Demasiado humano
Estanque, de la inglesa Claire-Louise Bennett (Eterna Cadencia), es un libro raro en el mejor sentido: no sabemos bien qué pasa ni a qué va, pues es una especie de diario mental de ficción, la experiencia sin embelecos.
Paula 1226. Sábado 20 de mayo de 2017.
Dijo que cuando estaba escribiendo este libro quizás sintió por primera vez que el ambiente que la rodeaba era una expresión o continuación de su mundo interno: "No había ninguna disonancia, ni fantasía, ni depresión, y esa congruencia me permitió tener una especie de expansión y una especie de coraje, los dos juntos".
Precisamente eso es lo que escribe, el pensamiento sobre la realidad de una mujer, sea mirar el jardín del frente, reconocer su necesidad de alcohol para relacionarse con los hombres, contar las penurias de una fiesta o diseccionar la delicia de la salsa de tomates. Este tipo de cosas suceden en los 20 textos de Estanque, primer libro de ficción de Claire-Louise Bennett, quien vive en Irlanda como una especie de outsider y explora sin miedo su soledad y la articulación posible del mundo, o lo que la sicología llamaría su infinita neurosis. Pero a ella no le interesa ni el realismo sicológico ni la banalidad del antropocentrismo (Calvino). Escribe con la claridad de la existencia separada y variada de las cosas, y con la inquietud por permitir sentir lo mucho más que hay en el mundo.
Estanque es el primer libro de ficción de Bennett, fiel seguidora de Samuel Beckett.
Bennett es seguidora de Samuel Beckett, uno de los escritores más radicales y originales del último siglo, y es beckettiana no solo por ser irlandesa y escribir sobre la soledad mental, puros monólogos, algo bastante arriesgado. Sus temas, sus fraseos, son como los de Beckett, el más alto elogio que se le puede hacer a nadie. Como él, es una gran humorista y una amante del silencio. El relato Tres perillas, quizás el más impresionante del libro, es un homenaje digno del deseo de Beckett de desenmascarar las trampas del lenguaje para volver a sentir las palabras como sonidos fundamentales.
Los epígrafes del libro marcan su tenor: son de Nietzsche, Ginzburg y Bachelard, y hablan sobre la posibilidad de encontrar una casa, una luz bondadosa, tenue, aunque el lobo errante parezca ser menos cruel que el lobo de madriguera. Algo hay en "la naturaleza sollozando por su fragmentación, su descomposición en distintos individuos". Desde ahí Bennett escudriña la complejidad de vivir y de situarse, que llega a ser tan simple e irrelevante como observar un estanque.
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Desde junio en librerías.[/caption]
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