Paula

Estilos en tránsito en torno al GAM

En el entramado público del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) y el eje de calles y paseos adoquinados que lo circundan, ocurre de manera espontánea un acto intrínsecamente urbano: el diálogo. Y se convierte en un lugar privilegiado para observar el cruce de tendencias, la no-moda, el carácter transversal que desarma las antiguas jerarquías que antes dominaron en la industria del vestir. Aquí dialogan las siluetas y accesorios propios de tribus urbanas con trajes de antiguos oficios. Dialogan los uniformes institucionales con propuestas experimentales que a su vez uniforman a sus adeptos. Dialogan generaciones, estratos sociales y sexualidades. Dialoga el espacio público con el privado a través del estilo individual habitando la ciudad. Aquí, un registro.

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Paula 1117. Sábado 16 de marzo 2013.

Los 78.000 consumidores que pasan en promedio por el GAM casa mes se encuentran en este espacio con los 800 civiles y militares que trabajan a diario en el contiguo Ministerio de Defensa, con los miles de pasajeros en tránsito de la estación metro Universidad Católica, con las dueñas de casa, artistas y vagabundos que circulan por el barrio y con los cientos de skaters y bailarines de pop coreano que se trasladan espontáneamente desde distintas comunas a practicar aquí sus acrobacias. ¿Cómo se travasijan los estilos en este tránsito? Pamela Figueroa (27), diseñadora que vive en el sector, lo ve así: "Este espacio, al ser abierto, interactúa orgánicamente con la ciudad y sus ciudadanos. Convoca a una diversidad. Acá los raros no son raros". Camila Romero (22) estudiante de agronomía, añade: "Creo que fueron los blogs de moda los primeros en fijarse que acá habían propuestas distintas de estilo y manera de vestirse. Eso atrajo a muchos que no se sentían cómodos en sus propias comunas y se generó una especie de circulación de tendencias que se retroalimentan unas a otras".

Como el Ágora en las antiguas polis griegas, el espacio urbano del GAM constituye un punto neurálgico de confluencias: además del cruce generacional y de la convivencia entre oficinistas con variopintas tribus urbanas, es aquí donde geográficamente se une el barrio alto con el resto de la urbe; y también donde se instersectan, de un modo inusitado, los ejes de la historia: a muy pocas cuadras se fundó Santiago, y el edificio GAM fue el primer emblema de la vía chilena al socialismo -como sede de la UNCTAD- y luego bastión del podr militar, cuando se llamó Diego POrtales y albergó a la Junta de Gobierno. Entonces, el espacio era cerrado y con acceso restringido. Hoy, los uniformes de miembros de las fuerzas armadas, que trabajan en el vecino Ministerio de Defensa, son parte de una paisaje abierto y las insignias que cosntituyen sus íconos de identidad se mezclan libremente con las nuevas versiones que de ellas ha generado la insdustria cultural,c omo esta estrella de Hollywood que, por lo demás, no va en el pecho hipster, sino como prendedor de una señora de 70 años que emergió de la boca del metro.

Tal como los edificios tradicionales dialogan con las más recientes estructuras arquitectónicas, generando un nuevo lenguaje urbano, en el GAM los accesorios clásicos de la moda dialogan con sus portadores, revelando cómo la fuerza de su estilo se ancla en su naturaleza camaleónica. Así, el clásico bolsón de cuero se manifiesta tanto como elemento neutro y funcional de la indumentaria oficinista o pieza clave de un look contemporáneo.

¿Qué fue rimero? ¿Un patrón repetitivo que puso de moda el fashionismo de la pasarela y motivó a las fábricas textiles a generar masivamente telas simples para la dueña de casa? ¿O fue la estética de la tradicional "pintora" de la señora del barrio la que isnpiró a los zares de la moda para convertir en "estiloso" el patrón repetitivo?". La horizontalidad y el trasvasije cultural que caracterizan hoy a la industria de la moda se hacen evidentes una mañana cualquiera en este punto neurálgico de Santiago.

Una tarde en el GAM: el moño, emblema de orden y pulcritud en el manual de estilo de las carabineras de Chile, asume código chic en una joven profesional, y potencia transgresora cuando se incorpora al looñ masculino. La túnica negra, tipo faldón, atraviesa la estética religiosa, las gastronómica y la propuesta personal.

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