Paula

El nuevo viagra femenino

En Estados Unidos se están realizando pruebas clínicas de un nuevo remedio que promete devolver y aumentar las ganas a las mujeres que han perdido el interés en el sexo: algo así como un Viagra femenino. Pero el deseo sexual de las mujeres es más complicado que la disfunción eréctil. Los últimos estudios sugieren que sigue un patrón muy distinto al de los hombres y que la falta de ganas no es una enfermedad que hay que curar. ¿Servirá una pastilla?

viagra femenino

Paula 1132. Sábado 12 de octubre de 2013.

Había una vez un laboratorio llamado Pfizer que sintetizó un compuesto llamado sildenafil para tratar a pacientes con hipertensión y angina. Las pruebas clínicas concluyeron que no era muy efectivo pero que producía un notable efecto secundario: erecciones prominentes en los pacientes masculinos, debidas a que el compuesto incrementaba el flujo sanguíneo hacia el pene. Se patentó la droga en 1996, se aprobó su venta en 1998, y Viagra se transformó en uno de los medicamentos más famosos de la historia. Solo en 2008 sus ventas en el mundo llegaron a casi dos mil millones de dólares.

Mientras tanto, al otro lado de la cama las cosas no han cambiado mucho. En los últimos años se han buscado sin ningún éxito remedios que con la misma facilidad e instantaneidad aumenten el deseo sexual y la excitación en las mujeres: inyecciones de testosterona para aumentar la libido en mujeres con terapia hormonal (causaban efectos secundarios como aumento de vello facial y cambios en la voz; fueron retirados del mercado); reguladores de los neurotransmisores que estimulan o inhiben la excitación sexual (la FDA, el organismo que aprueba todos los medicamentos en Estados Unidos, los rechazó en 2010); y una hormona sintética supuestamente afrodisiaca cuyas investigaciones fueron descontinuadas en 2008. Una larga lista de drogas que usan alguno de estos tres métodos –testosterona, vasodilatador o regulador de neurotransmisores– se han probado, o siguen probándose, sin muchos resultados.

El intento más reciente es del laboratorio holandés Emotional Brain con dos drogas que prometen, a las pocas horas de ser ingeridas, aumentar la libido en mujeres que tienen una disfunción llamada deseo sexual inhibido: es decir, que antes respondían a estímulos y ahora no. La falta de deseo se puede deber a insensibilidad ante estímulos sexuales (para ellas está Lybrido), o a mecanismos inhibidores por malas experiencias (para ellas, Lybridos). Lybrido contiene testosterona y un compuesto parecido al sildenafil (el ingrediente activo de Viagra, que estimula el flujo sanguíneo a los genitales), mientras que Lybridos combina testosterona y un ansiolítico cuya ingesta, en bajas dosis, puede elevar la dopamina (asociada con el placer) y disminuir la inhibición. Las pruebas clínicas ya van en su segunda fase y se condujeron, entre 2011 y este año, en 420 mujeres en Estados Unidos. Y aunque los últimos resultados no se han publicado oficialmente, y la FDA exige completar una tercera fase de pruebas para su aprobación, la empresa asegura que son muy promisorios: que estas pastillas sí aumentan las ganas de tener sexo, mejoran la experiencia, e incluso suben las tasas de orgasmos. Podrían estar a la venta en 2016.

Mientras tanto se ha desatado una fuerte discusión. ¿Por qué disminuye el deseo en las mujeres? ¿Y por qué se considera un trastorno que hay que curar con un remedio?

¿DE QUÉ DESEO ESTAMOS HABLANDO?

El deseo sexual hipoactivo o deseo sexual inhibido está incluido desde 1980 en la amplia categoría de disfunciones sexuales del famoso manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés DSM) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, que también se usa en Chile. Se describe como falta o ausencia prolongada de deseo de tener actividad sexual, y se considera un trastorno cuando causa un nivel alto de estrés y dificultades interpersonales, y no se puede explicar por alguna condición médica u otro trastorno sicológico. Por eso, debe ser evaluado por un experto clínico.

Sin embargo, esta definición tiene varias críticas. La organización feminista New View Campaign (www.newviewcampaign.org) acusa que se patologiza como "disfunción" algo que puede ser normal y deberse a muchísimos factores: por ejemplo, se deja de lado el contexto cultural, social y económico en que una mujer desarrolla su vida sexual. Desde falta de educación y poco acceso a anticonceptivos, a violencia intrafamiliar o preceptos religiosos que entran en conflicto con el sexo.

Varios expertos rechazan la idea de tratar el deseo femenino disminuido con medicamentos, incluyendo las drogas que se están probando ahora. Dicen que no hay por qué tomar un remedio para algo que es normal: que el deseo espontáneo decrezca en las mujeres en una relación de largo aliento.

También hay críticas desde expertos en sexualidad femenina que dicen que la definición de trastorno se basa en parámetros masculinos. La sicóloga Lori Brotto es profesora en el Departamento de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de British Columbia, en Canadá. Junto a un equipo de investigadores desarrolló un nuevo modelo de sexualidad femenina: no lineal, sino circular. En vez de pensar que una mujer siempre responde de la misma forma: primero deseo, luego excitación y finalmente orgasmo; llegaron a la conclusión de que la respuesta sexual de una mujer puede darse en ciclos de etapas que se sobreponen unas a otras, y que pueden variar en orden. Por ejemplo, puede que quiera tener sexo sin sentir deseo sino por otras razones: cercanía emocional con la pareja, aumento del bienestar personal, ganas de sentirse atractiva. O puede tener un orgasmo sin haber alcanzado el punto de máxima excitación. Por eso, el estudio de Brotto (publicado en 2005 en Journal of Sexual Medicine) habla de un "deseo subjetivo" distinto de ese deseo espontáneo y urgente –seguido de uno o más orgasmos– que las películas nos han enseñado que debiéramos sentir. Es decir, mientras que la excitación es una respuesta fisiológica, el deseo es una experiencia subjetiva.

Por eso la sicóloga dice que es complicado diagnosticar la falta de deseo: "No hay una respuesta fácil para hacer la distinción entre la respuesta natural ante, por ejemplo, algo estresante que le pasó a una paciente, o si es un trastorno", comenta. "Ahí es fundamental el juicio clínico de un experto para descartar otras explicaciones de por qué el deseo ha bajado".

Esas otras explicaciones son muchísimas según el estudio de la doctora Brotto: cansancio, estrés, depresión, medicamentos, miedo al embarazo, vergüenza, desbalances hormonales, sentirse poco atractiva, entre otras, pueden hacer que las ganas de tener actividad sexual disminuyan.

Brotto integró un equipo clínico que trabajó justamente para reformular el concepto de "deseo sexual hipoactivo" en el manual DSM, que este año se acaba de actualizar a su nueva versión DSM-V (no se modificaba desde 1984). Se cambió el nombre de la disfunción: aunque el manual aún no está disponible en castellano, podría traducirse como "trastorno de interés/excitación sexual femenino". Y, basado en el modelo circular de la sexualidad femenina, incorpora una nueva serie de criterios para su diagnóstico: las mujeres deben experimentar, al menos por seis meses, un mínimo de tres síntomas dentro de los seis descritos. Estos incluyen falta de pensamientos o fantasías sexuales y falta de excitación o placer en casi todos o todos los encuentros sexuales. También se debe experimentar un estrés significativo al tener estos síntomas.

"El mayor cambio es la forma en que definimos un trastorno del deseo", explica Brotto. "Tomamos en cuenta factores como si la mujer responde a la iniciativa de su pareja, si ella misma tiene iniciativa, o cómo responde a estímulos eróticos: todo esto es importante y puede llevar a distintos tratamientos. En vez de una píldora que le dé ganas de tener más sexo", añade.

Porque para varios expertos, la crítica a un modelo rígido y uniforme del deseo femenino va unida al rechazo hacia la idea de tratarlo con medicamentos, incluyendo las drogas que se están probando ahora. Dicen que no hay por qué tomar un remedio para algo que es normal: que el deseo espontáneo decrezca en las mujeres en una relación de largo aliento.

CULPA DE LA MONOGAMIA

¿Qué quieren las mujeres? Eso se pregunta el periodista y escritor Daniel Bergner. En mayo de este año publicó un libro con ese título que cuestiona lo que pensábamos que sabíamos sobre el deseo y la excitación femeninos. Su extensa investigación sugiere que, contrario a la creencia popular, quizás son las mujeres las menos inclinadas fisiológicamente a la monogamia. Y que quizás eso explica que el síndrome de deseo sexual inhibido ocurra mucho más en ellas que en hombres.

Bergner analiza decenas de estudios de expertos, como el del sicólogo alemán Dietrich Klusmann. Tras estudiar a 2.500 personas en relaciones estables concluyó que, al principio de la relación, el deseo de hombres y mujeres es muy parecido. Pero que para las mujeres que habían estado con sus parejas entre 1 y 4 años, en algún momento empezaba a declinar. También está el experimento que condujeron, por separado, las sicólogas Samantha Dawson y Stephanie Both. Les mostraron clips de pornografía a hombres y mujeres, monitoreando el flujo sanguíneo hacia los genitales. A medida que los clips se repetían una y otra vez las mujeres se empezaban a excitar menos, mientras que el flujo de los hombres se mantenía constante. Pero cuando introducían un clip nuevo, la excitación de las mujeres volvía a aumentar.

Laurie Mintz, sicóloga experta en terapia sexual y profesora de la Universidad de Florida, coincide con estos resultados. "Los estudios son extremadamente claros", comenta con Paula. "Las mujeres en relaciones estables, especialmente cuando están estresadas, pueden perder esa sensación de deseo espontáneo incluso después de solo 1 año de relación. Y piensan, '¿Qué me pasa?', porque no saben que es normal".

De hecho, las pruebas de Lybrido y Lybridos se realizan solo en mujeres que están en relaciones estables. Por eso una de las tesis de Bergner es que, quizás, la búsqueda frenética del Viagra femenino tiene que ver más con salvar matrimonios que con mejorar la vida sexual de todas las mujeres.

El ginecólogo Andrew Goldstein es director del Centro de Disfunciones Vulvovaginales, en Washington, y ha realizado numerosas pruebas clínicas en sus pacientes, incluyendo las de Lybrido. Al teléfono, dice que no puede comentar los resultados porque no han sido publicados oficialmente y que, en todo caso, las pruebas están diseñadas de forma que ni él mismo sabe qué está tomando la paciente. "He tenido mujeres extasiadas con el medicamento que estaban tomando, pero no sabemos si es placebo", comenta. Agrega que es normal que las pruebas se realicen solo en mujeres en relaciones largas y estables. "Cuando se diseña una prueba clínica, hay que eliminar variables. Y todos hemos experimentado la excitación de estar con una pareja nueva, entonces no se le podría atribuir el aumento de deseo a un remedio si la paciente está entrando y saliendo de relaciones. No es que el deseo sexual inhibido le pase solo a personas en relaciones largas, pero es un problema mucho más común en esos casos".

Al preguntarle a la doctora Lori Brotto, quien también es terapeuta sexual, si cree que la monogamia tiene algún impacto en el deseo femenino, dice: "Sí, es muy sabido que el deseo merma en el contexto de una relación a largo plazo. Por eso no queremos patologizar el bajo deseo sexual de una mujer. Y por eso creo que es equivocado decir que un medicamento puede revertir eso y hacer que una mujer se sienta como si estuviera en una relación completamente nueva".

Esto no significa que las mujeres no quieran estar en una relación estable de pareja. "Una de las cosas más importantes que hemos aprendido sobre el deseo femenino es que se puede cultivar", agrega. "La mayoría de la gente piensa que una vez que el deseo se va, no se puede hacer nada. Y uno de los errores de esta búsqueda intensa de un remedio es que no va a haber ningún medicamento de acción rápida que funcione. La gente necesita aprender estrategias y herramientas, y hablar con su pareja para mejorar su deseo sexual", concluye.

En la investigación para su libro ¿qué quieren las mujeres?, el periodista Daniel Bergner entrevistó a mujeres que estaban tomando Lybrido como parte de la prueba clínica. Ellas aseguraron que tenían sexo cinco veces a la semana y que, incluso, seguían sintiendo ganas después de tener un orgasmo.

IGUAL QUE LA DEPRESIÓN

Pese a las suspicacias frente a la búsqueda del Viagra femenino, sigue siendo indiscutible el atractivo de ir a una farmacia, comprar una pastilla que se disuelve en la lengua, y solucionar el problema en solo un par de horas. En su investigación, Daniel Bergner entrevistó a mujeres que aseguraban que gracias al Lybrido que estaban tomando, como parte de la prueba clínica, tenían sexo cinco veces a la semana y que seguían sintiendo ganas incluso después de tener un orgasmo. Otro argumento a favor: son muchas las mujeres que se quejan de bajo deseo sexual, una de cada tres solo en Estados Unidos. De hecho, hay reportes de doctores que aseguran que algunas pacientes, ante la ausencia de una droga diseñada para ellas, prueban parches de testosterona y otros remedios para hombres, lo que puede tener graves efectos secundarios.

El holandés Jos Bloemers es el director de operaciones científicas de Emotional Brain y ha escrito varios artículos, publicados en The Journal of Sexual Medicine, acerca de las investigaciones del laboratorio: basadas en la firme convicción de que las emociones que experimentamos están reguladas por un intrincado sistema de estructuras y químicos en nuestro cerebro. "No es que nuestro comportamiento solo dependa de la química", aclara Bloemers a revista Paula. "Es una combinación de biología, factores sicológicos y sociales. Sin embargo, creemos que la libido sí tiene un componente biológico importante. El cerebro tiene una red de sistemas interconectados que son fundamentales para producir una respuesta sexual adecuada ante los estímulos".

El descubrimiento clave de Emotional Brain, dice Bloemers, y que otros laboratorios han pasado por alto, es que el deseo sexual inhibido no es una disfunción homogénea, sino que se debe a más de una causa. "Nosotros creemos que hay dos factores principales: ya sea un mecanismo en el cerebro poco receptivo a los estímulos sexuales, o a elevados mecanismos inhibidores sexuales", dice. Por eso, las drogas que están probando no apuntan simplemente a elevar el deseo (algo que Bloemers denomina el síntoma del problema), sino a regular tanto los mecanismos de baja receptividad como de alta inhibición en el cerebro –de ahí la combinación de testosterona con sildenafil de Lybrido para el primer caso y de testosterona con un ansiolítico en Lybridos, para el segundo–.

Otra particularidad es que, al igual que el Viagra, estas pastillas no se toman todos los días, sino solo cuando se quiere tener sexo. Se demoran entre 3 y 6 horas en hacer efecto. "No queremos aumentar el deseo sexual en forma cotidiana", agrega el científico. "Queremos estimular al cerebro para que el cuerpo responda más activamente y que la experiencia sexual sea más placentera".

Por eso, Bloemers asegura que la controversia sobre un Viagra femenino se basa en desinformación. Las pastillas no están diseñadas para todas las mujeres que experimentan una disminución de deseo: solo para aquellas diagnosticadas clínicamente con deseo sexual inhibido y que han descartado factores sicológicos o de pareja.

"Son mujeres con diferencias biológicas en cómo procesan estímulos sexuales, y están sumamente estresadas por este problema. Tienen parejas cariñosas, quieren tener sexo, lo han intentado todo; estas mujeres se han sentado aquí llorando mientras cuentan su historia", dice. "Y cuando toman estos medicamentos y sienten que su cuerpo responde, se ponen muy contentas. Si lo comparas con la depresión, esa es una disfunción para la que sí se considera que es bueno el uso de medicamentos, independiente de la causa de la depresión. Pero hace 30 o 40 años, los sicólogos decían que no se debían tomar remedios para la depresión. Porque la gente deprimida no era tomada en serio. Ahora sabemos que sí es un trastorno muy serio y se alivia, en parte, con medicamentos".

* EL DESEO DE LAS CHILENAS

En Chile no hay ningún estudio poblacional sobre la prevalencia de disfunciones del deseo en mujeres. Sin embargo, los sicólogos y terapeutas sexuales coinciden en que el trastorno del deseo inhibido es una causa muy frecuente de consulta: el 70 por ciento de las pacientes que atienden las sexólogas Nerea de Ugarte y Renata Ortega consultan por esa causa y al menos el 50 por ciento de las mujeres que atiende el sicólogo y terapeuta sexual Francisco Pérez Deney tienen la misma dificultad. "La mayoría son mujeres de entre 30 y 45 años que llevan entre 5 y 10 años de relación estable", dice la sicóloga Nerea de Ugarte.

¿Cómo lo tratan los terapeutas chilenos? El primer paso es descartar que haya otras causas que estén afectando el interés sexual, como una depresión, o desajustes de las hormonas implicadas en el deseo, como la testosterona. Si hay alguna alteración, se puede recetar un gel de testosterona o terapia de reemplazo hormonal.

La reactivación del deseo sexual se trabaja de maneras distintas según la corriente terapéutica. El sicólogo Francisco Pérez Deney aplica un enfoque conductual cognitivo mezclado con el coaching para reconectar a las mujeres con su cuerpo y sus emociones para hacer de la práctica sexual algo deseoso de buscar. Esto va unido a la recomendación de ampliar el repertorio sexual.

Por su parte, la sicóloga Nerea de Ugarte creó un tratamiento llamado Programa de estimulación cognitiva al deseo sexual hipoactivo, que aplicó en 50 pacientes y que va a presentar este mes en el Congreso Chileno de Neurociencia y Neuropsiquiatría. "En el deseo participan las facultades cognitivas como memoria, atención, motivación y lenguaje y lo que sucede es que la facultad de pensar en sexo se va perdiendo si no se usa", explica. Su programa funciona con tareas semanales dirigidas a estimular el erotismo, como hacer listas de lo que les seducía del otro al inicio de la relación. C.T.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¿Vas a seguir leyendo a medias?

NUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mesTodo el contenido, sin restricciones SUSCRÍBETE