¿Por qué vemos tantas series de crímenes?




La historia es casi siempre así: alguien desaparece y luego encuentran el cuerpo. Es una mujer o un niño, mutilado o violado, en medio de un bosque. Un par de detectives (cuya vida personal es decadente) se come la cabeza intentando perseguir a un asesino brillante y despiadado, tan hábil que despierta admiración. Mindhunter, True Detective, The Sinner, The Killing, The Fall. La lista es larga. Desde series de ficción hasta documentales basados en casos reales; los crímenes parecen ser el leitmotiv favorito de la última década.

Personalmente, evito cualquier serie que violente a mujeres o niños, sobre todo si son crímenes sexuales. Sufro, tengo pesadillas. Me produce mucha angustia saber que existe esa violencia y que todos somos potenciales víctimas. Pero ese mismo miedo que me atormenta parece ser la atracción de la gran mayoría, y la razón por la cual las series, películas y documentales de crímenes se han vuelto tan populares. ¿Qué es lo que tanto atrae del crimen?

El género negro es más viejo que el hilo negro. Desde los años 40 que Hollywood produce películas policiales, negras y thrillers que muestran crímenes urbanos y dejan entrever una sociedad de corrupción, de crisis moral y de violencia. A su vez, este género tiene origen en la literatura: a partir de autores clásicos como Poe, Conan Doyle o Agatha Christie, se han desarrollado un sin fin de novelas policíacas basada en crímenes violentos y en detectives que los resuelven. Hacer una recopilación da para tesis de grado; y aunque este fanatismo por el crimen no nació ayer, actualmente vive un importante apogeo. Las series se han inspirado en este género que parece contener ingredientes atractivos para cualquier ficción: hay tragedia y hay heroísmo, hay nobleza y decadencia, hay mentes criminales y sistemas de justicia deficientes, hay sociedades corruptas y ciudadanos vulnerables.

Para Daniela Lagos, periodista, autora del libro Citas de series —y la persona que conozco que más series ha visto en su vida— el fenómeno viene de la mano con el gran momento que viven las series en general. La creación de plataformas como Netflix, Amazon Prime, HBO, entre muchas otras, se han multiplicado, y por lo mismo han aumentado la cantidad de producciones. Si antes el género podía permanecer en series más under, actualmente está llegando masivamente. “En la literatura y en el cine el thriller siempre ha sido un hit. Y ahora que hay más demanda, también hay más apuestas, más producciones repitiendo la fórmula y que llegan a la gran masa”. En Estados Unidos, por ejemplo, existe toda una industria dedicada al tema. Desde podcast o canales exclusivos que se dedican al true crime (casos de crímenes reales), hasta ferias temáticas como la CrimeCon —la ComiCon del crimen— que expone desde las últimas técnicas científicas para resolver casos, hasta los documentales más premiados del género. De que el crimen despierta pasiones, las despierta. ¿Pero, por qué?

El escritor y académico de la UAI, Jesús Diamantino, quien ha centrado sus estudios en el terror, señala que las ficciones que incorporan la violencia como tema central responden a pulsiones y proyecciones de miedos individuales y colectivos. “Las series nos hablan de un miedo que está más cerca de lo que pensamos y el morbo de ver esos crímenes funciona como un paliativo; es preferible ver la maldad asimilada en la ficción que vivirla. Disfrutamos viendo la mutilación o violentación de un cuerpo en la pantalla, pero no es algo perverso; es una catarsis frente a los miedos que no somos capaces de soportar”.

La escritora Paula Ilabaca, autora de la novela policial La regla de los nueve, coincide con la idea de que estas ficciones criminales atraen una necesidad catártica. Paula lleva tres años impartiendo un taller de narrativa policial junto a su padre, Fernando Ilabaca, perito en huellas y detective en retiro de la PDI. Un ex detective y su hija novelista: básicamente la dupla perfecta para protagonizar cualquier serie. Para Paula lo que provoca este tipo de ficción basada en crímenes no es solo enfrentar un miedo, sino que, como espectadores, sentimos compasión por el dolor ajeno y “se ejecuta una catarsis poderosa al visualizar cómo se resuelve el caso y el criminal es descubierto o encarcelado”.

Valeria Vargas, guionista de Los archivos del Cardenal y Heredia & Asociados, ambas series del género policial, dice que la razón por la cual las series basadas en crímenes nos mantienen pegados a la pantalla es porque presentan un misterio y una invitación al espectador a participar de su resolución. “Queremos saber quién fue y también necesitamos saber por qué lo hizo”. El nivel de guión que han alcanzado las series de crímenes, además, ha permitido profundizar en el perfil del criminal, logrando superar el cliché del bueno y el malo y del gato y el ratón, como señala Daniela Lagos. “Muchos asesinos son fascinantes, son sociópatas que saben cómo atraer a la gente, que generan confianza, e incluso son atractivos”. Es el caso de la serie The Fall, que desarrolla un asesino en serie que a la vez es padre de familia, guapo y marido ejemplar, o bien el criminal Ted Bundy, en Durmiendo con el asesino: inteligente, encantador, y tan atractivo como para ser personalizado por Zac Efron.

Los detectives, por otra parte, también seducen al espectador. Sarah Linden en The Killing, los detectives Martin y Rust en la primera temporada de True detective, o el mismo Sherlok Holmes en la serie Sherlok. Pasados tormentosos, adicciones, incapacidad para demostrar emociones o mantener vínculos estables. Solitarios, en medio de divorcios o crisis matrimoniales. “Son personajes que tienen dificultad para encajar”, dice Valeria. “Como conocen el dolor, son capaces de empatizar con el sufrimiento ajeno, hasta el punto de estar dispuestos a morir con tal de obtener justicia para un desconocido. Sus extrañas personalidades siempre incluyen una gran dosis de bondad”.

De ese afán heroico se desprende una última razón importante por la cual estas series encantan: la necesidad de justicia. Lo dice Fernando Ilabaca, ex detective perito en huellas: “Hay una necesidad de que alguna vez gane el bien. Vemos en las noticias la cantidad de delitos que se producen, lo lentas que son las investigaciones, y pocas veces nos enteramos de su resolución”. No así en las series, “aquí no hay impunidad”, agrega Valeria. “Somos espectadores de la lucha entre el bien y el mal y sabemos que, sin importar cuánto cueste, al final habrá justicia. Eso, en tiempos como estos, es razón más que suficiente para amar este tipo de series”.

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