Nuestras lectoras preguntan: ¿Tengo el síndrome de la niña buena?




LA PREGUNTA:

Desde que tengo uso de razón he sido la niña bien. Siempre me fue bien en el colegio, después en la universidad y en mi vida profesional. Todo en mi vida funciona aparentemente bien, pero yo no lo paso tan bien. Soy muy autoexigente y perfeccionista, sufro bastante con eso y leyendo, sin querer me topé con un artículo que hablaba del síndrome de la niña buena. ¿Será que yo tengo eso? Me hizo un clic saber que este funcionamiento tan “perfectito” pueda ser una búsqueda para recibir amor.

Loreto, 39 años

El famoso síndrome de la niña buena viene de la infancia, “son niñas que aprendieron a ser reconocidas por sus logros, tanto en su comportamiento (las que se ‘portaban bien’) como en lo escolar y académico, entonces muchas veces se convierten en personas que buscan destacar en lo que es socialmente valorado. Son estas mujeres que ‘todo lo pueden’ y que además ‘lo hacen bien’, cumpliendo con el estándar de sus referentes emocionales (sus padres y/o figuras de autoridad)”, explica la psicóloga transpersonal Claudia Pinto Rebello (www.claudiapintorebello.com).

Estas niñas, por lo general, aprendieron a ganarse un espacio y valoración de sus padres o cuidadores gracias a sus logros. Aquí ocurre el fenómeno de la sobre adaptación, es decir, siempre ir un paso más allá, siendo ‘muy maduras para su edad’.

“Son niñas que no hacían pataletas, ni tenían grandes actos de rebeldía. Hay una tendencia a reaccionar emocionalmente desde un lugar más adulto, ‘más adecuado’. No se permiten expresar malestar abiertamente por miedo a ser rechazadas. Lo natural que se espera en una niña o niño es que exprese su malestar con llanto, rabia e incluso con ‘pataletas’, las que muchas veces reflejan la frustración de no lograr lo que quieren. Es la forma de decir ‘esto no me gusta o me incomoda’. Aquí entraría el adulto con la contención afectiva, apoyando al niño para que aprenda a reconocer qué le pasa y así gestionarse emocionalmente. La niña buena, en cambio, aprendió que cuando ella solita se ordenaba, sus padres la reconocían”, detalla la especialista.

“Mi niña, tan bien portada”

Los típicos comentarios como ‘tan inteligente mi amor, se saca puros sietes’, ‘es muy linda, no hace pataletas’, ‘esa es mi niña, tan ordenadita’ refuerzan esta idea. El problema ocurre al no dar espacio a lo que el niño o niña pueda estar sintiendo, más allá de su comportamiento.

“Por otra parte, también se produce este patrón de funcionamiento en aquellas hijas que vivieron una infancia con padres desorganizados emocionalmente, e inmaduros en asumir la responsabilidad de adultos. Frente a esto, es la hija o hijo quien tiende a tomar el rol del adulto responsable dentro de la familia, no permitiéndose experimentar su niñez y asumiendo una posición de hacer todo bien y ojalá de forma perfecta, como un mecanismo de compensación y protección frente a la falta de cuidado psico-emocional de sus padres”, argumenta la psicóloga.

(Re) conocerse

Es posible salir de este patrón de la niña buena y para ello, es importante tomar consciencia de esta posición y desde ahí generar un espacio para observarse y conocerse, pudiendo elegir responder de otra forma. “Esto ayudará a que la persona pueda pausarse a ver qué necesita emocionalmente y pueda proporcionarse eso que está buscando con su funcionamiento habitual de niña buena. De esta manera es posible aprender una forma distinta de gestionar las necesidades emocionales, evitando sobre adaptarse o sobre exigirse frente aquello que no le hace bien”, recomienda Claudia.

El amor a sí misma es la clave para salir de esta posición. “Es un camino de autoconocimiento reconocimiento y valoración personal, lo que propicia el encuentro hacia el amor propio”, concluye Pinto.

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