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Test ácido para medios de pago

Quince millones de cuentas vista a diciembre 2012. Algo más de 7 millones a diciembre de 2007. Incremento de 7,6 millones en el período. No está mal. Al observar estas cifras relacionadas con el stock y la evolución de las cuentas vista en nuestro país, no cabe más que celebrarlo y concluir que la meta de inclusión financiera, al menos en lo relativo a acceso a medios de pago para todos, parece estar cada día más cerca. Adicionalmente, las cuentas vista logran, por primera vez, constituirse en nuestro principal medio de pago, gracias a su crecimiento y a la baja durante el período de las tarjetas no bancarias. ¿Cómo se ha logrado? Entre otras razones, por la masificación de los servicios de pago de remuneraciones y beneficios a través de cuentas vista especialmente habilitadas y los más de 5 millones de cuentas RUT de BancoEstado.

Así, asumiendo que los programas de masificación de medios de pago, a los cuales se debe sumar el anuncio del gobierno de que pagará los beneficios sociales a través de un mecanismo similar, resultarán suficientes para lograr el acceso en el corto plazo para todos, ya podemos preguntamos si la siguiente etapa, lograr habitualidad y preferencia por estos medios de pago, ¿será sólo un problema de tiempo, no siendo necesario realizar nada muy diferente de lo hecho hasta aquí?

Veamos: analizando los montos relacionados con el uso de medios de pago diferentes al efectivo durante 2012, observamos que los cheques emitidos por personas naturales continúan creciendo (+3% real) y explican más de la mitad del gasto de los hogares. También exhiben avances de dos dígitos los montos asociados al débito y crédito bancario (24% y 13% real, respectivamente), en tanto los montos de las tarjetas no bancarias decrecen 2% real. Lo anterior podría confirmar que nuestra evolución está en línea con lo deseado respecto a lograr su mayor uso y habitualidad. Sin embargo, existen algunos indicios de que este creciente nivel de acceso a cuentas no necesariamente se ha traducido en un incremento proporcional en su adopción.

En efecto, mientras el número de cuentas vista se ha duplicado en los últimos cinco años, su uso aún es explicado principalmente por la actividad en cajeros automáticos. Así, casi la mitad de las operaciones realizadas y tres cuartos de los montos movilizados en ellas se hacen a través de giros desde estos dispositivos en desmedro de las compras y/o pagos directos desde la cuenta. Su evolución, si bien en la dirección correcta, aún muestra una brecha significativa respecto al objetivo buscado de que la cuenta no sea utilizada sólo para girar la totalidad del saldo de una sola vez, y se la perciba sólo como reemplazo del cheque, nómina o medio de pago de sus remuneraciones o beneficios sociales.

¿Cómo lograr que las cuentas vista sean percibidas y utilizadas por personas y hogares como un medio de pago (para compras, giros, pagos, transferencias, depósitos), de modo que puedan obtener todos sus beneficios y experimentar lo relativo a acceso de la inclusión financiera?



EN LA BASE de esta situación se encuentra el hecho de que son las personas las que, en definitiva, decidirán la adopción o no de un nuevo medio de pago, en qué medida y a qué ritmo modificarán su comportamiento de compras y tenencia de dinero para sus transacciones. Para ello, se  basarán en la percepción de los beneficios, la experiencia y opinión de familiares y amigos, junto a los hábitos y cultura que tengan al respecto. Así, este aspecto debe ser adecuadamente considerado cuando se desarrolla y promociona un nuevo medio de pago, no siendo suficiente para asegurar la adopción de las nuevas conductas por parte de los hogares las referencias relacionadas con una potencial mayor eficiencia y modernidad o el ahorro de costos que puede significar su utilización.

Es necesario que el usuario del medio de pago perciba que éste ha sido diseñado para él y sus necesidades, que pueda verificar que éstas son efectivamente bien satisfechas por el producto y que comprenda su operación, confíe y se sienta cómodo con él. A modo de ejemplo, consideremos el pago de beneficios estatales a través de una cuenta creada para el efecto donde se depositarán los montos. Si bien puede ser real el eventual ahorro de tiempo y mayor comodidad para el usuario recibir estos beneficios a través de una tarjeta, esto no necesariamente será evaluado de la misma forma por todo el universo de beneficiados. ¿Qué certeza tenemos de que para una gran mayoría de los usuarios evitar ir mensualmente a una oficina sea un beneficio? Tal vez para muchos de ellos lo es, pero para otros puede ser una de las pocas ocasiones que tienen para salir y socializar con sus pares y conocidos. Ello no se contradice con la opción de que el beneficiario pueda contar con una cuenta vista y una tarjeta de débito,  que no sólo sirva para recibir sus beneficios, si así lo decide, sino también para lograr descuentos y otras regalías en, por ejemplo, farmacias, rubros de salud o en servicios relacionados con actividades culturales y de recreación, que pueden ser muy valorados por ellos.

De esta forma,  conociendo cabalmente las necesidades, cultura y hábitos relacionadas con el uso de medios de pago de cada uno de los segmentos a los que queremos integrar, podremos acelerar la adopción del medio de pago, lograr gradualmente una mayor habitualidad en el uso y preferencia del mismo y reducir la tradicional conducta de girar la totalidad del saldo existente en la cuenta, impidiendo hacer realidad el acceso a los beneficios de una inclusión financiera. P

(*) El autor es socio de Gemines S.A.

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