A 50 años del fin de Bretton Woods

Dólar

"El dólar no es solo un activo de reserva, es la moneda predominante en las transacciones comerciales. Muchas materias primas, entre ellas el cobre y el petróleo, se cotizan y negocian principalmente en dólares. El dólar también es una divisa-pivote, ya que se utiliza como un paso intermedio en lugar de negociar bilateralmente dos divisas".


El 15 de agosto marcó el 50º aniversario del fin de Bretton Woods, la conferencia monetaria y financiera de las Naciones Unidas que estableció las políticas económicas mundiales que estuvieron vigentes hasta principios de la década de 1970 cuando Estados Unidos (EE.UU.) puso fin a los vínculos entre el dólar y el oro. Desde entonces, el dólar estadounidense continuó siendo la moneda de referencia internacional, pero sin el respaldo en metales preciosos sino basado en un sistema fiduciario, avalado por la mera confianza en la economía y gobierno estadounidense.

El dólar no es solo un activo de reserva, es la moneda predominante en las transacciones comerciales. Muchas materias primas, entre ellas el cobre y el petróleo, se cotizan y negocian principalmente en dólares. El dólar también es una divisa-pivote, ya que se utiliza como un paso intermedio en lugar de negociar bilateralmente dos divisas. No existe una moneda alternativa convincente que tenga la amplitud, profundidad y ubicuidad del dólar estadounidense.

Esta situación otorga una ventaja fundamental a EE.UU. pues sus grandes déficits comerciales, y más en general, de cuenta corriente, pueden financiarse con ahorros del resto del mundo. Esta posición dominante ha llevado a EE.UU. incluso a utilizar el sistema de transacciones globales basado en dólares como herramienta coercitiva contra sus enemigos. Este hecho sin duda plantea un riesgo a competidores y/u opositores de EE.UU., lo que ha impulsado la búsqueda de un sistema de pago alternativo.

El lanzamiento del euro a principios de 1999, hizo pensar que la unión económica y monetaria (UEM) europea podrían ofrecer una alternativa al liderazgo estadounidense, pero Europa no ha conseguido la necesaria unión monetaria completa ni la unión bancaria ni fiscal.

La notable recuperación de China de su rol histórico como una de las principales economías del mundo pone a la nación en directa competencia con EE.UU. Actualmente, China es el principal inversionista, socio comercial y prestamista para muchas naciones emergentes e incluso desarrolladas. Por lo tanto, si bien la disputa alcanza muchos ámbitos (tecnológica, diplomática y militar, entre otras), será en el plano financiero y en la hegemonía de la moneda donde se jugará gran parte del resultado de esta competencia.

No es probable que China pueda reemplazar a EE.UU., pero si frenar la consolidación del liderazgo estadounidense, favoreciendo la emergencia de un mundo multipolar.

Las últimas decisiones del gobierno chino deben comprenderse en este contexto. China se está preparando para lo que estima serán shocks relevantes en los próximos años, derivados principalmente de las consecuencias de la expansiva política monetaria y fiscal de EE.UU. y del deterioro de la relación entre ambos países.

Así, mientras el resto del mundo mantiene políticas de estímulo a todo vapor, China aplica los frenos. Y así también debe entenderse la reciente campaña de Beijing que busca mayor control de sus gigantes tecnológicos y que comenzó en noviembre pasado con el bloqueo de la Oferta Pública de Acciones del Grupo Ant de Jack Ma. Por otra parte, uno de los objetivos del nuevo plan quinquenal es fortalecer el control regulatorio, especialmente en otras compañías tecnológicas que podían abrirle flancos al control financiero que China necesita para consolidar el yuan digital, elemento clave en la carrera para disminuir la influencia del dólar; un objetivo a largo plazo crucial para China.

Juan Carlos Guajardo, Director Ejecutivo Plusmining.

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