“Que es lo peor que puede pasar”

Mi mamá me dijo que me ponga el polerón, no le hice caso y me dio frío. También me dijo que me respete a mí misma para que me respeten y siento que soy una mujer fuerte gracias a eso. Nuestras mamás nos han dicho muchas cosas, de las cuales hemos aprendido y que nos han hecho crecer. Este Día de la Madre en Paula invitamos a nuestras lectoras a compartir esos consejos que nuestras madres nos han entregado a lo largo del tiempo y que han definido nuestras vidas.




Este consejo de mi mamá cada día me hace más sentido y me ha dado la fuerza para arriesgarme a cosas nuevas (cuando tenía un susto tremendo), porque me hizo entender que nada es tan terrible si me arriesgo, y que si las cosas no salen como espero, no pasa nada.

Esta frase ha estado presente desde pequeña en mi vida. Es como un super poder que tiene mi mamá, de darme la seguridad de que todo estará bien. Lo siento como un sinónimo de “atrévete, confía en ti”.

No recuerdo la primera vez que me la dijo, pero una de ellas fue cuando, siendo muy chica, quise participar en gimnasia rítmica o la banda escolar, entre otras actividades. Como era tímida y me ponía muy nerviosa o me daba vergüenza la exposición frente a varias personas –por miedo al ridículo quizás–, mi mamá solía decirme “¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que se rían?, ríete con ellos de ti misma”, me decía con un tono tierno y seguro.

Al principio no me hacía sentido, pensaba que lo decía para tranquilizarme o que quizás no le daba la misma importancia que yo a lo que vivía en ese minuto. Pero con el tiempo, cada vez me fue haciendo más sentido y entendí que ella en algún minuto de su vida también se sintió igual, y que ahora estaba dando ese consejo desde la experiencia.

Ahora que la frase ya es parte nuestra, conversando me ha dicho que a medida que uno se va enfrentado a nuevas vivencias, a veces pensamos que son el fin del mundo, y que es muy válido pensarlo, porque es algo desconocido para nosotros. Pero después uno se da cuenta que no son tan terribles y que eran barreras que había que superar.

Creo que los momentos importantes en que esa frase de mi mamá me acompañó fue durante la universidad, pero el último y más importante hasta ahora, ha sido al momento de comenzar mi vida laboral. Y es que mi mamá es una mujer que admiro mucho por sus logros laborales, y cuando me contó que ella también empezó con muchas dudas y miedos en su primer trabajo, me dio la seguridad y motivación de querer avanzar e incluso ser como ella. Y su consejo de siempre, cobró más sentido aún, pues entendí eso de enfrentarse a un obstáculo con la convicción de que nada grave puede pasar es algo que ella aprendió con el tiempo; que la vida le fue enseñando que a veces las cosas no salen como uno espera, pero eso no significa que sean malas.

Su personalidad es muy sensible y empática, pero a la vez fuerte y segura de sí misma, entonces creo que es una frase que ella se recuerda en muchas ocasiones a ella misma también. Y ahora, que yo también soy adulta, han habido ocasiones que se la recuerdo a ella, cuando siente que esta frente a esa situación que le derrumba el día.

Pienso que el objetivo de su consejo es verme vivir la vida, con triunfos, cumpliendo mis sueños y enfrentado con fortaleza los fracasos, que es de donde uno obtiene los mayores aprendizajes. Me ha hecho entender cuáles son las cosas importantes en la vida, y que si uno las hace de corazón y se rodea de gente que te quiere, lo demás sobra. Cada vez que me dice esa frase me siento más segura de mí y de lo que me tiene preparada la vida y me ha permitido enfrentar a nuevos desafíos buscando salir de mi zona de confort.

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