Terapia narrativa: El otro relato de las personas




Que somos seres narrativos, o que las personas vivimos en las historias que nos contamos a nosotras mismas y se cuentan de nosotros, es la base de la Terapia Narrativa. Se trata de otra forma de entender el trabajo psicoterapéutico, una que conecta con la idea de que nuestras historias son el marco de producción de significado de nuestras vidas, por lo tanto, a través de esta terapia, dicen los expertos, es posible deconstruir las narrativas que nos duelen y transitar hacia historias preferidas enriquecidas.

Los psicólogos Carolina Letelier Astorga e Ítalo Latorre-Gentoso son pioneros en Chile en este tipo de terapia y fundadores del centro Pranas (Prácticas Narrativas). Su trabajo consiste en orientarse a procesos de re-autoría de la historia de vida de las personas que consultan, que en ocasiones está “saturada” del problema, para lograr una historia “preferida” por la persona.

“Las terapias o prácticas narrativas se enmarcan en los enfoques postestructuralistas. Una diferencia con otros enfoques más tradicionales es que entendemos que la persona no es el problema, sino que está en una relación con los problemas. No hay una estructura interna por la cual esa persona sea considerada enferma. La persona no es el problema; el problema es el problema. No buscamos determinantes que expliquen por qué la persona está actuando de tal manera, sino que entendemos que está respondiendo al contexto”, explica Carolina.

Ítalo complementa: “El foco en el psicoanálisis está puesto en el inconsciente, en la terapia sistémica lo central son los sistemas y en el humanismo es la naturaleza humana, acá son los relatos en sí mismos. Hay una gran diferencia: en el psicoanálisis, el que sabe es el terapeuta, en cambio en las prácticas narrativas quien tiene las historias son las personas que las han vivido. Son relatos narrados y preferidos por ellas. Se trata de relatos alternativos de las personas que están en armonía con lo que valoran, con sus sueñan, propósitos y esperanzas”.

La magia de los relatos

Si hacemos el ejercicio de trasladarnos a un momento difícil de nuestras vidas, como una separación o un quiebre amoroso, por ejemplo, probablemente lo primero que recordemos es la sensación de dolor y tristeza que esa experiencia nos causó. Y es normal construir un relato de ti mismo, de la otra persona y de la relación, desde ese dolor. Esta terapia no busca eliminar ese tipo de emociones, sino que, mediante la guía de expertos, ir cambiando la narrativa de esa experiencia por una más constructiva. Y tiene sentido, pues está comprobado científicamente que las personas más capaces de experimentar una transformación personal positiva tras una ruptura, son aquellas que buscaron comprender su experiencia, aprender de su dolor y cambiar el comportamiento negativo que aportaron a la relación.

Hay múltiples contextos y problemáticas en los que se puede trabajar. “Trabajamos con personas que viven la opresión de un diagnóstico psiquiátrico o que han vivido experiencias traumáticas como abuso sexual, tortura, maltrato o violencia o con cualquier problemática”, aclara Ítalo.

“Entendemos que las personas no son solo el relato del problema, sino que tienen múltiples historias de ellas mismas. Por ejemplo en casos de bipolaridad, o de crisis de ansiedad, una persona que se define a sí misma como depresiva o mala madre, también tiene otros relatos que han quedado invisibilizados por los discursos médicos o de otras autoridades. Lo que buscamos es que emerjan esos relatos que representan más a la persona, que tienen que ver más con ella, con lo que le importa, lo que quiere y con los propósitos que la mueven en la vida”, agrega Carolina.

¿Cómo surgen estos relatos?

Como cualquier historia o narración, un buen recurso es la escritura. Se puede, literalmente, volver a escribir nuestra historia desde otro punto de vista. Intentando destacar lo positivo. Pero escribir es sólo la técnica elegida. Lo sustancial –aclara Carolina– es el trabajo colaborativo entre el terapeuta y la persona. “Nuestra experticia es poder hacer preguntas que permitan explorar todos esos territorios de vida que han quedado subyugados. La persona o el grupo son los que saben los significados de las experiencias que han tenido en sus vidas. No podemos trabajar de otra forma que no sea en colaboración con lo que esa persona conoce y valora de su vida”.

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