Crece el rol de las universidades en la transferencia tecnológica

En 1965 un entrenador asistente de la Universidad de Florida le preguntó a un equipo de físicos de la universidad por qué a sus jugadores de fútbol americano -del equipo Florida Gators- les afectaba tanto, incluso generando enfermedades, el calor. Los investigadores descubrieron que los fluidos y electrolitos perdidos a través de la transpiración no estaban siendo reemplazados y que las grandes cantidades de carbohidratos que los jugadores gastaban, no se estaban reponiendo. Con los hallazgos, los científicos entraron al laboratorio de la universidad y crearon una bebida para re balancear estos componentes, la isotónica Gatorade.
Gatorade no es la única historia en donde un centro de investigación de una universidad genera un éxito de esa magnitud. Google salió de Stanford por ejemplo. Y es que las universidades cumplen un papel clave en el impulso de la innovación y la transferencia de las tecnologías al mercado.
Por ejemplo, hasta 2006, habían salido 25.800 compañías activas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, su sigla en inglés), generando más de 3,3 millones de puestos de trabajo. Sólo en 2013, del MIT salieron 765 inventos, se llenaron 449 solicitudes de patentes, emitieron otras 290, se realizaron 103 licencias y se iniciaron 31 empresas.
A nivel sudamericano, y nacional, el rol de las universidades es primordial. En Chile, de acuerdo a datos de 2010, un 70,44% de los investigadores trabajaba en las universidades, mientras que el 16,79% lo hacía en empresas (privadas y públicas) y un 7,41% en el gobierno.
La realidad en Chile
Álvaro Ossa, director de la Dirección de Transferencia y Desarrollo de la Universidad Católica, dice que esa casa de estudios quiere, para 2020, ser la oficina líder de este tipo en Latinoamérica. Ese lugar hoy lo ocupa la Universidad de Campinas, en Brasil. La UC “apoya a los investigadores desde el comienzo, desde levantar recursos para investigación y desarrollo (I+D), principalmente público, hasta lograr la transferencia final”, cuenta Ossa.
De hecho, la UC fue la institución que más patentó en 2013. Al año, tienen una cartera de 250 solicitudes de patentes, 50 patentes otorgadas, un poco más de 100 nuevas inversiones y cerca de 50 disclosures (cuando el investigador da a conocer su invento o descubrimiento).
Conrad von Igel, director del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, espera que en 2015 ese centro se consolide como “un polo de innovación y emprendimiento”.
La Universidad de la Frontera es la segunda en Chile. Tienen 34 solicitudes de patentes, 9 patentes concedidas, 200 investigadores y ocho licencias con empresas.
Para determinar si una tecnología tiene potencial generalmente se miran tres cosas, explica Hipólito Escalona, ingeniero civil químico socio director de Genesis Partners, una consultora que llegó al área de la transferencia tecnológica por azar hace cinco años y que hoy asesora a empresas en etapas tempranas en cuanto a este tema. Así, Escalona argumenta que es necesario ver si existe el mercado, si es factible de llevar a la realidad y analizar las competencias del equipo de trabajo que hay detrás.
Los desafíos
Según Escalona, mientras en EEUU cerca de un 20% de las investigaciones de las universidades llegan al mercado, Genesis estima que en Chile menos del 1% lo logra. “Mientras no alineemos las necesidades del mercado con lo que se investiga en las universidades, siempre la investigación en Chile va a depender del subsidio estatal”, explica.
Para Ossa otro de los mayores desafíos está en la institucionalidad. “La clave es que haya una estrategia país que demuestre que este es el camino”, argumenta.
Por su parte, Claudina Uribe, de la Universidad de la Frontera, sostiene que los principales desafíos en Chile tienen que ver con que las empresas chilenas de todo tamaño se atrevan a innovar.
Paciencia
Para algunos, uno de los mayores errores que cometen las universidades es creer que invertir en I+D los hará ricos en un periodo de tiempo corto. Como ejemplo, Escalona comenta que en promedio, cuando los proyectos son de biotecnología, las transferencias al mercado ocurren entre el séptimo y décimo año desde que se empezó la investigación. En tecnología, esto pasa entre el tercer y quinto año. “Cuando uno invierte en tecnología o investigación, no invierte en el hoy. Invierte en el mañana”, asegura.
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