Cómo se resurge de las cenizas y se actúa en prevención de incendios

A la fecha, hay más de 457 mil hectáreas consumidas por el fuego en el sur del país, y un gran trabajo de recuperación territorial y social por delante.


Aún no se pueden cuantificar del todo los daños que han ocasionado los incendios en el sur del país, con pérdida de vidas humanas, de casas, de cultivos y bosques, e impacto financiero. Y menos aún cuando persisten varios focos activos, con 13 incendios en la Región de La Araucanía, 14 en la Región del Biobío y tres en la Región del Ñuble, según el último informe de la Conaf.

La Federación de Productores de Frutas de Chile (Fedefruta) se encuentra haciendo un catastro de los cultivos. Afirma que hay cosechas que pudieron salvarse, pero que otras plantaciones, producto de las altas temperaturas de la zona, adelantaron su maduración. El gremio compuesto principalmente por pequeños y medianos agricultores (85%), advierte que dado los daños que han sufrido sus asociados, vislumbra que los incendios pueden influir en que los habitantes de las zonas afectadas se vayan. Eso haría, indica, que el desarrollo rural y agrícola se viera muy afectado. “Creo que la mirada debe ir hacia allá. Hay que recuperar los lugares, invertir en las zonas habitables y recuperación de suelos”, señala su presidente, Jorge Valenzuela.

Manuel Tironi, profesor del Instituto para el Desarrollo Sustentable UC e investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada de Riesgo de Desastres (Cigiden) y del Centro UC de Desarrollo Local, sostiene que la principal pérdida de los afectados por los incendios es la de la seguridad del entorno, lo cual lleva a tomar decisiones drásticas como cambiarse de ciudad y abandonar la zona. “Es una sensación muy profunda de incertidumbre en que no se sabe qué viene, en términos de comunidades, de pertenencia y en términos de daños en el entorno que constituye la pertenencia y la identidad. El fuego arrasa con paisajes de vida cotidiana, lo que tiene un efecto muy devastador que destruye el arraigo”, explica.

Para recuperar los entornos y los suelos productivos que son fuente de ingreso de la zona, la gerenta de Conservación de Ecosistemas Boscosos y Xerofíticos de Conaf, Constanza Troppa, señala que lo primero es tener un diagnóstico claro de la afectación del incendio, para poder identificar las áreas de restauración y focalizar las acciones más propicias para recuperar funciones ecosistémicas afectadas. “Una acción recurrente que se propone es reforestar inmediatamente con especies nativas. Sin embargo, esa acción puede ser no efectiva si se realiza en una temporada no adecuada. Además, si no se prepara el suelo para su correcto establecimiento, es muy probable que esas plantas terminen muriendo”, advierte.

La experta indica que el primer foco a intervenir siempre debe ser el suelo. Es por ello que las obras de conservación de suelo después de incendios forestales son acciones efectivas, “no solo en el sentido de que permitirá un mejor establecimiento para las plantas, sino porque también ayudan a reducir escurrimiento superficial en la temporada de lluvias, minimizando así la erosión del suelo y el riesgo de aluviones”.

Valenzuela coincide en el trabajo inmediato de los suelos y habla sobre la impermeabilización que provoca la ceniza y el empobrecimiento de nutrientes, señalando que ellos utilizan humus líquido, que actúa rápido en la recuperación.

Si bien manifiesta que ante los efectos evidentes del cambio climático las soluciones deben tener una estrategia de largo plazo y se debe trabajar con mayor fuerza en la prevención, incorporando la tecnología a todos los procesos de cultivo, enfatiza que lo más relevante es “tener estrategias, políticas públicas, un fondo regional público privado, donde la academia también debe ser parte. No podemos seguir plantando de la misma manera, tenemos que ver los riegos, tenemos que enriquecer los suelos. Hay que trabajar en un modelo nuevo y repensar los diseños en el tema agrícola, enfocado en la prevención de incendios”.

Coincide Tironi, agregando que el repensar las soluciones para la prevención de desastres como lo son los incendios, también tiene que ver con discutir y entender la complejidad del problema. “Hay evidencia científica de los efectos de los monocultivos de especies exógenas y lo que provoca en los suelos. No estoy hablando de prohibir, se trata de regular la escala de su producción y crear una planificación territorial enfocada a la resiliencia, adaptación y cambio climático. Tiene que haber zonas ecológicas entre un lugar y otro, crear colchones ecológicos, soluciones basadas en la naturaleza, restricciones como bajar la escala y eso se logra con una planificación territorial. También necesitamos más educación ecológica y saber las condiciones naturales donde se vive y las acciones de mitigación contra el cambio climático”, dice.

Con respecto a la estrategia de prevención, Troppa indica que se debe hacer un análisis, sacar lecciones y posterior a ello “focalizar los esfuerzos en campañas comunicacionales que tengan impacto en la población, y para ello es imperativo que éstas sean de carácter intersectorial e interinstitucional. Asimismo, el apoyo del sector privado y la sociedad civil es fundamental para poder evitar estas situaciones catastróficas, y desde el servicio público los convocaremos para trabajar, pero también esperamos que ellos se acerquen con propuestas, ya que son actores territoriales fundamentales.”

Existen diversas soluciones que usan la tecnología como el gran aliado para automatizar procesos en el área forestal y agrícola, como, por ejemplo, la automatización de riegos, siembra, drones, cámaras. También hay una serie de datos que entregan los dispositivos en estos lugares, donde a través de la inteligencia artificial se pueden analizar y con esa data crear mejores soluciones. El proyecto Cell2Fire realizado por investigadores de la Universidad de Chile y del Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), lleva más de dos años trabajando en un sistema para prevenir y contener la propagación de incendios, donde a través de la toma de datos con dispositivos como drones con rayos X; herramientas muy sofisticadas para medir temperatura, humedad, viento, flora y fauna; e imágenes satelitales, etc., se pueden realizar modelos matemáticos para brindar mejores soluciones en la prevención de incendios.

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