Carolina Tohá: “Desde hace un tiempo somos pareja con Mario Marcel”
Al margen de la política contingente, la candidata presidencial del Socialismo Democrático devela las emociones que la mueven, cómo opera su carácter en la toma de decisiones y saca a la luz lo que había mantenido en la esfera privada: su relación con el ministro de Hacienda. Esta entrevista es el punto de arranque de un ciclo de entrevistas con los postulantes a La Moneda.

Carolina Tohá Morales tiene 59 años, dos hijos y una historia personal que va adherida a la memoria de la historia del país. En los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet asesinaron a su padre, José Tohá, el exministro del Interior y de Defensa de Salvador Allende.
Era 1974. Ella tenía ocho años cuando partió al exilio en México con su madre y su hermano menor. Ha dicho en múltiples ocasiones que ese fue un lugar de sanación, un país donde pudo procesar la muerte del padre desde otra esfera y no quedarse atada a la rabia ni al rencor.
Siempre ligada al mundo de la izquierda, Tohá comenzó tempranamente a seguir los pasos de su padre. Primero, como dirigente estudiantil en los años 80 y luego, con la llegada de la democracia, como diputada del PPD, ministra en los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet y alcaldesa de Santiago. Probablemente, el punto cúlmine de esa carrera política y personal fue asumir como ministra del Interior en la administración de Gabriel Boric. Es decir, sentarse en el mismo escritorio que antes ocupó su padre.
De ahí que ella reconozca que más que una heredera, José Tohá ha sido una fuerza viva en todo su recorrido vital.
Hoy, ya proclamada como la candidata presidencial del Socialismo Democrático, Tohá abre las puertas de su espacio personal y reflexiona sobre las emociones que la guían, sobre el porqué de algunas convicciones y confiesa aquí su relación con el actual ministro de Hacienda, Mario Marcel.
Se la ve muy resuelta, casi infranqueable. ¿Es tan así?
Resuelta sí, infranqueable no. La política, la intensidad, los dramas que hay en esto, las tensiones, todo pasa a través del cuerpo y se sienten. Ahora, uno aprende a llevar las cosas, pero eso no quiere decir que no te afecten.
¿Pero no se deja abatir?
Es que la vida me ha enseñado que lo que te abate no es la intensidad de los golpes que recibes, sino la manera en que los vives, cómo los interpretas y qué haces con ellos. En ese sentido, creo que tengo harta capacidad de soportar golpes sin quedar abatida. Pero no me pasan de largo. Me afectan, me tocan. Y ahí uno tiene su batalla cotidiana para decidir cómo los vive.
¿La política es con llorar?
Sí, porque los que estamos en la política somos humanos. Ahora, la política no es andar quejándose ni alegando porque el mundo no es tan bueno como uno esperaría. Uno tiene que hacer su pega con las carencias que tiene, con sus dificultades, con todos sus enredos. Las quejas no me gustan. Andar de víctima tampoco.
Imagino que eso tiene mucho que ver con su infancia, con crecer en circunstancias difíciles…
Absolutamente.
¿Esa experiencia le dio una pauta, un patrón?
Me dio varios. El principal es saber que en la vida se pueden enfrentar cosas muy duras, pero que puedes encontrarle una luz hasta en las situaciones más adversas. Y lo segundo es saber que hay un momento de libertad profundo en que puedes decidir cómo lo vas a vivir y en qué lo vas a transformar. Tuve la suerte de tener una madre que me ayudó a ser consciente de eso y a cultivar esa libertad. Y aunque nunca más he vuelto a tener tragedias de esa magnitud, hay otras que igual duelen, pero siempre vuelvo a repetir ese ejercicio.
¿Carolina Tohá tuvo la libertad de decidir si quería o no ser como la continuadora de su papá? ¿O la imagen de José Tohá fue tan fuerte en su vida que no había opción?
Interesante ese punto… Cuando cayó Pinochet y volvió la democracia, decidí irme de Chile. Me fui a Italia a estudiar en un momento en que todos se estaban viniendo para acá. Yo, en cambio, me mandé a cambiar. El impulso que tenía detrás era decir: “Quiero ver quién soy más allá de las condicionantes que he tenido”. Me fui como en búsqueda de esa libertad. Di una vuelta larga y volví donde mismo, pero con una decisión tomada.
Ya no era algo inexorable.
Así es. Lo que pasa es que mi padre siempre ha estado muy presente. Claro, está vinculado a una historia muy triste, pero también a una presencia súper amorosa en mi vida.

Las emociones
La política es ruda. ¿Qué pasa con la lealtad, con las confianzas en los vínculos que se establecen en el mundo político? ¿Afectan?
Una de las tantas cosas que me dejó mi papá es un sentido muy profundo de lo que es la lealtad. Nunca me olvido de la relación que él tuvo con el Presidente Salvador Allende. Con todos los años que caminaron juntos, con la profunda amistad que tenían, el día que Allende salió electo, mi papá lo empezó a tratar de usted. Nunca más volvió a ese trato coloquial de la amistad. Ese respeto es también lealtad. Yo apliqué lo mismo con el Presidente Gabriel Boric, a pesar de que es mucho más joven.
Cuando usted dijo -recientemente- que no iba a ser continuidad a este gobierno, muchos lo leyeron como una deslealtad.
Dificulto que alguien me pueda decir lo que es ser leal con el Presidente Boric y con este gobierno. Dicho eso, creo que quienes estamos en esta carrera, proponiendo un gobierno que mire hacia el futuro, tenemos la obligación de ser claros con la ciudadanía y decir qué es lo que vamos a hacer. Eso no es deslealtad. Al revés, es lealtad con los ciudadanos y con el país. Es totalmente posible mostrar diferencias y ser plenamente leal. Ahora, cuando tú ocupas las diferencias oportunistamente, eso es otra cosa.
Usted ya es la candidata del Socialismo Democrático, pero en el proceso se evidenciaron tensiones con el PS. ¿Por qué esa resistencia?
Es que no lo veo así. Mi relación con el mundo socialista no tiene que ver sólo con mi padre, tiene que ver con mi experiencia directa, con mis colaboradores. En todos los equipos que he tenido, desde la universidad para adelante, he trabajado con socialistas. Es un mundo del que soy parte desde siempre.
Algunos dicen que usted hizo pocos gestos, poco cariño. ¿Tendrá que ver con eso?
Quizás hay algunas personas que no se sienten cómodas con mi manera de actuar en política, con el tipo de liderazgo que tengo. Yo tengo una forma muy directa de ser, muy clara para enfrentar los temas. No me gusta eludir los asuntos ni hablar con eufemismos. Esa manera de funcionar me ha permitido construir cosas bien sólidas, zanjar diferencias muy profundas, conversándolas, discutiéndolas y defendiendo mis puntos, ciertamente. Yo soy bien dada a defender mis puntos, pero construyo acuerdos a partir de ahí.
Quizá en otra esfera, usted misma ha dicho que es muy intensa en los afectos, pero parece ser muy fría también. ¿Cómo es esa intensidad?
A ver, primero hay que decir que yo fui ministra del Interior. En ese rol hay que lidiar con cosas muy duras y donde simplemente no hay espacio para más. Pero tengo muy claro que la vida empezó antes y sigue después, y que obviamente tiene otras dimensiones.
¿Mientras fue ministra del Interior tuvo que endurecerse?
En tu rol público, por supuesto. El otro día alguien me decía ¿por qué ahora haces videos haciendo café y cuando eras ministra no lo hacías? Bueno, porque no correspondía.
Volvamos a esa intensidad, ¿cómo se expresa?
En que pongo mucha pasión en lo que hago. Tengo relaciones de mucha intensidad con mis hijos, con mis amistades, en mis gustos. Soy una persona muy gozadora. Y más allá de que tenga una pega súper absorbente, me gusta tener mis espacios también. En algún minuto del día, siempre logro cortar y hacer otra cosa. Me gusta bailar, reírme... No tengo ningún complejo con eso. Además, creo que la intensidad se expresa en que si soy firme, o puedo verme como muy dura cuando defiendo ciertas cosas, es porque detrás de eso hay mucha pasión. Hay un compromiso que no es sólo intelectual, sino que es un compromiso vital.

La pareja
¿La pareja ha sido un tema en su vida?
Bueno, como lo es para la mayoría de las personas. He tenido momentos difíciles y también momentos preciosos.
Las separaciones son un duelo, un desgarro, es como volver a constituirse, ¿le ha pasado?
Sí, y eso es bien impresionante. Porque las separaciones, cuando se producen, es como que el mundo entero se altera, se viene un poco abajo. Pero como todos los duelos, hay que vivir ese momento. Es una pena que en algún momento se va a terminar. No puedes eludirla. Y yo he pasado varias de esas penas en la vida… A veces más decididas por mí, otras veces no tanto, y otras en que de frentón fueron sin mi beneplácito. Y, claro, han sido dolores, pero con el tiempo uno los aprende a llevar.
¿Y ahora?
Ahora no estoy en ninguna pena.
¿Está en pareja?
Sí, tengo una relación que es muy importante para mí, muy valiosa y que he buscado cuidarla mucho.
¿Se puede saber con quién?
Desde hace un tiempo somos pareja con Mario Marcel. Hemos buscado mantener esto en un plano privado. Tradicionalmente, en Chile siempre se ha reconocido ese límite entre lo privado y lo público, y eso es algo que valoro mucho y que ha ayudado a cuidar esta relación.
Pero ahora que es candidata deja de ser privada…
Sigue siendo privada. Sólo que como hoy soy candidata y las personas quieren saber más de mí, lo cuento. Pero sigue estando en el ámbito personal.
¿Y cómo fue? ¿Cuándo comenzó?
Esto comenzó el primer año en que fui ministra. Se fue dando de a poco, muy gradualmente... No fue de la noche a la mañana.
Pero se conocían desde hace años con Mario Marcel...
Si, él fue mi primer jefe en el 90. Y en el transcurso de estos años hemos sido amigos, hemos trabajado juntos muchas veces… Ahora tenemos esta relación que yo espero que podamos seguir cuidando y solidificando.
Es un amor más maduro…
Ciertamente, estamos grandes.
¿No podría ser complicado que una candidata sea pareja del ministro de Hacienda, que es el que maneja la billetera fiscal?
No me parece. Desde el punto de vista legal, no hay ninguna incompatibilidad ni ahora ni antes. Además, la billetera fiscal no tiene ninguna interferencia en las campañas. Y lo segundo, es que se trata de un ministro que tiene credenciales más que reconocidas por su seriedad, por su compromiso a lo largo de toda su vida profesional. El hecho de que seamos pareja no va a cambiar en lo más mínimo sus decisiones como ministro.
Podría levantar críticas desde las otras candidaturas.
Bueno, ciertamente todos pueden opinar. Es legítimo. Nosotros estamos muy tranquilos en ese sentido. No hay nada inadecuado ni indebido. Él es una persona muy seria y yo también lo soy.
¿Lo supo el Presidente?
Por supuesto. Yo misma se lo conté y Mario también se lo contó. No era algo escondido. Lo sabía mucha gente. Públicamente, salimos juntos, lo que pasa es que nunca hicimos un anuncio. No nos parecía que correspondiera. Lo queríamos manejar en una esfera bien personal. Y aunque ahora ya se sepa más públicamente, esperamos que siga siendo así. Por experiencia sé que es bueno cuidar los espacios más privados, mantener esas fronteras.
¿El Presidente nunca se hizo problemas?
Es que desde el comienzo despejamos eso. No hay ninguna incompatibilidad, porque entre los ministros no hay dependencia ni jerarquía. Tampoco había intereses contrapuestos, porque los ministros tienen intereses comunes que son implementar las decisiones del Presidente.
Usted sabe lo que implica para la vida familiar llegar a ser Presidenta o Presidente de la República, el impacto que eso puede tener…
…Lo he visto muy de cerca en varios presidentes.
Por eso, ¿cuál es su reflexión? ¿Por qué tomar ese camino?
Porque hay una convicción muy profunda respecto de lo que quieres entregarle al país. Eso es lo que te moviliza. Pero también hay una dimensión muy bonita. Algo sucede cuando las personas asumen la Presidencia. Es como si la persona se mimetizara con el interés del país y su mirada inmediatamente se disocia de la pequeñez, de la mezquindad. Es la responsabilidad del cargo en toda su profundidad. Eso es algo que todos debemos cuidar, porque, independientemente del color político, es muy valioso. Tiene que ver con cómo los chilenos y chilenas viven una elección presidencial. Es el momento en que se fija nuestra mirada del país, en cómo estamos, en qué somos, en qué queremos, en cuáles son nuestras prioridades. Es un momento societal muy importante. Y al menos yo, lo voy a vivir plenamente.
También es un camino de renuncia respecto de la privacidad, de desgaste enorme…
Sí, lo sé. En los presidentes -me ha tocado verlo- se gatilla una adrenalina impresionante. Eso explica la enorme energía que tienen para enfrentar dificultades, tensiones, para estar alerta de la mañana a la noche. Y, claro, ciertamente eso puede dejar de lado muchas otras dimensiones de la vida, implica renuncias. Lo es para todas las familias de los presidentes. Ninguna queda incólume al pasar por ahí. Es verdad. No es un camino fácil ni de rosas. Pero hoy me siento lista, siento que puedo manejarlo.
¿Sí?
Sé que es una prueba personal muy grande y que para poder hacerlo bien uno tiene que ser capaz de cuidar su frente personal, íntimo, sus relaciones, de una manera que te permita sostenerte en esta prueba que es tan grande.
Si llega a La Moneda será un desafío importante saber cómo cuidar su relación…
Todas las relaciones requieren cuidado. Y en este caso, por supuesto que hay que cuidar una relación que tiene un día a día, que tiene sus rutinas. Creo que eso se hace cuidando y respetando la esfera de los roles que cada uno de nosotros tiene. No interfiriendo de ninguna manera. Eso es muy importante. Y lo hago por mi relación y también por una convicción republicana. Afortunadamente, ambas miradas coinciden.
¿No siente el peso de que al estar más expuesta tendrá que cuidarlo más?
Sí, pero no lo siento como un peso. Lo siento como una oportunidad única que me ha dado la vida de que una persona así esté cerca mío.
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