El rearme del alicaído Club de Golf de Valle Escondido
El 2017, su flujo operacional fue negativo en $ 284 millones y su déficit patrimonial superó los $ 2.706 millones. Hasta esa fecha, el respaldo financiero venía de Valle Escondido S.A., proyecto de las familias Cueto y Martínez. Pero ahora el escenario cambió. El desarrollo inmobiliario dejó de ser el socio cooperador de su club de golf y se definió un plan para revertir los números rojos. La apuesta es que el equilibrio financiero llegue el 2021, de la mano de un público más amplio que solo las grandes fortunas.
En enero de 2017, una junta extraordinaria definió el devenir del Club de Golf de Valle Escondido. Es que si bien el desarrollo deportivo del proyecto inmobiliario ligado a las familias Cueto y Martínez llevaba más de 10 años de operación, sus resultados estaban lejos de ser positivos. Su principal aportante -la inmobiliaria Valle Escondido S.A.- le había pasado sumas millonarias, y sus balances mostraban en 2016 un flujo operacional negativo por $ 82 millones, un déficit patrimonial por $2.424 millones, mientras su pasivo circulante superaba a sus activos en $243 millones, por lo que su financista decidió cambiar el modelo y gatillar una estrategia que lo hiciera rentable.
En 2004, el Club de Deportes Valle Escondido le entregó en comodato 33 hectáreas -de las cerca de 200 del proyecto inmobiliario- al Club de Golf para que se explotaran justamente el golf y otros deportes. La inmobiliaria Valle Escondido S.A. entró como socio cooperador, pagando UF 10.000 como cuota de incorporación, y obligándose a cancelar trimestralmente el equivalente a 284,3 cuotas sociales, las cuales se irían reduciendo en el tiempo a medida que se incorporaran nuevos socios. El año pasado, esa cantidad se redujo solo a 214 y la inmobiliaria suspendió ese convenio dejando de aportar con cuotas, y el aporte pasó a ser un préstamos que hoy totaliza cerca de $2.000 millones por concepto de cuentas por cobrar. Y ahí la decisión del directorio del club -presidido por el socio de la consultora inmobiliaria NAI Sarrà, Jaime Sarrà, e integrado por el director del Banco Santander, Oscar von Chrismar; el director de Enjoy, Antonio Martínez; el vicepresidente de Operaciones de Latam, Jorge Ihnen; el vicepresidente corporativo de Ripley, Sergio Hidalgo; el presidente de Latam Airlines, Ignacio Cueto, y el abogado Marcelo Cibié- fue clara: generar una estrategia que se tradujera en potenciar el establecimiento, que fuera autosustentable y que en un futuro no definido se pagara esa deuda. Y ahora también las patentes. Es que el 13 de agosto, la Municipalidad de Lo Barnechea interpuso un mandamiento de embargo contra el Club de Deportes por el no pago de $65 millones en patentes desde 2013 a la fecha. Tal incumplimiento no fue por un problema económico, sino por descoordinación de quién debía hacerse cargo de eso: si el Club de Deportes -que tiene los paños destinados al deporte- o a quien se le había cedido el terreno, es decir, el Club de Golf. Hoy están en proceso de regulación, y ambas sociedades tienen directorios espejo.
Así, el año pasado -además de pedir una cuota adicional a los socios para hacer frente a la situación- se generó un plan a cinco años, con miras a lograr la estabilidad operacional el 2021. Se reordenó el personal, y solo en indemnizaciones se pagaron cerca de $ 120 millones, lo que profundizó los malos resultados del ejercicio. De hecho, en 2017 el flujo operacional negativo se acentuó, llegando a los $ 284 millones, y el déficit patrimonial superó los $2.706 millones; el punto de quiebre para empezar a revertir la tendencia.
De esta forma, en agosto pasado se incorporó como gerente general del Club de Golf Mauricio Uribe -ex Santa Martina- y las reuniones con el directorio pasaron de ser bimensuales a mensuales. La base de la estrategia se tradujo en abrir las fronteras del club más allá de las grandes fortunas. Es que inicialmente el club era mirado como el patio trasero de los habitantes del proyecto inmobiliario -que hoy alberga a cerca de 116 personas: 56 habitando en departamentos y 60 en ca-sas-, por lo que la idea de que quedara reducido a ese selecto grupo era deseada, sin embargo, mantener eso implicaba disparar la cuota del club, lo que abrió la mirada para que se ampliara a otros públicos. Así se configuró por primera vez una fuerza de ventas, integrada por cuatro ejecutivas: dos para membresías y otras dos para los eventos.
Y los resultados ya están dando sus primeros frutos.
Durante décadas, el Club de Golf se mantuvo constante en torno a los 200 socios -más los aportados por Valle Escondido S.A.-, y ahora la meta es llegar a 350 inscritos al 2021, aunque esperan cumplir esa máxima en 2019. De hecho, solo este año se han sumado 13 nuevos socios, todo lo que juntaban antes en 12 meses, comentan conocedores. Para generar este dinamismo, Valle Escondido autorizó a que la cuota de incorporación se redujera de UF 700 a UF 250. Es que el objetivo es crecer, y rápido.
Dentro de ese mismo análisis, se decidió potenciar los grandes eventos de empresas, que antes prácticamente no existían. Hoy tienen el calendario atestado de ellos de aquí a fin de año. De hecho, la tasa de crecimiento fue de 300% entre septiembre de 2017 y septiembre de este año.
Para 2019 prevén concretar 60 grandes eventos de diferentes compañías, y más de 24 matrimonios. "El objetivo es que el próximo año, Club de Golf Valle Escondido elija a qué empresas tener acá", señala un cercano a la operación.
Con todo, subrayan que si bien hoy el club no tiene los recursos para poder materializar grandes inversiones, sí funciona con su flujo de caja. Para más adelante prevén mejorar el gimnasio y optimizar las instalaciones, para en un futuro pagar la deuda existente con Valle Escondido. Hoy, eso no está en los planes y tampoco es algo exigido por los controladores.
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