Vacío interior: Vivir con la sensación de que algo falta




Puede que una persona esté en pareja y se sienta sola, o que tenga el trabajo o la posición que siempre soñó, pero le falta algo que no logra determinar. Entonces le persigue una especie de desgano, inquietud o molestia, una sensación punzante que se conoce como vacío interior. ¿Qué ocurre? “El sentimiento de vacío es una señal de que algo anda mal con cómo estamos orientando nuestra vida. Existe una insatisfacción, que es frecuente en la edad adulta, aunque puede aparecer en la adolescencia”, indica Lucio Gutiérrez, psicoanalista y presidente de la Asociación Chilena de Psicoanálisis.

Habría que diferenciar, eso sí, este estado, que se produce en momentos puntuales, de lo que el especialista define como “franco vacío existencial”, es decir, un sentimiento continuo de vacío, conectado con fallas profundas en el desarrollo emocional temprano y que se asocia a la depresión crónica, la anhedonia –incapacidad para experimentar placer– o la esquizofrenia. “Que la gente sienta un vacío por dentro es un problema característico de la sociedad contemporánea, de un sistema que no fomenta el hacerse preguntas, sino el hacer. Todo es veloz y la velocidad no deja espacio para la conexión con uno mismo. Hay un afán de exigirse siempre más: ser más competente, más esto y más lo otro”, plantea Gutiérrez.

El influyente psiquiatra Claudio Naranjo dijo en una entrevista con el centro español Bcn Gestalt, que “la mayor parte de la gente devora en su entorno, consume, trata de llenarse con la vida de los otros, llenarse de importancia, de poder. Es como querer llenar un hueco a través de sentir más: más lujuria, más dulzura, más perfección”. Hay quienes echan mano a la comida, el alcohol, el ejercicio, el trabajo, los amantes o los compromisos sociales, pero el malestar sigue ahí. Para Gutiérrez, “puede que haya anhelos insatisfechos o que alguien lleve una vida que le reporta beneficios económicos o sociales, pero no le llena. Tomar, comer, comprar son mecanismos compensatorios que producen un placer inmediato, pero una vez que su efecto pasa, vuelve el vacío”.

En momentos de transición como la pérdida de un ser querido o de un trabajo significativo, o cuando un sujeto se enfrenta a una separación, por ejemplo, es frecuente que el vacío interior haga su entrada. “Entonces emergen preguntas ante un proyecto vital”, señala Gutiérrez. Y agrega que “hay gente puede pasar toda una vida así, buscando respuestas afuera, porque no sabe cómo llenar ese vacío. Consultan, por ejemplo, a los 60 años y dicen: ‘Hice todo bien, pero no estoy contento, o no siento que haya valido la pena’”.

Dolores y replanteamientos

Detrás del vacío interior -explica el especialista- existe un dolor profundo, temas que hay que afrontar. “Su papel es similar al dolor de cabeza. Obliga a que la persona se detenga y se pregunte ¿Qué está pasando? ¿Por qué me duele? Y muchas veces la respuesta se relaciona con haber perdido la conexión con nuestros deseos más íntimos o bien, con tener la impresión de que no hay lugar para ellos en la realidad exterior”, explica. Dice también que crisis externas, como la pandemia, empujan a replantearse cosas. “Por eso se observa, por un lado, que hay parejas separándose y, por otro, están aquellas que se han fortalecido y encontrado en el otro su principal punto de apoyo, ya que con la suspensión o disminución de actividades, las cuarentenas han forzado a las personas a volverse hacia sus hogares y sus emociones”.

Frente a la falta de armonía interior, la máxima ‘conócete a ti mismo’ resulta clave. Gutiérrez plantea que “es importante saber qué es lo que a uno le aterra. Conocer sus grandes miedos y también sus grandes pasiones. Y actuar en consecuencia. No siempre son decisiones rentables, dentro de la lógica capitalista, pero se llega a un lugar más auténtico, honesto y consistente. En caso contrario, si uno no está haciendo lo que realmente quiere, a la larga, pasa la cuenta”.

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