Opinión

Una ofensiva democrática

marcelo segura

A una semana de la segunda vuelta electoral, el presidente electo José Antonio Kast ha dicho que Chile enfrenta un desafío enorme y gobernará con todos y para todos. No habrá retrocesos en derechos ni refundaciones.

Se reunió con el Presidente Boric, la expresidenta Bachelet, los presidentes de ambas cámaras, las fuerzas del orden, la contralora Dorothy Pérez, la presidenta del Banco Central, Rosanna Costa, el fiscal nacional Ángel Valencia, partidos políticos de oposición. Una señal contundente de respeto por la institucionalidad chilena. Además, con mandatarios de países con los que es indispensable coordinar seguridad, migración y reactivación económica

La transición democrática requiere ética. El gobierno debe cooperar; es su obligación.

Preocupa la llamada “ley de amarres”, que no es un ajuste técnico, sino un problema político mayor. Bajo el pretexto de resolver situaciones laborales se busca rigidizar al Estado y condicionar al futuro gobierno. No estamos ante una política pública de largo plazo, sino ante una decisión de salida, adoptada cuando el mandato se extingue. Lo mismo vale para las declaraciones del Ejecutivo sobre el presidente electo o para apresurar nombramientos que comprometen a la nueva administración. La ética pública exige algo más que cumplir la ley: demanda actuar con corrección y parecerlo. Los cargos públicos sostienen una arquitectura delicada. Forzar interpretaciones o amarrar posiciones puede ser legal; no por ello es responsable.

Quienes ejercen el gobierno cargan sobre sus hombros una invisible y delicada urna de cristal que contiene buena parte de la ejemplaridad pública del país. No es un símbolo retórico: es la representación concreta del peso que tiene cada acto cuando la confianza ciudadana está erosionada. Un gesto impropio, una omisión o una designación apresurada puede resquebrajar esa urna, y con ella la credibilidad que sostiene a la democracia. La transición no admite descuidos; exige sobriedad, prudencia y una conciencia plena de que el país observa.

José Antonio Kast será el próximo Presidente. Esta tarea también recae en sus adherentes: deben comprender la excepcionalidad del momento y aceptar un gobierno de emergencia con apoyos transversales. Sus detractores, sobre todo dentro de los que hoy son oposición, deben asumir la urgencia de sacar a Chile adelante tras años de estancamiento económico y el avance del crimen organizado. El país no admite trincheras cómodas.

Quienes dejan el poder enfrentan una decisión trascendental: definir qué tipo de oposición serán. La historia recuerda los récords de obstrucción durante los gobiernos del Presidente Sebastián Piñera, con intentos que rozaron la destitución.

Ejercer el poder exige asumir que los mandatos terminan y que quienes llegan por designación política también se van. La transición actual demanda responsabilidad republicana y ejemplaridad.

Esa es la verdadera ofensiva democrática: la del respeto institucional, la cooperación responsable y la lealtad con la voluntad soberana de los ciudadanos.

Por Iris Boeninger, economista y ex embajadora

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