Si uno sobrevive al relato llamado Tripas, es posible continuar la lectura, si no, el asco habrá ganado la batalla. Ese cuento es el primero de los alrededor de veinte, adjudicados a autores recluidos en un teatro abandonado. Están ahí por su propia voluntad, para escribir la obra maestra de sus vidas, sin embargo, el encierro, las carencias materiales, la pérdida de perspectiva de la realidad, irán conduciendo la convivencia y la creación hacia derroteros quizás inesperados, quizás queridos y provocados por el autor de la idea del singular retiro de escritores. A medida que la convivencia se desbarranca y el viejo teatro se convierte cada vez más en una cámara de los horrores, los relatos se crispan y hacen asomar oscuridades impensables, de aquellas que imaginan escritores como Palahniuk o Easton Ellis. No es gran literatura, pero nadie podrá decir que se aburrió leyendo.

→ Literatura Mondadori, Barcelona, 2006. 444 páginas.