Regiones y beca vocación de profesor
Como una forma de incentivar el estudio de las pedagogías a buenos alumnos de enseñanza media se creó la beca vocación de profesor (BVP), que entrega beneficios que van desde becas de arancel hasta la posibilidad de ir a estudiar al extranjero. Para que los jóvenes puedan acceder a ella, las instituciones que dictan pedagogías deben tener un puntaje mínimo de acceso de 500 puntos en la PSU.
Al definir esta política no se consideraron las diferentes realidades entre las regiones de nuestro país. Además de que existe una brecha de 153 puntos entre los colegios municipales y privados, con un importante perjuicio para los egresados de planteles técnicos, hay que considerar las diferencias de puntajes en la PSU entre las distintas regiones.
Por definición y construcción, 500 en la PSU es el promedio de todos quienes dan la prueba ese año y se construye una normal con la distribución total. Sin embargo, Santiago promedia 540 puntos, mientras que Osorno 460. ¿Qué explica esto si ya no existen en Chile desigualdades de base como la desnutrición? La explicación está, además de lo expuesto en el párrafo anterior, en las gigantescas diferencias de calidad en la educación preescolar y escolar entre las regiones, ya que mientras más ruralidad, más grave es el problema.
¿Qué pasará si seguimos con la política pública de definir todo con el "promedio nacional", como en el caso de la BVP? No es aventurado predecir que las escuelas de educación se concentrarán en Santiago y otras dos grandes urbes. De hecho, eso está sucediendo. Si contrastamos esto con la realidad regional de oferta de profesores, nos daremos cuenta de que hay algo que no cuadra, salvo que planeemos exportar profesores desde Santiago -y otras dos o tres ciudades- hacia todo el país.
El espacio de esta columna no permite demostrar el absurdo de todo esto. Sólo quiero decir que existe mucha oferta de estudios como para que las personas piensen en emigrar a estudiar para volver en el futuro. Es tanto el déficit de profesores de enseñanza media de especialidades -sobre todo matemáticas y ciencias duras- que hay un sinnúmero de profesionales de otras áreas oficiando de profesores.
Me parece fundamental estudiar a fondo estas políticas públicas, tomar en consideración las realidades regionales, su diversidad y -en el caso que nos preocupa- poner el acento en el punto de salida y no en el punto de partida. Esto obligará a las instituciones de educación superior a realizar ingentes esfuerzos de nivelación y refuerzo para que sus egresados cumplan con las condiciones requeridas para ejercer como pedagogos de excelencia.
(*) El autor es economista y rector Santo Tomás Osorno.
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