Apps educativas: las claves de su éxito (y por qué deberíamos acostumbrarnos a usarlas)

Solo en el primer mes de pandemia su uso aumentó un 105% a nivel global, y sus descargas llegaron casi a los mil millones. El creador de la app del rubro más descargada en España explica por qué funcionan y cuánto pueden ayudar a complementar la educación de los niños.




La pandemia, como bien lo saben los padres y madres de casi todo el mundo, obligó a transformar el colegio en una monótona experiencia digital. Como nadie —ni escolares ni apoderados ni profesores ni directivos— estaba preparado, ni sabía muy bien lo que estaba haciendo, muchos papás decidieron reforzar la educación de sus hijos por su propia cuenta, tanto para apoyar el aprendizaje como para evitar que las niñas y niños cayeran todo el día en las garras de YouTube, Tik Tok y los videojuegos.

De otra forma no se explica el frenético aumento del uso de aplicaciones educativas en dispositivos móviles. Se estima que su uso, solo en marzo del 2020, aumentó un 105% a nivel global, y sus descargas en el primer semestre, sumando Apple Store y Google Play, llegaron a 936 millones, un récord histórico en ambas plataformas.

Las hay para fortalecer las matemáticas, mejorar el inglés o reforzar la comprensión lectora, y aunque las lógicas que usa cada una son distintas, las que tienen mayor éxito suelen incorporar la inteligencia artificial, que a través de los algoritmos detecta rápidamente el nivel de conocimientos y la velocidad de aprendizaje del usuario, y se adapta a sus ritmos.

“Se llama personalización de los contenidos”, dice Javier Arroyo desde España. Él es el cofundador de Smartick, la app educativa más descargada en España y de mucho éxito en Europa y América Latina. Es una herramienta para aprender matemáticas, y que basada en las respuestas y soluciones que los escolares van dando a distintos problemas, identifica su manejo de conceptos y su rapidez de resolución, y según eso adecúa sus preguntas.

Smartick publicó un test de problemas matemáticos escolares enfocado en los padres, que solo el 40% de los adultos lo pudo aprobar. Eso indica que muy pocos papás o mamás podrían ayudar a sus hijos con las tareas o estudios en casa.

Es un problema enorme, porque los padres están súper limitados a la hora de apoyar a los niños con las tareas fuera del colegio, y es además un problema todavía más grande en época de confinamiento. Los padres ahora mismo tienen que complementar o muchas veces sustituir al profesor cuando le mandan la tarea virtualmente, y si resulta que la gran mayoría de ellos no sabe ni domina una división o una fracción, cosas que maneja un niño de 11 o 12 años, es que difícilmente le pueden ayudar en la tarea.

¿A qué se debe esto? ¿Los contenidos son más difíciles que antes o los adultos los olvidan muy rápido?

Los padres tuvieron métodos de aprendizaje anticuados, que quizá nunca llegaron a entenderlos bien, y si esos contenidos no los usan en su día a día —además porque no los dominan—, los van olvidando. Mi opinión, entonces, es que hay que actualizar los métodos educativos, y básicamente por una razón: tenemos la grandísima suerte de contar con la tecnología, con sus pros y contras, y podemos darle buen uso. ¿Cómo? Con la personalización de los contenidos. Por ejemplo, Smartick está basado en inteligencia artificial, y es capaz de ofrecerte los contenidos exactos que necesitas, los que debes reforzar, y a la velocidad que eres capaz de asimilarlo. Así, puedes adaptar el programa como un guante al perfil de cada niño, y cuando un aprendizaje es personalizado, lo recuerdas, lo entiendes y lo dominas mejor, porque lo vas asimilando al ritmo que te permite tu cabeza.

¿Cómo ha sido tu experiencia como padre en el confinamiento y las clases por computadora?

Ha sido complicada. Los padres han tenido que trabajar más horas que nunca en sus propios trabajos desde sus casas, intentando compatibilizar el cuidado de los niños con no faltar a sus tareas como profesional. Eso se suma a que también han tenido que hacer un poco de profesores. ¿Qué consejo doy? A los padres, que si quieren que los hijos continúen aprendiendo, las herramientas digitales son el mejor aliado, porque te garantizan que sigan mejorando. Y el consejo que le daría a las escuelas y profesores es que preparen muy bien el año que viene. No sabemos cuándo volveremos a la normalidad que teníamos antes, por lo tanto hay que cambiar los proyectos pedagógicos e integrar herramientas online en las clases normales. El futuro no será ni lo que tenemos ahora ni lo que teníamos antes. Los niños asistirán presencialmente a la escuela, pero el rol del profesor tiene que cambiar. Tiene que ser un gestor en el salón y apoyarse en herramientas tecnológicas que hagan un entrenamiento a medida para cada niño y sacar el máximo potencial de todos. No basta con pasar el libro físico y que lo vean en una tablet, sino que integrar metodologías personalizadas, de manera que haya una clase en grupo pero el entrenamiento sea individual, acorde con la capacidad de cada uno.

¿Ves que estas crisis, con todo lo negativo que tiene, puede ser una posibilidad para que ese proceso se acelere, considerando lo lentos que suelen ser estos cambios culturales?

Totalmente. La situación ha acelerado mucho este viraje de mentalidad, de costumbres y la forma de enseñar. Tanto familias como profesores le han perdido el miedo al aprendizaje virtual, a las nuevas tecnologías. Es un cambio que ha venido para quedarse, no es una moda.

Pero en Chile, uno de cada cuatro niños declara haber aprendido muy pocos o ningún contenido escolar desde su casa. ¿Puede esta experiencia frustrada, de estar tantas horas frente a la pantalla sin muchos resultados, provocar una sensación de sospecha respecto a la tecnología aplicada a la educación?

Es cierto que el número de horas frente a la pantalla, respecto a la vida precovid, se ha multiplicado por tres o cuatro. Pero la reacción no debe ser huir de la tecnología, sino hacer un buen uso de ella. Hay que destinar las horas frente a la pantalla a tareas educativas, a que los niños estén aprendiendo y que no usen la tablet o la computadora para estar jugando siempre. Porque ahora mismo no tenemos más remedio que apoyarnos en la tecnología para aprender.

¿Qué consejos darías para regular positivamente el uso de la tecnología en los hijos, sin que se transforme en una tiranía? ¿Cómo les has enseñado a los tuyos a usarla de manera moderada?

Estamos hablando de una generación nativa digital, para la que las pantallas y la tecnología es un entorno natural. Mi consejo es limitar el tiempo de pantalla. No es admisible que pasen horas y horas, entre 4 y 8 al día, delante de ellas. Hay que limitarlo. Y segundo, hay que hacer un esfuerzo para que esas horas se destinen mayoritariamente a un uso educativo más que lúdico. En mi caso, mis hijos no han tenido celular hasta los 14 años y, personalmente, no tengo TV hace diez años. He tenido un control parental instalado siempre en la tablet y la computadora para controlar los contenidos en los que entraban. Y luego estar vigilando, pendiente de qué hacen, dónde entran, qué buscan y a qué dedican el tiempo.

Muchos padres, eso sí, se van al extremo y les niegan todo acceso a la tecnología, desconectándolos de su entorno social, que suele tener redes sociales o consumir contenido digital.

Hay que encontrar un punto intermedio, donde los niños puedan interactuar con las pantallas, puedan curiosear y descubrir cosas, pero controlando cuánto tiempo pasan y a qué dedican el tiempo. Hay niños a los que desde los 6 meses sus padres ya les ponían el celular para que vieran algo, y cosas como esa están teniendo un impacto en esta generación. Como están acostumbrados a la cultura de la inmediatez, con tantos impactos de la pantalla y recompensas a corto plazo, la capacidad de concentración ha bajado muchísimo. Cuando se sientan a hacer algo con calma, les cuesta mucho más concentrarse que a las generaciones anteriores. Se dice que el nuevo coeficiente intelectual será la capacidad de atención y concentración. Aquellos niños que lo logren serán los que más éxito tengan en el futuro.

Estas son otras de las aplicaciones educativas más descargadas del año.

Duolingo Kids

Es la versión infantil de la popular app para aprender y ejercitar idiomas. Aunque la versión tradicional es lo suficientemente amigable para las niñas y niños, esta —solo disponible para aprender francés, inglés y español— incorpora ejercicios más visuales y didácticos, con botones más grandes y mucho color.


Geometría Montessori

Esta app, diseñada para iPad, es en realidad un recorrido de dos niños exploradores para mirar el mundo desde las figuras geométricas. Fue desarrollada por educadoras Montessori y está enfocada en niñas y niños de entre 5 y 10 años. Incluye 6 juegos y 6 escenas que buscan fomentar la categorización, jerarquización y comprensión de la geometría y cómo ella está integrada en todo nuestro entorno.


DotToDot Numbers & Letters

Unir los puntos era un clásico juego de libros de actividades, que ha vuelto en gloria y majestad con esta app, que no solo sirve para completar imágenes, sino que además tiene actividades adaptadas para formar palabras, aprender a contar, realizar sumas y mucho más.


Kahoot!

Kahoot! es una app para jugar trivias, o preguntas con alternativas, que también permite crearlas. Hay cientos de miles de cuestionarios disponibles, de docenas de categorías, y además entrega la posibilidad de presentarlas y resolverlas simultáneamente en distintos dispositivos. Es decir, un profesor, o un padre, puede mostrar una trivia y ver las respuestas de sus alumnos o hijos en vivo.


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