las primarias difiere en aspectos clave de una elección general. En esta, se espera que las posturas más cercanas al centro sean las favorecidas, especialmente de cara a una eventual segunda vuelta. Sin embargo, los resultados recientes de elecciones presidenciales en contextos polarizados indican que esto no necesariamente es el caso. Cuando las élites se polarizan, las candidaturas del centro pueden desplomarse.
Va quedando más claro el panorama para noviembre, pero la incertidumbre persiste. La incógnita mayor radica en el apoyo de los liderazgos emblemáticos de los sectores cuya candidatura perdió, en particular, del Socialismo Democrático. Con la disminución de la identificación partidaria, la disciplina de las bases electorales ya ha perdido fuerza. Resultaría preocupante que las élites no se cuadraran tras la ganadora de la primaria. En momentos en que el Congreso discute una reforma política, motivada por la preocupación ante el discolaje y la fragmentación partidaria, las señales de indisciplina de liderazgos en un sector que acordó una primaria vinculante podrían alimentar dinámicas preocupantes de deterioro democrático.
Por Julieta Suárez-Cao, académica del Instituto de Ciencia Política UC
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